El 80% de las niñas del país realiza tareas domésticas
Con una funda de tomates en una mano y en la otra cebollas, Manuelita, como la llamaremos para ocultar su nombre verdadero, cada viernes y sábado es parte de los cientos de comerciantes que se pierden en las angostas calles del centro de abastos del Mercado de San Roque, en el centro de la capital. A sus 11 años, ha aprendido a dividir su tiempo en dos ocupaciones: el estudio y el trabajo.
“Desde los cinco años le ayudo a mi madre en el mercado. Siempre le acompaño los fines de semana cuando se vende más”, dijo Manuelita, la tercera de cinco hermanos y quien de lunes a viernes no se hace presente en esta zona de la urbe, pero eso no significa que esos días tiene el tiempo suficiente para estudiar tranquila, jugar o encontrarse con sus amigos.
“De lunes a viernes me toca hacer las cosas de la casa. Lavar platos y ropa, cocinar y cuidar a mis dos hermanos pequeños”, manifestó la menor, quien forma parte, según Plan Internacional Ecuador 2012, de una población flotante de, aproximadamente, 500 niñas y niños trabajadores de este sector.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, en cifras entregadas el pasado julio, el porcentaje de niños que trabajan bajó en el país de casi el 17% en 2007 a cerca del 6% en 2011.
Byron Villacís, director de esta institución, detalló que, aunque aún hay alrededor de 213.000 niños trabajando -de ellos un 3,2% estudia-, el diagnóstico en general es “favorable” en el país, donde en 2011 había más de 3,6 millones de menores de entre 5 y 17 años. “Hay 450.000 niños que han salido del trabajo y se dedican ahora solamente a estudiar”, dijo Villacís, al apuntar que esto evidencia “un quiebre” de la situación de trabajo infantil antes y después de 2007.
Sin embargo, para Plan Internacional Ecuador 2012, proyecto que pretende sensibilizar y generar conciencia en todos los sectores para construir sociedades más justas, solidarias e inclusivas, el trabajo infantil doméstico, que se mantiene en porcentajes altos y que es mayoritariamente realizado por niñas con o sin pago, no es tomado en cuenta como tal por las instituciones que realizan las estadísticas laborales de los menores de edad. Señaló que el 80% de las niñas entre 5 y 17 años realiza tareas domésticas en el Ecuador.
“El trabajo doméstico implica la realización de tareas domésticas, tales como limpieza, cuidado de otros niños o niñas, cuidado de animales, ayudar en los negocios. Esto vulnera su derecho a la educación, a la protección a la salud y a la recreación”, indicó Fernando Negrete, coordinador del Proyecto de Erradicación del Trabajo Infantil del Mercado de San Roque.
Y ese, según Negrete, es el objetivo de Plan Internacional Ecuador 2012: buscar la igualdad y el valor de las niñas, mejorar sus condiciones de vida y la construcción de un Ecuador más justo, a través de una movilización social en el mundo, y en Ecuador en particular, para que niñas, niños, mujeres y hombres logren iguales derechos e iguales oportunidades.
“Nosotros, desde hace tres años, trabajamos junto al Municipio de Quito en la erradicación total del trabajo infantil. En este proyecto está incluido las labores domésticas que realizan las niñas. Nuestro interés no solo está en cambiar la mentalidad del menor de edad, de que tiene que estudiar, ser responsable, sino, además, en cambiar la mentalidad de sus padres”, explicó Negrete. Añadió que en la Casa de la Niñez del Patronato San José, en sus tres centros, se asiste a 600 menores del centro y sur de Quito. De ellos, el 65% es de mujeres.
“A todos se les da la comida y se les guía en sus tareas escolares”, acotó. Sin embargo, el funcionario indicó que las labores de los niños como cargadores, betuneros, desgranadores, vendedores informales, recogedores de basura, entre otras, se puede y se logrará en algún momento extinguir. Según el Gobierno, sería en 2015, pero en el trabajo doméstico es difícil porque “hay gente que aún tiene arraigada la idea de que la mujer tiene y debe hacer eso”.
“Las niñas se ven obligadas a dedicar más tiempo a las tareas domésticas, porque muchas madres dicen que deben aprender a ser buenas amas de casa, lo que limita sus oportunidades para desarrollarse integralmente. A diferencia de los niños que juegan un papel protagónico, en muchos casos”.
Esta opinión es compartida por Sarita (nombre ficticio). Ella, a diferencia de Manuelita, asiste a la Casa de la Niñez y tiene el apoyo de sus padres para no trabajar más en el mercado y estudiar, pero las labores domésticas todavía están en su “agenda”.
“Me toca hacer las cosas en mi casa porque soy la mayor de mis tres hermanos y porque me gusta”, aseguró la menor de 14 años. Según sus propias palabras, es inevitable realizar este trabajo porque su madre y su padre están en el mercado desde las 02:00 hasta aproximadamente las 19:00.
“A mis hermanos menores les hago el desayuno y les mando a la escuela. En el día lavo los platos, la ropa y muchas veces, cuando mi mamá no llega a tiempo, me toca hacer el almuerzo. Vengo corriendo al centro, hago los deberes y voy al colegio”.
La menor, que tiene esta rutina desde los 10 años, sueña con ser ingeniera civil y que este sea un país de igualdades. “Tenemos todos los niños la obligación de estudiar y ayudar en nuestras casas. Pero también tenemos el derecho de jugar y pedir que nuestro hermanos varones nos ayuden a planchar y lavar”.
Su madre, María (nombre ficticio), a pesar de señalar que no le ordena el trabajo doméstico, manifestó que Sarita hace voluntariamente esa labor como una retribución al esfuerzo que ellos hacen para que no falte nada en su hogar.
“Yo quiero que estudie en la universidad, que sea una profesional y tenga las oportunidades que yo no tuve. Ella ya no viene al mercado, pero tiene que ayudar en el hogar. Le gusta”.
Esa afirmación, para Ernesto Beltrán, psicólogo del Centro de la Niñez, es una conducta de arrastre. “Para Sarita es normal hacer esas cosas porque, en su entorno, la mayoría de niñas realiza esa labor”. Beltrán agregó que las madres, mucho más que los padres, son clave para lograr la igualdad de género. “Es más fácil convencer a una madre sobre los beneficios de que una niña ya no trabaje y que se dedique a estudiar, que al padre. Él siempre pregunta después del abordaje: ‘¿Qué gano yo?’, y eso inevitablemente complica las cosas.
Lo importante es preguntarse qué gana la niña o el niño con un cambio de mentalidad. Esta mentalidad se viene arrastrando principalmente de poblaciones indígenas y rurales”.
Y efectivamente, según el INEC, aún subsisten importantes disparidades de la reducción del trabajo infantil en grupos poblacionales del país, especialmente en detrimento de los indígenas y los habitantes de la zona rural, donde los niños y niñas trabajan en áreas comerciales y agrícolas.
Y bajo esta problemática, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) emprendió, a mediados de este año, una campaña para concienciar a madres de familia, docentes, estudiantes, autoridades y comunidad en general sobre los peligros del trabajo infantil en mercados, camales, playas y labores domésticas.
Esta campaña inició en el área de Protección Especial con el Centro Panita de Esmeraldas, el pasado 1 de agosto, donde se buscó restituir los derechos de 296 niños, niñas y adolescentes de 8 a 16 años.
Doris Soliz, ministra de esta cartera de Estado, informó que esta campaña se seguirá desarrollando en las provincias de Los Ríos, Loja, Tungurahua, Imbabura, Manabí, Guayas, Pichincha y Azuay, provincias donde se concentra la mayor cantidad de niños y niñas trabajadoras. “Para erradicar el trabajo infantil intervenimos con el área de protección especial y atendemos a 4.988 niños y niñas, pero necesitamos políticas públicas de los gobiernos locales para realizar un trabajo integral”.
Plan Internacional Ecuador, el próximo 10 de octubre, iniciará la campaña “Por ser niñas”, que buscará hasta 2016 la igualdad y la transversalidad de género, como parte de sus directrices corporativas, que desde 2007 tienen como objetivo que las niñas ya no consten entre las personas con mayores desventajas en las regiones más pobres del planeta.