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El estruendo de los petardos altera la conducta de niños autistas

El estruendo de los petardos altera la conducta de niños autistas
29 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

Mateo, de 5 años, se niega a pasar por un taller de ventiladores que queda en el camino a su casa, en el norte de Guayaquil.  

Los fuertes golpes de taladros y martillos que se escuchan afuera del local atemorizan al menor de edad que presenta autismo.

Mateo no grita, ni llora, pero se  pone nervioso y se angustia. “Me agarra del brazo para regresar a casa”, relata su madre Daniela Mariño, mientras van a la tienda.

El 31 de diciembre la situación se agrava con la quema de los monigotes y la detonación de las camaretas, silbadores y más juegos pirotécnicos. “El año pasado lo llevé al cuarto y lo contuve entre mis brazos para que se calmara”.

Una investigación realizada por un grupo de especialistas del Instituto San Martín de Porres, en Argentina, reveló que los estruendos de petardos representan para las personas que sufren de autismo lo más parecido a una catástrofe. Hay una razón, el incremento del nivel de cortisol en la sangre.

El problema

La psicóloga Carla Delgado, del Hospital Guayaquil, explica que las alteraciones del menor se producen por la hipersensibilidad en la parte auditiva y el aumento de la percepción del sonido, con los que nacen las personas con el trastorno del Espectro Autista (TEA). “Los niños  no entienden el contexto de lo que ocurre y por qué hay ese estruendo sorpresivo”.

En Ecuador, según la Secretaría Técnica de Discapacidades (Setedis),  aproximadamente 140.000 personas viven con esa condición.

Para evitar que el menor tenga una crisis de ansiedad, la especialista aconseja aplicar una técnica: abrazarlo y darle apoyo.

De su lado, la psiquiatra Ana María Heinert recomienda prepararlos, de lo contrario se aislarán o comportarán de forma agresiva. El niño se vuelve irritable, se siente amenazado en su entorno y puede creer que su familia es la causante. “Entran en una crisis de ansiedad porque no saben cómo manejar los estímulos que reciben de forma permanente por las detonaciones”.

 En el caso de los niños con asperger, dependiendo del nivel, el impacto es menor: “Ellos son más sociales, no les gusta el sonido, pero lo entienden como parte de una festividad”.

María Ortega, madre de un adolescente autista, cambió su forma de celebrar el fin de año.  “Preferimos permanecer en casa antes y después de la quema de los viejos, porque vemos innecesario causarle estrés a mi hijo”. Su vástago Danilo, de 17 años, se pone orejeras que usan en plantas industriales.

Ortega, quien es directora de la Asociación de Padres Espectro Autista (APADA),  exige la creación de  una ordenanza en Guayaquil para restringir los juegos pirotécnicos. En Facebook informa sobre los daños que traen a niños con autismo, mascotas y a personas sensibles al sonido.

Ella destaca la campaña ‘Los pirotécnicos no son juego de niños’, que promueve hace nueve años el Ministerio del Interior y la Policía Nacional.

Quemaduras por manipulación

El 5 de diciembre de este año tres personas ingresaron a emergencia, en el Hospital Vernaza, con severas quemaduras por uso de pirotecnia, uno falleció.

Wilmer Echeverría, de la unidad de quemados, indicó que fueron los primeros casos de 2016. En 2015, en el mismo centro, hubo una reducción de 60% de ingresados por quemadura de este tipo.

Los riesgos de la manipulación de explosivos son quemaduras de primer grado, traumas (pérdida de miembros) y hasta muerte. Según Echeverría, la probabilidad de perder la vida es del 80%.

Asimismo, el neumólogo José Efraín Ulloa, del hospital Teodoro Maldonado, asegura que la inhalación de carbón, pólvora, azufre y compuestos de los explosivos afectan el sistema respiratorio. “Los niños y adultos desencadenan tos, flema, y los que son asmáticos o adictos al cigarrillo se ahogan”.

Otro de los daños que causa la manipulación de estos petardos se da a nivel auditivo. “Para poner un ejemplo, el sonido del teléfono celular tiene 60 decibeles, si uno supera ese volumen traerá alteraciones al tímpano”, advierte. (I)

El ritmo cardíaco y los sentidos se aceleran en bebés

La detonación de los juegos explosivos   aumentan la frecuencia cardíaca, movimientos musculares bruscos en las extremidades o espasmos musculares en los recién nacidos.

El pediatra Boris Calle explica que son afectados el sentido del olfato y el auditivo, órganos que están en desarrollo. El ruido de las explosiones también produce lesiones a nivel visual cuando son expuestos a las luces de los juegos artificiales. ”Les puede provocar ceguera”. Los cambios en la coloración de piel y palidez también son indicios del malestar de los menores de edad.

Calle recomienda mantenerlos en una habitación, lejos de los juegos, y cerrar las ventanas y las puertas para evitar estragos en la salud.

La psicóloga Nadia Goren indica que, a nivel emocional, ellos se asustan mucho, se ponen sensibles y empiezan a sentir ansiedad.

Para disminuir el impacto, la especialista recomienda a los padres cargar al infante. “Antes de que esto ocurra, los padres deben estar calmados para transmitirles seguridad”.

Otra de las sugerencias es encender la radio o algún reproductor y activar una música tranquila o su canción favorita para mantenerlo relajado, “para que no fijen su atención en otros ruidos”. (I)

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