Miércoles 21 de mayo de 2014. ‘Polito’, un cóndor de menos de dos años, es liberado. En una de sus alas un rastreador satelital lo acompaña en sus extensos vuelos.

Ocho días después en las Islas Galápagos también son liberados 15 pinzones de manglar, en cuyas plumas se les instaló un radiotransmisor.

Ambas liberaciones muestran cómo la incorporación de tecnología de gran alcance, en favor de la conservación de especies, avanza de forma vertiginosa en Ecuador.  

Hernán Vargas, investigador científico en The Peregrine Fund (Fondo del Halcón Peregrino, Ong creada en 1970), dice que estos dispositivos son cada vez más livianos, de menor tamaño y tienen mayor capacidad de memoria. Esto permite que sean más útiles para rastrear a las especies.

Cuenta que para este año tienen como objetivo marcar a otros 3 cóndores con el dispositivo, cuya compra es financiada por Peregrine Fund. Estos esfuerzos se suman a lo hecho con ‘Polito’ y ‘Felipe’, este último asesinado por un cazador.

La implementación de la tecnología permite conocer las posiciones geográficas,  datos de velocidad de vuelo, dirección, altitud sobre el nivel del mar y temperatura del lugar por donde vuela.

En las Islas Galápagos el uso de dispositivos como la radiotelemetría  se remonta al año 85, mientras que para fines científicos, se entendió la ecología y la dinámica de las poblaciones de las especies después de los 90, relata Víctor Carrión, director de ecosistemas de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG).

En la actualidad la evolución de la tecnología los llevó a apostar por la colocación en las tortugas de un microchip bajo la piel para hacer el monitoreo de su ubicación.

Hoy también se usan dispositivos con paneles solares en tiburones y tortugas marinas, que funcionan con un GPS y un radiotransmisor para registrar los movimientos.

La misma tecnología es usada en petreles y albatros, y recientemente se insertaron radiotransmisores en los pinzones de manglar.

El proyecto para recuperar esta especie es ejecutado por el Ministerio del Ambiente a través de la DPNG, la Fundación Charles Darwin y el Zoológico de San Diego.

Su población no supera las 100 aves, dice Carrión. “Lo que se busca es entender la adaptación que tienen tras ser criados en cautiverio, su comportamiento, para así mejorar el sistema de crianza y de monitoreo”, indica.

Herramienta eficaz

Vargas dice que en comparación con otras especies el uso de la tecnología en cóndores ha representado una salida para entender cómo usan el espacio. En 2003 trabajó en la conservación de 23 pingüinos a quienes se les incorporó rastreadores. Pero en el caso de los cóndores dice: “Seguirlos es imposible ya que pueden volar hasta más de 300 km en un día, con este dispositivo lograremos entender su hábitat e implementar medidas de manejo para salvar a la especie”.

Aunque explica que el uso de estos equipos no son una garantía para prevenir la matanza, al marcarlospodría identificarse los sitios donde los cóndores son más vulnerables a la persecución humana, además de descubrir nuevos dormideros y sitios de importancia para la alimentación de la especie. “Ahora conocemos  que la mayor parte de dormideros y sitios de alimentación están fuera de las Áreas Protegidas del Estado”, dice.

Adelanta también que las cámaras trampas se colocarán en los próximo meses en árboles para monitorear el águila arpía. “Todo esto nos permite tener una mayor exactitud sobre su localización frente al método anterior en el que pasaban días o meses tratando de observarlos y conocer el sentido de migración”, indica.

Para Carrión el uso de la tecnología además de servir como una herramienta para la elaboración de planes eficaces en conservación de especies, ha generado una retroalimentación entre la comunidad científica. “La idea es que en el futuro no necesitemos de estos dispositivos sino que las medidas de manejo que se implementen vayan dejando a un lado estos equipos”.

Pero mientras eso ocurra continuará con la adquisición de equipos fabricados fuera del país, algunos, exclusivamente para especies de Galápagos.

Hechos en Ecuador

Según el ingeniero Víctor Azanza, docente de la Espol, el país está preparado para fabricar dispositivos de monitoreo en pro de la preservación de las especies.

Cuenta que la empresa Idetec (Ideas y Tecnología), vinculada con la Espol y a la que pertenece, desde hace dos años se dedica a la fabricación de rastreadores, pero con otro enfoque: “resultaría de gran interés la modificación de estos equipos enfocados en especies naturales. Lo que hace falta es que existan los requerimientos y las necesidades”.

Asegura que uno de los mayores desafíos es crear un dispositivo lo menos invasivo para el animal,  además extender el tiempo de vida y durabilidad del equipo.  

Según Vargas, miembro de The Peregrine Fund, en los animales de larga vida como el cóndor son necesarios rastreadores satelitales que duren mayor tiempo.  

Al momento los rastreadores del cóndor tienen un promedio de vida de dos años y máximo de tres. “Los cóndores pueden vivir hasta 80 años. Muchos de los animales de larga vida cambian su comportamiento y uso del espacio de acuerdo con su edad (juvenil, subadulto, adulto) o de acuerdo con si es macho o hembra, o si está anidando o no”, dice el también investigador principal de Proyecto Investigación y Monitoreo Ecológico del Cóndor en Ecuador.