Hace 7 años los estudiantes del colegio Vicente Rocafuerte, así como alumnos de otras instituciones y el público en general podían visitar el museo ‘Francisco Campos Rivadeneira’, ubicado en el plantel. La falta de mantenimiento hizo que la colección hoy esté cerrada y por ende que sus piezas sean poco conocidas por estudiantes y visitantes.

El miércoles pasado esta galería, ubicada junto a la biblioteca del colegio, fue reabierta por unos minutos, luego de que las autoridades del Ministerio de Educación anunciaron una reparación integral de este espacio y de toda la institución.

La mayoría de los elementos del museo corresponden a animales disecados. Entre ellos destacan un orangután de cerca 1,20 metros de altura, un león de cerca de 1,80 metros, varias águilas, decenas de crustáceos y los esqueletos de pequeñas aves y otros animales. Cada uno guarda una descripción, poco visible por la vetustez y el polvo que tienen las vitrinas.

Rocío Gudiño, quien estuvo encargada durante 2 años del museo, recuerda que antes del fallecimiento de una taxidermista (especialista en la técnica de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos) la galería estaba en mejores condiciones. “Desde entonces las piezas recibían mantenimiento, pero no como era debido”, dijo Gudiño, tras lamentar que se están perdiendo piezas importantes y únicas.

Dice, además, que hay especies originarias de Europa y de África que fueron donadas por personas amantes del arte, así como piezas arqueológicas extranjeras. Incluso en la planta alta del museo se exhibe una de las vestimentas que usó el expresidente del Ecuador, Vicente Rocafuerte.

Por ello, junto a un profesor y exalumnos, tomaron la iniciativa de restaurar el espacio. Pero las manchas de humedad en las paredes, la exposición de cables eléctricos y otros problemas no fueron solucionados por lo que el museo tuvo que cerrar definitivamente.

Ahora Gudiño está frente a la biblioteca que tiene 9.825 libros de física, química, matemática, sociología y también textos de francés que datan del siglo XVIII, de propiedad de Rocafuerte.

Este espacio tiene viejos mobiliarios y perchas para libros que son insuficientes para tenerlos en orden. Aún así permanece abierto para la consulta de estudiantes.

Laboratorios obsoletos

Frente al edificio principal del colegio guayaquileño se encuentra un pequeño bloque de aulas con laboratorios de Física y Química. “Los microscopios están dañados, las balanzas electrónicas están deterioradas, los calentadores eléctricos y los proyectores están obsoletos. También hay algunos químicos caducados”, expresó uno de los profesores de química, quien además recordó que el laboratorio tiene 80 años de creación y su última reparación fue hace 15, cuando recibieron una donación de equipos alemanes.

Según Juana Ibarra, madre de un alumno de segundo de bachillerato, las condiciones del entorno de los laboratorios son preocupantes. “El profesor puede intentar mucho, pero si no hay los implementos, de qué le sirve si los chicos tienen que investigar”, manifestó.

Otra de las representantes añadió estar inquieta porque su hijo no apruebe el Examen Nacional de Educación Superior (ENES), por no tener los conocimientos suficientes en estas áreas.

Cada estudiante debe acudir al menos una vez a la semana a los laboratorios, y la idea de los padres y de los docentes es que el último quinquimestre puedan retomar las actividades con los estudiantes.

DATOS

El pasado martes 12 de agosto el presidente  Rafael Correa anunció que el colegio Vicente Rocafuerte fue declarado en emergencia por problemas en la infraestructura del plantel.

El miércoles 13 el Ministerio de Educación informó que el Instituto Nacional Mejía y la Unidad Educativa Manuela Cañizares, en Quito, también serían intervenidos. A nivel nacional 226 planteles serán remodelados.

Por ahora las autoridades educativas esperan los resultados de los estudios realizados en la parte patrimonial del colegio: museo y biblioteca, para iniciar los trabajos de readecuación.

El museo Francisco Campos Rivadeneira tiene el nombre de un biólogo y entomólogo guayaquileño, quien fue docente de la institución en 1895. El general Eloy Alfaro autorizó la organización del museo, que se convirtió en un centro de apoyo para la investigación en ciencias naturales.