2.500 especies de fauna silvestre fueron rescatadas de manos de traficantes
El tigrillo saca la patita para rozar los dedos que se meten a través de la jaula. Si le queda humor, trata de morder la mano, pero lo hace suavemente con sus colmillos de leche. Sus frondosos bigotes se bordean en medio de las barras y si el felino se pone inquieto, se acuesta para masticar unas pequeñas sogas.
El felino es uno de los pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos de Fauna Silvestre del hospital Veterinario de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), en Cumbayá.
En el entorno natural, un tigrillo alcanza una masa corporal de entre 8 y 20 kilogramos y llega a medir de entre 68 cm y 100 cm. Pero este 'minino', que tiene cuatro meses, pesa alrededor de tres kilos y tiene el tamaño de un gato doméstico; los veterinarios explican que se lo sacó de su entorno cuando aún era un cachorrito.
El animal fue rescatado por autoridades del Ministerio del Medio Ambiente y de la Policía Ambiental. Un hombre del Puyo (Tena) trató de comercializarlo, a través de las redes sociales. Gracias a labores de Inteligencia, la criatura fue localizada, rescatada y sometida a una terapia, ya que tuvo una lesión (fractura con callo óseo) en la patita derecha delantera; el traficante quedó detenido y cumple una sentencia.
En la misma área se encuentran en tratamiento un caimán, dos monos ardilla, un mono machín, dos tortugas mordedoras, galleretas y otras tortugas charapas. Todas estas criaturas fueron rescatadas como producto del tráfico ilegal por el Instituto Tueri (Conservación de la Fauna Silvestre de la USFQ).
Tueri, que en latín significa proteger, apoyó en la rehabilitación de alrededor de 2.500 especies silvestres en 3 años, detalla Andrés Ortega, director del Instituto y profesor de Medicina Veterinaria. La mayoría de estas especies fueron rescatadas de manos de traficantes en todo el país. De ese número, muchas de las especies se encontraron con golpes, marcas de cadenas o heridas por mal trato.
También hay especies estados críticos. Por ejemplo al instituto llegó un cachorro de oso de anteojos con desnutrición y con un grado de gastroenteritis. La especie fue localizada, luego de que habitantes en el noroccidente de Quito alertaran de la presencia del animal en los alrededores. El osito -que fue llamado 'Yumbo'- recibió un tratamiento para después llevarlo a un centro de rescate.
No es el único caso. También atendieron a águilas con fracturas en las alas y heridas de balas por la cacería ilegal. Un ejemplo fue el de una águila arpía que tuvo heridas por perdigones y sufrió fracturas en tres partes del miembro. El plumífero fue puesto en tratamiento con un traumatólogo durante tres semanas. Luego fue trasladado a un centro de rescate; se le colocó un chip para conocer su ubicación.
En los hechos de rescates por incendios, algunos animales presentan asfixia o quemaduras.
Según Ortega, el fondo se realizó con la finalidad de preservar las especies silvestres que han sido víctimas de tráfico. A inicio, los gastos operativos se cubrían con donaciones. Pero con el tiempo, Tueri aumentó sus ámbitos de acción y se constituyó en un instituto más de la Universidad San Francisco.
El veterinario advierte que la labor que cumple la entidad se ejecuta en coordinación con múltiples instituciones, especialmente con el Ministerio del Ambiente y de la Policía Ambiental. Pero también hay el apoyo de organismos como el zoocriadero El Arca del Puyo (Tena), el zoológico Amaru, además de centros de rescate de Cotopaxi y de Zuleta (Imbabura).
Otra institución que colabora es el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) Metropolitano. En este mes, por ejemplo, rescataron a un mono ardilla que rondaba por las calles, al sur de la capital.
El Cuerpo de Bomberos también colabora en esta labor, especialmente en el rescate de especies como zarigüeyas y ardillas que salen de los bosques tras los incendios.
Luego de los tratamientos -explica el director de Tueri- se analizan en dónde deben ser ubicados; generalmente regresen a su hábitat. Así lo van a hacer con un caimán que se encuentra en el área de cuarentena.
El personal alimenta al animal en horarios específicos. Colocan un tubo de PVC entre sus mandíbulas y con pinzas le introducen trozos de carne de res, para mantener su dosis de proteínas.
El reptil fue rescatado de un domicilio de Santo Domingo de los Tsáchilas. Una denuncia alertó a las autoridades que retiraron al caimán, tras un operativo. El animal tenía una fractura en la mandíbula, luego de su rehabilitación será puesto en libertad.
La universidad asigna $ 8.000 semestrales para que se afronten los gastos operativos que puedan incurrir en el rescate y rehabilitación de los animales silvestres, ya que cada caso genera información que es empleada para proyectos de investigación.
Los estudios principales que realiza el centro educativo son en aves, en especial los loros. Sin embargo el equipo de veterinarios ha tenido casos de aves emblemáticas como águilas y cóndores. Una vez fueron liberados colocaron 12 rastreadores satelitales a estas últimas especies para monitorearlos continuamente.
Pero no solo trafican con las aves, entre los animales más rescatados están los tigrillos y los monos.
Andrés Villagómez, coordinador del área de cirugía quirúrgica del Hospital Veterinario, recuerda como cirugia delicada a una intervención que realizaron a un águila. A los médicos les tocó extraer un perdigón del cráneo del animal que le complicó el sistema neurológico. Sin embargo, la operación fue exitosa.Ahora vuela por el páramo andino. "Es una satisfacción realizar una cirugía y salvar a los animales. Es un reto con mucha satisfacción", expresa Villagómez.
En el instituto hay dos médicos veterinarios de cabecera, pero si es necesario, se ofrece el apoyo de 14 especialistas de la Clínica Veterinaria y otros cuatro expertos asociados. Además se cuenta con la cooperación de médicos para humanos de la Clínica de Los Valles.
La asistencia que reciben es integral. No solo en dotación de medicina y terapias, sino también en su alimentación. De eso se encarga José Falconí, auxiliar del Instituto.
El empleado labora en el lugar desde hace 10 meses. Asegura que es fascinante aprender sobre la nutrición de los animales, pues cada uno tiene su dieta específica,a base de frutas, plantas favoritas y carne de acuerdo a la especie. Hay horarios específicos para alimentarlos.
Según Falconí, muchos de los animales no son agresivos, ya que algunos vienen de hogares en donde los tenían como mascotas. Con el paso del tiempo, los animales rescatados se habitúan a los humanos y hasta interactúan con sus cuidadores.
El tigrillo, por ejemplo, ya tiene ganas de jugar al aire libre, pero todavía no puede salir hasta que culmine su tratamiento. Ortega asegura que el felino tiene que cumplir un proceso de adaptación para que adquiera sus instintos de caza y de supervivencia.
Para esto, las criaturas son aisladas del contacto humano y en ciertos casos son trasladados a reservas naturales similares a la de los bosques para que empiece a adaptarse a su entorno.
Los técnicos que realizan el control del animal empiezan a alimentarlo con presas vivas (roedores, reptiles), para que despierten el instinto de cacería y la supevivencia en el bosque. No se los alimenta con pollos, puesto que existe el riesgo de que el animal vaya a las fincas aledañas. En caso de suministrarle carne de pollo, lo hacen sin que la presa tenga plumas.
Dentro de este proceso también se les acostumbra a que el humano ya no sea beneficiario. Reducen su contacto con la especie.
Lo que dice la ley
El Código Orgánico Integral Penal (COIP) prevalece por los derechos de los animales silvestres. El artículo 247 del Código establece una pena privativa de libertad para las personas que trafiquen con estas especies.
La normativa sanciona de 1 a 3 años a los casos de caza, pesca, captura, recolección, extracción, tráfico, tenencia, transporte, permuta o comercio de especies o sus partes, elementos constitutivos, productos y derivados, de flora y fauna silvestre terrestre, marina o acuática, de especies amenazadas, en peligro de extinción y migratorias. (I)