El Estado cubre la totalidad de trasplantes
En los primeros meses de 2017 se han registrado 61 trasplantes en el país; de ellos 46 fueron de córneas, 13 renales y 2 hepáticos.
Esto, según Rubén Chiriboga, director ejecutivo del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (Indot), revela la calidad de la infraestructura hospitalaria con la que cuenta el país y la preparación de los profesionales que realizan esta actividad a escala nacional.
En los últimos 7 años se capacitaron a 9 mil profesionales relacionados al proceso trasplantológico; y desde el actual período presidencial el Estado asume todo el costo de la cirugía, incluida la medicación del paciente.
“Los valores de un trasplante, como el de progenitores hematopoyéticos (médula) bordean los $ 200 mil y eso es imposible de cubrir para una persona, pero desde que el Estado asume todo hay la opción de que los ecuatorianos tengan la posibilidad de acceder a un trasplante”, recalca Chiriboga.
A escala nacional 29 establecimientos efectúan estos procedimientos quirúrgicos y de estos, 8 son públicos.
De acuerdo con información del Indot, el trasplante más recurrente en el país es el de córnea, que se efectúa en cualquier edad y derivado de accidentes o enfermedades degenerativas (hipertensión o diabetes). “Requiere menos capacidad tecnológica y los resultados que se obtienen son esenciales, porque la persona vuelve a ver el mundo y, además, tiene autonomía e independencia.
En el país existen dos modalidades de trasplante: cuando el donante está vivo y cuando es cadavérico.
En el primer caso solo es posible la donación de un órgano de algún miembro familiar hasta el cuarto grado de consanguinidad, pero siempre y cuando se cumpla con todos los exámenes previos.
“La ley determina que el donante en vida puede ser la esposa, el padre, hermano, sobrino. Bajo estos requisitos y cumpliendo parámetros legales y técnicos el Indot autoriza que se dé la donación”.
Chiriboga puntualiza que una vez comprobada la compatibilidad se da un proceso legal en el que existe aprobación del que dona y de quien recibe para garantizar primero que la persona que va a donar no tenga problemas en su vida futura; y garantizar el paciente que va a mejorar su condición de vida.
Todos los trasplantes que se hacen en el país deben tener autorización del Indot y hacerse en una institución acreditada.
La segunda opción es de un donador cadavérico para lo cual debe darse el ingreso en la lista de espera única, donde en promedio un paciente pasa entre 18 y 48 meses hasta encontrar un donante compatible. La prioridad la tienen los niños y los grupos vulnerables.
“Es un tiempo bastante bueno porque a nivel mundial los datos nos dicen que solo el 10% de las personas que están en lista de espera pueden acceder a un trasplante”.
En Ecuador la cifra dice que el 18% de pacientes alcanza la donación de un órgano y eso según el Indot demuestra la capacidad resolutiva de los establecimientos de salud y resalta el acto de los ecuatorianos de ser donantes. “Esto permite que el tiempo de espera sea corto y la capacidad transplantológica se incremente”.
La lista tiene criterios técnicos y médicos que permite a la persona acceder a un trasplante. Todos los días se modifica en función de nuevos pacientes y de otros que ya accedieron a la cirugía y es manejada desde los establecimientos médicos, pero administrada por el Indot.
El procedimiento
Tras confirmarse la necesidad de un trasplante se realiza un extenso análisis que incluye además de exámenes médicos, la situación sicológica y un estudio social que revela la capacidad familiar para otorgarle una habitación propia, apartada de hacinamientos que compliquen su salud porque se encuentra inmunodeprimido (con bajas defensas).
“Hay personas que tienen alteraciones sicológicas, intentos de suicidio, que empeoran con la administración de los inmunosupresores y en ese caso no es conveniente que se haga una inversión porque los resultados no serán los esperados”, comentó Hugo Rosero, cirujano encargado de la unidad de trasplantes del Hospital Eugenio Espejo (HEE).
En esta institución hoy se desarrollan trasplantes de forma permanente como parte de los procedimientos quirúrgicos habituales y en los 111 que efectuaron en los últimos 3 años en ninguno necesitaron transfusiones de sangre.
“En otras épocas el trasplante requería muchos paquetes globulares, pero hoy gracias a la experticia y cautela el procedimiento es más seguro”, reiteró Rosero.
El paciente permanece por cerca de 2 semanas internado y posteriormente tiene que acudir a chequeos médicos cada 15 días. A más de los cuidados en la alimentación, la persona con trasplante debe ingerir de por vida los inmunosupresores (para evitar que el cuerpo rechace el nuevo órgano).
Tarcila O. oriunda de Riobamba recibió el año pasado un trasplante renal (riñón) con lo que mejoró su condición de vida.
“Hoy tengo libertad para construir mis sueños y compartir con mi familia. Este trasplante de riñón significa todo para mí”, comentó la residente del Cañar, quien fue la paciente número 600 en trasplantarse.
Según los especialistas, un trasplante renal de un donante cadavérico se estima que dure entre 10 y 15 años y hasta 20 años cuando el donador está con vida.
“Pasado ese tiempo hay la opción de ir por otra cirugía, todo depende de la edad del trasplantado”. (I)