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El Telégrafo
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El caparazón permitió identificar la nueva especie de tortuga gigante en Galápagos

Washington Tapia, científico ecuatoriano y asesor de la Dirección del Parque Nacional de Galápagos junto a la nueva especie de tortuga Chelonoidis donfaustoi. FOTO: Parque Nacional Galápagos
Washington Tapia, científico ecuatoriano y asesor de la Dirección del Parque Nacional de Galápagos junto a la nueva especie de tortuga Chelonoidis donfaustoi. FOTO: Parque Nacional Galápagos
22 de octubre de 2015 - 17:26

¿Cómo fue el proceso de estudio en relación a la genética de la nueva especie de tortugas?

En el pasado todos los estudios en Galápagos y de las especies en general se habían basado en detalles morfológicos. A partir de 1994, un grupo de genetistas de la Universidad de Yale inició la investigación de las tortugas gigantes usando técnicas genéticas. En 2001 habían hecho estudios de las especies de varias islas, pero en el caso de Santa Cruz solo se habían analizado muestras de la parte oeste de la isla. Sin embargo, dos investigadores observaron una forma diferente en el caparazón de la población de tortugas del lado este y sugirieron que se tomara muestras de esa población de tortugas para realizar su análisis genético. Entonces, en 2002 se realizó una expedición y fueron colectadas las primeras muestras.

¿Se puede considerar que la existencia de este tipo de tortuga es parte de una cadena evolutiva de la especie?

Lo que nos muestran los datos es que esta especie divirgió  de su ancestro hace aproximadamente unos 400 mil años atrás. Este descubrimiento confirmó que en Galápagos las especies siguen en proceso evolutivo. Recordemos que todas las tortugas del archipiélago provienen de un ancestro común que es el Chelonoidis chilensis y a partir de este ancestro común por radiación adaptativa se han convertido en las 15 especies que actualmente conocemos.

¿Hay diferencias entre la nueva Chelonoidis donfaustoi de la Chelonoidis porteri?

Además del aspecto genético, la única diferencia morfológica visble es la forma del caparazón, aunque son muy parecidas a las de la zona oeste. Seguramente uno de los factores que influyó para que se convirtiera en una especie diferente debe haber sido el aislamiento y las condiciones ecológicas y ambientales existentes en su área de vida, ya que a pesar de que ambas especies se encuentren en Santa Cruz, existe una distancia que las separa de aproximadamente entre 10 y 15 kilómetros.

En pocas palabras, se trata de una colonización diferente a la ocurrida en el área oeste de la isla, la cual genéticamente hablando divirgió hace aproximadamente 1.7 millones de años, mientras que la población del este lo hizo hace unos 400 mil años.

¿Cuáles son los datos relevantes que ustedes conocen de la nueva especie?

Aún se conoce muy poco. Se estima que podrían existir unos 250 a 300 individuos, solo se sabe que están en la zona este, pero no se conoce toda su biología y ecología. Lo que se realizará en conjunto con el PNG es estudiar su población, para entender su real estatus, distribución, amenazas y será la entidad la que decida las acciones de manejo que se requieren para garantizar la conservación esta especie.

También se espera continuar trabajando con la Universidad de Yale, y los obtener fondos necesarios para que el próximo año se realice un estudio minucioso de la población, de forma que al final de ese año o a inicios del siguiente podamos tener datos exactos para transmitirlos al PNG para que puedan tomar las mejores decisiones de manejo.

¿Qué hace falta para continuar con los análisis y proseguir con la investigación?

Lo principal es conseguir los recursos económicos, pues para cada salida de campo se requieren equipos de camping para permanecer en el sitio donde las tortugas viven, ahí debemos en cada salida de campo acampar durante unas dos semanas para recorrer toda su área de vida.

Entre los equipos básicos que se necesitan puedo mencionar GPS, carpas, sleeping bags (bolsas de dormir), insumos para el equipo de investigadores, como alimentos y agua para beber pues en Galápagos no existen cuerpos de agua y por lo tanto hay que cargarla hasta el sitio en canecas de 5 galones, microchips para colocar a cada uno de los individuos que se encuentren; además se necesitarán materiales para tomar más muestras de sangre para poder profundizar los análisis y ver la variabilidad genética que existe dentro de la población.

Una vez que se colecte las nuevas muestras, serán enviadas al laboratorio de la Universidad de Yale, pues además de que ellos cuentan con todo el grupo de expertos, si se quisiera montar uno en el PNG, costaría aproximadamente $2 millones de dólares y si a eso le sumamos la necesidad de contar con los especialistas sería mucho más costoso. Por lo tanto es mejor realizar un trabajo cooperativo con expertos internacionales.(I)

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