La inequidad se supera, entre otros puntos, con distribución e inversión fiscal justa
Ecuatorianos accedieron en 8 años a más servicios y oportunidades
La pobreza y la desigualdad son 2 términos con varias interpretaciones. Por una parte, la pobreza se define como la insuficiencia de recursos y de acceso a las necesidades básicas. Por ejemplo el alimento. El estándar internacional establece que si una persona no consume 2.141 calorías por día y no tiene acceso a la canasta básica de alimentos, está en condición de pobreza. Sus oportunidades se ven disminuidas porque además no tienen acceso a la educación, a trabajo y tampoco puede costearse la atención en un hospital en caso de enfermedad.
La desigualdad, en cambio, es la distribución del consumo per cápita. Tiene que ver con las oportunidades de las personas para acceder a bienes y servicios. Para medir la desigualdad se utiliza un indicador llamado Coeficiente de Gini, que establece un intervalo del 0,1. Por ejemplo los países que más se acerquen a este número tendrán menos desigualdad que aquellos que más se alejen de la cifra.
Para disminuir la pobreza hay que atacar la desigualdad. Es decir, se puede construir un mayor número de escuelas, pero si no se genera un plan de becas para ayudar a los jóvenes de quintiles más bajos a estudiar, no se superará la inequidad. Se puede dotar de servicio de alcantarillado para agua potable a los sectores más vulnerables, pero si los jefes de hogar no reciben salarios dignos no podrán costear el servicio.
¿Qué sucede en el país?
El INEC emitió un informe analizando la pobreza y desigualdad en Ecuador durante los últimos 20 años. Desde 1995 a 1998 existió un aumento de la pobreza por consumo (alimentación, educación, salud, servicios básicos) de 39,4% a 44,8% a nivel nacional.Desde 1998 a 1999 la pobreza también creció en 7,4 puntos hasta llegar a 52,2%. En este último año, en cambio, esa condición cayó de manera constante.
Desde 2006 al 2014, la pobreza se redujo de 38,3% a 25,8%, es decir, 12,5 puntos. Si hablamos de población, 1,3 millones de ecuatorianos salieron de la pobreza.
¿Pero qué ocurrió con la desigualdad? En el primer periodo analizado por el INEC (1995-2006), la desigualdad se incrementó y provocó que una parte de la población tuviera más acceso a bienes y servicios que otros sectores.
Entre 1995 y 1998 la desigualdad a nivel nacional aumentó 1,9 puntos. En cambio entre 2006 y 2014, además de disminuir notablemente la pobreza, también bajó la desigualdad en 4,8 puntos. Esto significa que hoy los ecuatorianos no solo consumen más, sino que tienen mayor acceso y oportunidades a salud, educación, y servicios básicos.
El economista Santiago García explica los 2 panoramas. “Antes de 2007 básicamente todo estaba ligado al crecimiento económico, pero después de ese año ha habido crecimiento a través de factores integrales como mayor oportunidad y acceso a la universidad, aumento de la tasa de matrícula, mejores condiciones para la salud”, señala.
Para García ha sido un logro que se haya equiparado las oportunidades. Dice que no se trata de que el pobre quite más recursos al rico, sino de crear una sociedad más equitativa. “Es necesario crear condiciones para que las personas puedan y tengan las capacidades de ejercer sus derechos porque la desigualdad se ejerce por la limitación de las oportunidades de acceso”.
Pese a los avances, el experto, cree que la reducción de la desigualdad es un desafío complejo que requiere acciones en los mercados de trabajo, en el sistema tributario y en el destino del gasto público. “En el tema tributario, la desigualdad se combate con mayores impuestos a las clases económicas más acomodadas”, asegura. (I)
Rosa Sangucho
“Quisiéramos tener acceso a la seguridad social”
Con los conocimientos de construcción que tiene su esposo Manuel y la ayuda de sus 3 hijos edificaron una pequeña vivienda que a diario visita doña Rosa Sangucho para alimentar a sus cuyes en un barrio no legalizado de Quito, Vista Hermosa, en el centro occidente de Quito.
Una larga y delgada manguera negra cruza desde la calle hasta la casa de Rosa. Es la toma de agua potable que desde hace 8 meses tiene en su vivienda, donde no hay energía eléctrica porque ninguna persona la habita, salvo los animales.
“Como no vivimos aquí no hemos pedido luz, no necesitamos. Lo que sí nos interesa es tener seguridad social, ya que todos aquí son albañiles y ninguno la tiene. Ahora podemos defendernos, pero cuando ya seamos mayores no sabemos de qué vamos a vivir porque los hijos también verán por sus hogares”.
Rosa recibía antes el Bono de Desarrollo Humano, pero desde que su esposo trabaja en la construcción sus condiciones de vida mejoraron. Hoy tiene una vivienda adicional en el barrio Velasco, donde vive junto a sus 3 hijos y nietos. (O)
Rosario Vargas
“El Bono me sirve para educar a mi nietecito, Bryan”
Su andar es pausado. Doña Rosario Vargas, de 68 años, lleva una chalina sujeta a su cintura, con lo que aprieta su abdomen para evitar que las molestias que aún siente, tras un año de haberse sometido a una cirugía por cáncer de útero, le compliquen su diario caminar mientras realiza las labores domésticas. Vive en una modesta casa que su hija edificó en el barrio Vista Hermosa, metros más arriba del Centro Histórico de Quito.
Cada mes acude a los chequeos médicos en el hospital público Eugenio Espejo, donde también le efectuaron la operación. “Gracias a mi Dios he recibido buena atención, aunque tengo molestias, me siento mejor”.
Pese a que está distante la línea de bus, de su domicilio, ya cuenta con agua potable y luz eléctrica. “Eso me ahorra la fatiga de caminar para tener el agua para las comidas”, refiere Rosario.
Gracias al Bono de Desarrollo Humano (BDH) logra criar a su nieto Bryan, a quien sus padres abandonaron cuando era aún un bebé. Bryan está en décimo de básica del colegio Manuel Larrea.
“Con el dinero que recibo del bono me ayudo para comprar los cuadernos, esfero, zapatos y darle la colación. Como está en un colegio cercano no tengo que gastar mucho en transporte, solo $ 0,24 para ir y volver”. (O)