Discriminación se frenaría con educación
Con la globalización, en las sociedades se están dando varias transformaciones que en las ciencias sociales llamamos de higienización; eso va de la mano de la renovación del espacio público como malecones, centro comerciales o barrios residenciales costosos.
Como se puede ver en Guayaquil y otras ciudades en el mundo, los barrios van cambiando para tener cada vez más sitios de consumo que son accesibles para una clase de población que puede pagar eso.
Este tipo de limpieza del espacio público comienza con estas restricciones de quienes van a estos sitios, lo cual es marcadamente racista, clasista, xenofóbico, sexista, homofóbico.
Uno de nuestros estudiantes realizó una tesis sobre dos malecones de Guayaquil, ya que en Quito se dan menos casos de este tipo. En el texto, se demostraba que en uno de los malecones hay una instrucción a los guardias sobre cuál es la ropa o el comportamiento apropiado. Entonces, no es de extrañarse si se tiene ese tipo de vigilancia en un centro comercial.
Las personas que son vistas como sospechosas, no deseables para un espacio urbano o nuevo, moderno, son usualmente aquellas que dentro de este imaginario se salen de una norma, es decir, todo aquel que tiene tatuajes, perforaciones, alguien que vista de negro, un hombre que luzca afeminado o una mujer con apariencia masculina, o sea, toda la diversidad que debe ser respetada en estos espacios, es vigilada y discriminada. Es una discriminación en base a una percepción y sí hay forma de detener o frenar este comportamiento, empezando con la educación en el respeto, que debe empezar en los hogares.
Los niños no saben discriminar cuando nacen, sino que aprenden en su entorno, ya sea la escuela, con su familia, en los mensajes de los medios de comunicación, en su comunidad religiosa.
Por lo tanto, se debe estar atento sobre qué tipos de mensajes y qué tipo de sociedad se está construyendo.
Además, desde el Estado, sea su representación nacional o seccional, tendría que haber algún tipo de sanción.
En estos momentos está debilitado este tema en Guayaquil, no tanto en Quito, ya que hay un pronunciamiento más rápido ante este tipo de discriminaciones.
Pero el freno debe venir desde todo nivel, sobre todo los hogares. Si ahí los progenitores están repitiendo estereotipos a los niños o a los jóvenes, y después hay una política que permite que estos guardias sancionen y restrinjan la entrada, entonces ahí está un gran problema.