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El cocodrilo de la Costa, una especie solitaria y vulnerable
Una extensa columna de vehículos se formó, por la noche, en la calle Plaza Dañín, cerca del centro comercial Policentro, en el norte de Guayaquil.
Un accidente de tránsito, un operativo de los vigilantes y un delincuente detenido fueron algunas de las especulaciones que hicieron los conductores y pasajeros atrapados en el embotellamiento.
Pero no se trató de nada de eso, sino de un cocodrilo que salió a la transitada avenida (cercana al estero Salado), en enero de este año.
Los ciudadanos aprovecharon el acontecimiento para hacerse autofotos con sus celulares, pues no todos los días se registran estos acontecimientos en el puerto principal.
Ante situaciones como esa, el Ministerio del Ambiente (MAE) desarrolló charlas educativas sobre el comportamiento de esta especie para informar a los ciudadanos a cerca del comportamiento del animal. La capacitación se efectúo en la zona residencial de Puerto Azul donde, por las redes sociales, se reportó otro caso en agosto.
La entidad recordó que, en caso de ver alguno, no hay que acercarse a ellos, alimentarlos, lanzarles objetos ni agredirlos, pues es una especie protegida en el país y su manejo tiene normas.
“Hay que comunicarse con el ECU-911 en caso de que se encuentre en un lugar cercano a la población, casa o playa”.
Asimismo indicó que es responsabilidad y decisión de los propietarios de los inmuebles que tengan acceso al Estero Salado (como el caso de Puerto Azul) colocar cercos de protección, sin que estos afecten el ecosistema.
“Se han realizado charlas, difundido información en las redes sociales y se sensibilizará a la población que habita en los sitios donde haya avistamientos”. Por lo pronto, en las riberas se colocaron señaléticas de advertencia.
El biólogo Jaime Salas, docente de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil, explicó que los cocodrilos pueden salir al área urbana por el “desbordamiento de especies”, es decir, por el flujo de marea.
En cambio en Puerto Azul, detalló, es una especie residente, ya que cerca se encuentra la Reserva de Fauna Manglares del Salado. “Allí tiene su hábitat”.
Su piel era explotada
La entidad recordó que hace años existían grandes cantidades de este reptil en los estuarios y cuencas bajas de los ríos de la Costa.
Sin embargo -explicó la cartera de Estado- su número disminuyó por diversos factores: agresiva expansión urbana de las ciudades o comunidades aledañas a los lugares donde habita esta especie (especialmente Guayaquil) y a la caza (por su carne y piel). “No se cuenta (actualmente) con datos suficientes para determinar su población en el estero Salado”.
En 1980, su número, en toda la Costa, se estimaba en aproximadamente 1.000 individuos (según la publicación Ecología poblacional, distribución y estudio de hábitat de Crocodylus acutus en la ‘Reserva de producción de fauna manglares El Salado’ del estuario del Golfo de Guayaquil).
Entre 1930 y 1950 -reza el citado texto- fueron cazados 200.000 individuos. “Valía más por su piel”. No obstante, su explotación fue prohibida por el Gobierno en 1959 “ante la dramática reducción de la especie”. (I)