Obra rescata memoria de jamaiquinos en Durán
“Recuerdo que cuando estaba en la escuela, yo le deletreaba el apellido a los profesores. A veces tenía problemas porque les decía que lo pronunciaban mal”. Esta es la primera remembranza de Arturo Atkinson con respecto a su herencia jamaiquina.
Apostado sobre una silla, el hombre sonriente y de tez oscura, habla sobre su libro y cómo descubrió su historia. Esta empezó con la llegada de su abuelo Nathanel a principios del siglo XX.
Los primeros trabajadores llegaron en noviembre de 1900. Según registros, fueron 4.000 jamaiquinos que arribaron en diferentes barcos y fases. Habían sido contratados por la empresa James P. McDonald debido a su experiencia en la construcción del tren en la isla caribeña.
Su tarea era ocupar los puestos que no les agradaban a los ecuatorianos.
Aunque conocía ciertos datos históricos, estos solo tuvieron mayor relevancia en 1990 cuando estudiaba en la Facultad de Ingeniería Industrial y presentó un proyecto de tesis relacionado con el ferrocarril.
En esa época no había libros sobre los trabajadores de la isla y él solo conocía ciertas cosas de sus vecinos jamaiquinos. Pero en 1991, ya había levantado la información y localizado a más de quince familias, repartidas por el centro de Durán, lugar donde se ubicaban la estación y los talleres del ferrocarril.
En la actualidad ha identificado a 18 familias entre las que destaca la de los deportistas Sandiford.
Su padre lo aupó para que investigue. Añade que él le contaba la historia de los jamaiquinos radicados en Durán, luego de la construcción del tren transandino.
“Me nombraba a las familias. Además, él siempre frecuentaba al compadre Richards o se reunían en fiestas con los Grant o los Williams. Todos eran de la segunda generación y a su vez compañeros de trabajo”.
Sin embargo, cuenta que su padre no hablaba con frecuencia sobre los jamaiquinos por vergüenza. “Hubo una mentira que se difundió sobre que habían llegado al país como esclavos. Eso era falso, cada trabajador tenía un contrato de 60 centavos de dólar diario en la época”.
Pero esa no es la única historia sobre los isleños. Según datos de un libro escrito por Roberto Crespo Ordóñez, existiría una fosa común con restos de trabajadores ferroviarios; incluidos jamaiquinos; a la altura del kilómetro 106 antes de llegar a Huigra.
Atkinson cree que el Estado tiene una deuda con los jamaiquinos y no se reconoce como tal sus logros.
Menciona por ejemplo a los hermanos Sandiford, Pío, Severo, Lorenzo, Gilberto y Pablo; estrella del básquet ecuatoriano en los años 50. Así como a Jacinta Sandiford, quien ganó en 1951 una medalla de oro en salto alto en un panamericano.
Hasta ahora ha culminado una parte del libro, dedicada a la historia del ferrocarril transandino; pero aún le falta aquella que trata sobre “los bizarros jamaiquinos”.
Entre su profesión y las actividades culturales que realiza ha tenido poco tiempo para sentarse y pulir los últimos detalles de su obra.
Dice que ya en internet se puede consultar parte de su trabajo que da cuenta de las 18 familias jamaiquinas de Durán. “Ellos se sienten muy contentos y agradecidos. Ahora ya se habla de los jamaiquinos, eso me llena de satisfacción porque mi obra será un referente. (I)