El Colegio María Auxiliadora de Guayaquil cerrará sus puertas por la reducción de estudiantes
La Unidad Educativa María Auxiliadora, tras 105 años, se prepara para cerrar sus puertas de forma permanente en el puerto principal.
Las autoridades del plantel organizaron este viernes una reunión con los padres de familia para comunicarles que la decisión fue tomada luego de un proceso de reflexión exhaustivo.
La inspectora de las salesianas del Ecuador, sor Beatriz Navarro, comunicó a EL TELÉGRAFO que la medida “es por la disminución significativa del número de estudiantes y la dificultad para sostener la obra que hoy requiere atención e inversión”.
Hasta 2003 la institución funcionó en el centro de Guayaquil, en una infraestructura ubicada en las calles P. Ycaza y Alfredo Baquerizo Moreno. El sitio actualmente es ocupado por estudiantes de la carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales y Networking de la Universidad de Guayaquil.
La Unidad Educativa María Auxiliadora se mudó a una nueva infraestructura en el km 19,5 vía a la Costa (nuevo polo de expansión urbana), en donde asisten alumnos desde educación inicial hasta bachillerato.
Navarro señala que en los últimos años la población estudiantil disminuyó notablemente. “Hay 273 estudiantes. Antes (en el edificio antiguo) había más de 800”.
Al ser consultada si la disminución de la población fue por el traslado, Navarro prefiere no pensar en un solo factor. “Podría ser la distancia, podrían ser costos”.
Tampoco considera que el traslado hacia el sistema fiscal generara complicaciones. “La educación particular tiene algo que agrada a los padres de familia (...). No se trata de que se han ido, estando dentro, se trata de que no llegaron”.
Añade que la madre general de la comunidad, en Roma, está al tanto de la decisión, puesto que recibió un informe sobre la situación del plantel de los últimos 5 años.
El proceso
Amparados en el artículo 107 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), las autoridades presentarán el cierre voluntario de la institución ante la Dirección Distrital.
La normativa señala que las instituciones educativas particulares y fiscomisionales lo pueden hacer, a más tardar, 4 meses antes del inicio del año lectivo en el que dejarán de prestar el servicio educativo, previa exposición detallada de las causas que lo motiven. “Una vez autorizado el cierre, le corresponde al Nivel Distrital implementar un plan de contingencia para que los estudiantes sean acogidos en otras instituciones educativas, a fin de garantizar para ellos el derecho a la educación”, detalla el reglamento.
Este viernes los estudiantes terminaron el primer quimestre y Navarro asegura que el segundo parcial continuará de manera regular.
“Estudiantes, docentes y autoridades estamos llamados a aportar con lo mejor de nosotros para culminar el año escolar (2016-2017) exitosamente; pensando, sobre todo, en los estudiantes”. Sobre qué hacer con la institución, señala que es otro paso importante que lo darán “a su debido tiempo”.
Sin marcha atrás
La inspectora de las salesianas de Ecuador reitera que el cierre es el camino elegido luego de una deliberación responsable y consciente.
Manifiesta que en años pasados también se cerró el colegio María Auxiliadora de Chunchi, en la Sierra, una de las obras más antiguas de Ecuador. Además de San José de la Beneficencia en Guayaquil, la Misión de Bomboíza en el Oriente y otras congregaciones.
Navarro considera que la permanencia de otros colegios religiosos depende de las opciones que tome cada congregación. “Cada institución tiene su historia, su ritmo, su camino. El carisma salesiano responde a las necesidades de los tiempos, a lugares, a exigencias de los interlocutores”.
María Auxiliadora Tapia, una de las exestudiantes del colegio, siente nostalgia cuando recuerda su institución. “Me daría mucha pena que otras generaciones no puedan tener lo que nos marcó: la calidad y calidez que nos daban. Ese abrazo de amiga, más que de autoridad. Las madres eran compañeras”.
Por su parte, la exalumna Solange Yturralde expresa que le sorprendió la noticia. “En algún momento pensé que si tuviera hijos, los pondría a estudiar en el Mariuxi”.
Ella, de 25 años, cursó la primaria en la institución. Señala que la cercanía con sus maestras y monjas la hicieron vivir el espíritu salesiano desde dentro de casa. “Pese a cambiarme de colegio, seguí en la Pastoral, ayudando a la gente, de eso no me arrepiento”. (I)