El cambio climático borra dos ríos del mapa mundial
Cuando aún no termina el primer trimestre de 2016 dos situaciones ambientales preocupan a pobladores y autoridades. Se trata de la evaporación completa del segundo río más grande de Bolivia, el Poopó, en febrero pasado, y la desaparición del río Atoyac, que hasta la semana pasada atravesaba 8 municipios en la zona montañosa de Veracruz, en México.
En el caso del Poopó, los expertos consideran que 3 factores incidieron en la sequía: el fenómeno de El niño, la mano del hombre y el calentamiento global.
“Es una fotografía del futuro del cambio climático”, expresó el glaciólogo y director del Instituto Boliviano de la Montaña, Dirk Hoffmann, quien cree que recuperar el lago no será posible porque las señales del desvanecimiento de la masa de agua no ocurrieron de un momento para el otro.
Desde 1920 el Poopó estuvo por debajo de su nivel óptimo. Su nivel descendió drásticamente entre 1940 y 1948. En 1984 tuvo una crecida que alcanzó su pico en 1988, con más de un metro por encima de su nivel normal, y de ahí comenzó su descenso.
Del cuerpo de aguas poco profundas que alguna vez llegó a 2.337 kilómetros cuadrados de extensión, solo quedaron pequeños charcos. Los peces se secaron, algunas aves migraron y otras, como las gaviotas, que decidieron quedarse, se pelean por la poca comida.
La más reciente desaparición de otro afluente ocurrió en México, el último miércoles. El río Atoyac era promocionado turísticamente como un lugar propicio para realizar paseos en botes o practicar kayak, acompañado del tono azul de sus aguas que eran su principal atractivo, pero un socavón lo absorbió por completo.
El geólogo Fernando Morante, subdecano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), explica que el problema natural tuvo origen en una falla tectónica que puede ocurrir en cualquier parte del planeta.
Hasta ahora Ecuador no presenta registros de casos similares, pero Morante menciona que el país tiene las condiciones geológicas para que suceda. “No sabemos cuándo, probablemente nunca se dé o tal vez luego de 100 años”, expresó.
Las principales afectaciones que conllevan este tipo de fenómenos naturales se evidencian en el cambio de su biodiversidad.
Por ejemplo, Atoyac era el nido de 80 especies de aves y 20 especies de mariposa, entre las cuales estaban las comúnmente conocidas como tigre, monarca y de la suerte.
El biólogo César Tumbaco explica que una especie es comida para otras y si esa especie perece la otra también lo hará, y existe el peligro de la disminución de la fauna.
A más del peligro ambiental, las autoridades mexicanas consideran que en el caso de Atoyac existe otro elemento preocupante: la contaminación.
El mayor riesgo que corren la poblaciones afectadas, donde residen más de mil familias e industrias azucareras de la región, se debe a que los desechos de las fábricas que parcialmente se esparcían con la corriente de agua, quedarán estancados y se acumularán en el ahora camino seco.
Pese a la gravedad de la situación, lo científicos consideran que el río es rescatable ya que se conserva el lugar de nacimiento, kilómetros arriba del hundimiento. Para ello se requiere la supervisión de la Comisión Nacional de Agua de México y las inversiones correspondientes.
El llamado de la población a nivel general es que estos episodios se eviten en la medida de lo posible.
La nueva atención ahora se concentra en el Titicaca.
Especialistas señalan que el lago más grande del mundo está descendiendo en forma preocupante, lo que se debería al cambio climático y al aumento de la temperatura.
La zona en donde se puede apreciar el descenso del agua es en el sector de Huanucollo, provincia de Chuchuito (Perú). En este lugar el lago ha retrocedido más de 50 metros, según sus pobladores.
En otra zona del mismo país, en Lampa, desapareció la Laguna Colorada. Según los moradores de la zona el agua empezó a evaporarse a tal extremo que ahora se puede llegar caminando a la única isla que tenía en medio del agua.
Según el geólogo Morante lo importante es que otras poblaciones estén preparadas ante un evento similar. “La Secretaría de Gestión de Riesgo debe elaborar proyectos geológicos para definir las zonas más propensas a estas situaciones y educar a la población sobre qué hacer ante esos riesgos”. (I)