El costo ambiental de la moda
Comprar más, usar menos. Es la fórmula de consumo acelerado que convierte a la moda en una de las industrias más contaminantes del planeta, pues en promedio una prenda se usa solo 7 a 10 veces. Naciones Unidas estima que la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta. Es responsable del 20% del desperdicio total del agua en el mundo y del 10% de las emisiones de CO2 a nivel global.
Estos problemas surgen por una tendencia denominada fast-fashion o moda rápida, un modelo de producción masiva que utiliza recursos sin medir el impacto social y ambiental.
Según Diego Pinto, Fundador de la marca ecolígica Apuk, “producir un pantalón de tela jean utiliza alrededor de 3.600 galones de agua, esto equivale a ducharse durante 18 meses, por ejemplo. La moda rápida, Fast Fashion, crea prendas de vestir que duran menos de un año y la gente tiene que botarlas a la basura porque la calidad es mala”.
Además, Naciones Unidas indica que para cumplir con los plazos que el Fast Fashion impone, la producción de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias. Las personas suelen trabajar de 14 a 16 horas diarias por salarios mínimos, lo que representa un atentado a los derechos humanos, pues incluye casos de explotación laboral infantil y trabajo forzado.
“La parte de la producción tiene un impacto ambiental, pero sobre todo tiene un impacto social y estamos hablando de que las prendas son más baratas porque alguien más está pagando ese precio. Es decir, a alguien no se le pagó algo, por eso te sale más barato a ti. (…) Prendas que vienen de ciertos mercados que tienen muy cuestionables tratos sobre los derechos humanos de las personas que producen las prendas”, señala Estefanía Cardona, editora de Lifestyle Kiki, un medio de comunicación sobre moda sostenible.
Según un reporte de la Fundación Ellen MacArthur, la producción de ropa se duplicó y en 2015 llegó a 100 mil millones de prendas. Sin embargo, el uso de la ropa decreció en un 36%. Esto se traduce en que el 73% de la ropa producida anualmente termina incinerada o en basureros.
La moda rápida se maneja en un sistema lineal de producción, uso y desecho. Para la Fundación Ellen MacArthur esto es lo que causa un consumo desmedido de recursos y un gran número de consecuencias negativas en el ambiente.
Moda sostenible
Cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura. Para evitar este desperdicio, existen varias alternativas amigables con el ambiente y que benefician a la sociedad.
Cuando hablamos de moda sostenible, surge el término slow fashion o moda lenta como una reacción a la moda rápida. Se trata de una forma de pensar y concebir la moda desde la consciencia, la ética y el respeto por el ambiente, los trabajadores y los consumidores.
La moda consciente toma en cuenta un modelo circular que incluye:
- Eliminar sustancias peligrosas en la producción y reducir materiales que despidan microfibras.
- Aumentar la durabilidad de la ropa para reducir la pronta obsolescencia.
- Uso de materiales tanto reciclables como reciclados.
- Transitar hacia energías y materiales renovables en la producción de ropa.
Pero también existen acciones que pueden hacer las personas en la práctica cotidiana, como adquirir prendas de segunda mano, donar la ropa que ya no usas, comprar local y reparar prendas.
Cardona sostiene que la moda lenta se practicaba en el país hace varios años. “El Fast Fashion no es parte de nuestra cultura. Es más bien algo que llegó. Nosotros no tenemos ese tipo de negocio en el país. La moda más consciente y sostenible, más lenta y producida, pensada en la calidad y protegiendo, incluso legislativamente, los derechos de las personas, es más propia de Ecuador”, manifestó.
Un ejemplo de esto, es la labor que realiza Diego Pinto con el emprendimiento Apuk de moda sostenible. “Nosotros reciclamos estas telas en las fábricas de Otavalo, las fusionamos y así también trabajamos con la comunidad de ellos. Les enseñamos a reutilizar los productos, a darle una vida nueva a ese textil y lo hacemos artesanalmente. Entonces, al hacerlos artesanalmente, es decir al hacerlo a mano, cada prenda de vestir es única”, explicó.
Aunque hay alternativas amigables con el ambiente, el camino aún es largo. En retrospectiva, el desperdicio es una de las características que define a la industria de la moda. Se calcula que, a nivel mundial, se reutiliza menos del 1% de la materia prima como plástico, algodón y otras fibras usadas para producir ropa.
Sin embargo, según Greenpeace, se estima que si el sector de la moda cambiara su modelo de producción en favor del ambiente y en beneficio de sus trabajadores, es decir, al dejar atrás la fast fashion, habría un beneficio económico global de 192 mil millones de dólares.