Los niños y adolescentes toman de ‘ejemplo’ tendencias de adultos
El deseo por la delgadez extrema aparece ahora desde los 5 años
Llegó al consultorio peinada con un moño alto y caminando como modelo. Se sentó, cruzó las piernas y empezó a hablar como una adulta. Pero la niña apenas tenía 5 años. “No puedo comer esto que me está mandando porque me engorda” fue una de las exclamaciones que hizo la menor de edad mientras era atendida en el Hospital de Niños Roberto Gilbert, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
La jefa del Área de Nutrición, Gabriela Peré, lo recuerda claramente porque forma parte del 15% de casos que se presenta en la casa de salud por inconformidad en la apariencia física de los niños.
Peré no habla de adultos sino de menores de 12 años. Según un informe del Instituto Australiano de Estudios de la Familia, las señales de infelicidad por el peso aparecen a los 8 años.
El trabajo reunió las respuestas de más de 4.000 niños y reveló que al menos 2 de cada 5 infantes entre 8 y 11 años quieren ser más delgados de lo que les corresponde, mientras que los menores de 10 y 11 años hablaban de controlar su peso.
Para el médico nutricionista Ludwing Álvarez, del hospital León Becerra, estos casos no están alejados de nuestro entorno porque el consumo alimentario de estos menores es compartido con la dieta occidental aplicada en el país. “Hay exceso de grasa animal, azúcares simples y eso nos lleva a los problemas alimentarios”, explica.
¿Cómo reconocer a un niño con trastornos alimenticios?
El médico Álvarez señala que una de las alertas que deben tomar en cuenta los padres es la hora de la comida, “cuando el niño dice no deseo comer esto, siempre hay que conocer el justificativo”.
Jackeline comenta que ese es el dilema a diario que tiene con su hija de 6 años. “Es especial y no le gusta comer cualquier cosa, porque ve a su primo que tampoco lo hace y ella cree que eso está bien”, explica.
La menor, de contextura delgada, también se mira como una futura modelo o bailarina y asegura que para lograrlo debe “estar en forma”.
De acuerdo al estudio, el 16% de las chicas y el 11% de los chicos ansían incluso ser más delgados de lo que ya son y la mitad desea mantener su bajo peso.
Para la nutricionista Peré, la actitud de los niños al momento de aceptarse es un reflejo visible de quienes están en su entorno. “Los padres no se dan cuenta, pero le siguen la corriente al niño porque es él quien decide comer”.
Añade que los menores que empiezan con una obsesión por el peso se crean deficiencias y frenan el crecimiento. “La alimentación en el niño, además de nutrir, tiene el papel fundamental de mejorar o influenciar el crecimiento en la talla”.
Peré sostiene que generalmente los padres o familiares con un culto al cuerpo son quienes influyen en la percepción física del niño, a lo que se suma la televisión.
“Los menores quieren parecerse a este personaje o las niñas quieren ser igual a una presentadora de televisión. Por eso hay la regulación de que ningún famoso puede aparecer en productos de niños, ni tampoco que en el etiquetado haya un dibujo animado para que el niño no piense que si come eso será igual a él”, explica.
Consecuencias riesgosas
La falta de nutrientes y dietas a temprana edad pueden causar retardo de la menarquia o primera menstruación en las niñas. “Para menstruar la mujer necesita hormonas y las hormonas son dependientes del colesterol y ante la falta de peso no tendría la mestruación sino a los 12 ó 15 años”.
Álvarez explica que la mujer necesita su depósito de grasa para la adultez, a partir de los 18 años.
En el caso de los hombres, la insatisfacción por su peso corporal puede conllevar a la vigorexia, que es la práctica de ejercicios exagerados. El especialista recuerda el caso de un adolescente que se levantaba a las 05:00 para hacer ejercicios durante 3 horas “solo para verse bien”.
El menor había sido obeso, luego siguió un control nutricional por internet, llegó a ser normopeso (normal de peso) y después quería estar musculado.
La nutricionista Peré sostiene que en el tratamiento de la mayoría de menores inconformes con su imagen no es necesario la intervención sicológica, sino guiarlos que sigan una buena alimentación.
Entre las recomendaciones, indica, de manera general los padres deben escoger un plato y dividirlo en 4 partes. “Un cuarto que corresponde a los cereales, fideos, papas, plátano, yuca que deben contener una medida similar al puño del niño”.
Con respecto a las proteínas (pollo, carne, pescado, huevo) solo se debe consumir la cantidad que entre en la palma de la mano del niño, mientras que los vegetales pueden ser más, pero con un puño sería suficiente, al igual que las frutas.
Estas son partes orientativas que varían según el peso y talla del niño tanto en el almuerzo como en la cena. En el desayuno puede comer cereal, pan, torta, leche y fruta.