Niños disfrutaron su día en tierra y aire
Los 63 niños de la casa hogar Guayaquil vivieron este viernes 1 de junio un Día del Niño diferente debido a la visita que recibieron del presidente de la República, Lenín Moreno.
El Jefe de Estado llegó junto a su esposa Rocío al sitio que está ubicado en Los Ceibos; saludó a los menores que estaban en el patio y recorrió las instalaciones del centro que acoge a menores que carecen de cuidados familiares por diversas causas, entre ellos casos de violencia.
Por una pequeña puerta el Presidente ingresó a un pabellón denominado “Gotitas de miel”. En el lugar tuvo un acercamiento con los más pequeños. Uno de ellos se encariñó con el Mandatario y salió en su regazo para disfrutar del programa preparado para celebrarlos.
En un cartel del pasillo de la casa hogar consta la lista de los nombres de quienes allí habitan. Se trata de menores que van desde lactantes hasta los denominados “caminantes 2”, quienes llegan hasta los doce años.
La ministra de Inclusión Económica y Social, Berenice Cordero, explicó que en el país hay 58 casas con las mismas características y que en Ecuador 2.582 niños están bajo el nivel de acogimiento institucional. “Estos menores carecen por el momento de cuidados familiares”. La funcionaria explicó que el MIES tiene 40 convenios con entidades privadas y a ello se suma el acogimiento familiar.
Cordero hizo un llamado a los ecuatorianos para cambiar la cultura y acoger a estos menores para que puedan tener un hogar.
El Jefe de Estado no se dirigió a la prensa, pero sí entonó canciones para los pequeños, con quienes compartió todo el programa.
La vocera del evento fue su esposa, Rocío de Moreno, quien como representante del comité interinstitucional Toda una Vida resaltó la importancia de mejorar la calidad de vida de los chicos.
La Ministra resaltó que el programa Misión Ternura avanza en el país. Informó además que a través de los Centros de Atención se vincula a 300.000 menores.
El Jefe de Estado se sumó a las celebraciones junto a su esposa y otros funcionarios con quienes compartió actividades para distraer a los niños.
Niños volaron por primera vez
Darly caminaba emocionada de la mano de su madre. Sonreía y daba un ligero salto por cada paso hacia el helicóptero de Aeropolicial, cuya base está en la parte posterior del aeropuerto José Joaquín de Olmedo, en Guayaquil.
Junto a ella iba Geovanny, su compañero de escuela, que aunque menos expresivo estaba evidentemente ansioso. Era la primera vez que ambos surcarían el cielo de la ciudad, repleto de nubes la mañana del viernes 1 de junio.
La niña de 7 años, llamada cariñosamente “Yayi”, tiene una enfermedad terminal: insuficiencia renal crónica y atrofia cerebral. Todos los días, desde que el sol se esconde hasta que vuelve a salir, permanece en su dormitorio para realizarse la diálisis peritoneal.
“Pese a todo ella es alegre y si en algún momento me ve triste me dice que no llore, que todo estará bien”, cuenta su madre Évelin Espinosa, a quien se le desdibuja la sonrisa cuando acepta que los médicos no le dan esperanza.
La progenitora cuenta que “Yayi” no dejaba de pensar en volar y el día anterior se durmió a las 20:00 porque creía que amanecería más rápido.
Ya en la pista corrió a la nave. Ella quiso ser la primera en subir. Con ayuda se ubicó en uno de los cuatro asientos traseros del helicóptero y asombrada vio la cantidad de botones y palancas que el piloto manipulaba.
“Chao, mami. Me voy solo un ratito”, gritó la niña antes de que las hélices del helicóptero empezaran a girar. Geovanny, con gesto emocionado, solo agitó su mano para despedirse.
Évelin reveló, cuando su hija partió, que necesita ayuda. Como las diálisis son en casa, Darly requiere estar en un cuarto adecuado, pero ella no tiene dinero para enlucirlo, pintarlo, ponerle cerámica, tumbado, ni nada. “Aparte necesita muchos pañales porque orina por un orificio a un costado del riñón”.
El vuelo duró 20 minutos. Fernando Avilés, jefe de Aeropolicial, precisó que la altura máxima a la que llegaron fue 500 pies.
“Los niños vieron desde lo alto el Cerro del Carmen, La Perla, en el Malecón, los estadios de fútbol de Barcelona y Emelec y otros sitios turísticos”. Al bajar del helicóptero, tanto Darly como Geovanny dijeron que querían ser policías para cuidar la ciudad desde el cielo.
“Quiero volver a volar mañana”, dijo el niño, lo que provocó risas entre los presentes. El sueño terminó y los pequeños regresaron a su escuela ubicada en el bloque 6 del Paraíso de la Flor, noroeste de la urbe.
El plantel es parte del plan Escuela Segura, de la Policía Nacional.
Karina Pinos, policía comunitaria del sector, explicó que la estrategia incluye la colaboración de los padres para la protección de todos los niños.
Cinco progenitores antes de la hora de entrada y salida permanecen con chalecos fosforescentes para controlar que ningún extraño se acerque a los menores.
Santiago Yerovi, jefe del circuito Paraíso, instó a padres y madres a “entender que Dios no solo quiso que engendraran un niño sino que fueran ejemplo, los cuidaran y los amaran”. (I)