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Especial Papa Francisco en Ecuador

Desde los 80, comunidades indígenas se han alejado del catolicismo

El papa Juan Pablo II, en su visita a Ecuador, estuvo en la provincia de Cotopaxi, donde fue recibido por las comunidades indígenas del centro. Foto: Archivo
El papa Juan Pablo II, en su visita a Ecuador, estuvo en la provincia de Cotopaxi, donde fue recibido por las comunidades indígenas del centro. Foto: Archivo
04 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Política

Han pasado 36 años desde que Pedro Torres llegó a Riobamba procedente de su natal Colombia. En esa época aún no era sacerdote, cuando conoció al obispo de la diócesis, Leonidas Proaño. Tenía solo 22 años y estaba en su etapa final para ser ordenado.

Pese al tiempo, aún recuerda a Proaño, conocido como el ‘Obispo de los indios’ por su intensa labor pastoral a este colectivo. “Era afable, tenía gran carisma y cercanía a las personas y su compromiso como pastor era vivo”, dice el sacerdote, quien ahora tiene 58 años y es párroco de San Andrés, en el cantón Guano (Chimborazo). Y lo recuerda porque estuvo con él desde inicios de la década del 80, en pleno auge de la llamada Teología de la Liberación, de la cual Proaño fue uno de los impulsores en Ecuador.

Es una corriente cristiana que nació en América Latina tras la aparición de las Comunidades Eclesiales de Base, el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la Conferencia de Medellín (1968), que se caracterizó por aplicar las enseñanzas bíblicas en el ámbito de la lucha por la justicia social en las comunidades cristianas, en una época en que la región vivía gran agitación.

Esta corriente tuvo su apogeo en las décadas del 70 y 80 y en Ecuador sentó cimientos en sectores indígenas y zonas pobres. Así como logró adeptos, también tuvo resistencia, incluso dentro de la Iglesia, especialmente en los sectores conservadores, que creían que se trataba de una corriente comunista.

En Ecuador, Proaño se involucró en las comunidades indígenas de base y a través de la diócesis creó las escuelas radiofónicas, paralelamente a las enseñanzas del Evangelio. Pero, ¿qué pasó con esta corriente?

Según el mismo Torres, se buscaba acercar la Iglesia al mundo, insertar la labor pastoral en medio de una sociedad que muchas veces presentaba un marco de exclusión, de pobreza, de explotación, de masas laborales marginadas, incluso, por el mismo clero.

Pero hubo una corriente, agrega, entre los propios sacerdotes, que juzgaba la actuación de los curas que siguieron esa línea y esas críticas venían desde las más altas esferas. “No solo no nos permitían desempeñar nuestro trabajo, sino que hubo señalamientos y se puso en tela de duda el compromiso social de quienes compartíamos la Teología de la Liberación, se hacían observaciones teológicas y doctrinales; además de llamados de atención”.

A ellos se suma, según el sacerdote Pedro Pierre, la influencia que desde la década del 70 se registró en las comunidades de la Sierra centro con las iglesias evangélicas de Estados Unidos para contrarrestar el apogeo de la Teología de la Liberación.

Coincide con Torres en que también hubo una fuerte resistencia de sectores conservadores de la Iglesia católica, que preferían mantener la tesis de que la oración y la caridad eran suficientes, pero temas como la injusticia y la lucha contra la pobreza no debían tener espacio en la misión pastoral.

La visita del papa Juan Pablo II, en 1985 a Cotopaxi, no fue suficiente para frenar el lento alejamiento de los indígenas a la fe católica. En las últimas décadas, una parte de este sector se cambió al protestantismo, como el caso de Gustavo Negrete, quien ahora es pastor de 4 templos de la iglesia Príncipe de Paz, en Cotopaxi. “Francisco hoy pasa desapercibido en las comunidades indígenas. Ya no existe ese concepto que teníamos en aquella época, que viene un representante de Dios”.

Manuel Chugchilán, presidente de la Feine, que reúne a indígenas evangélicos de Ecuador, sostiene que desde los 80 se han multiplicado las congregaciones protestantes. “Eran 40 iglesias. Ahora hay 2.500”.

Los sacerdotes consultados afirman que el advenimiento del papa Francisco puede cambiar el panorama. “La visita del Pontífice va a a ayudar a que la acción de la Iglesia vaya en otro sentido”, considera Torres.

Pierre afirma que la presencia del Papa traerá nuevos aires para que la acción pastoral tenga otros lineamientos y trabaje desde lo social por la justicia, sin dejar de lado el Evangelio. Y a eso se añade que los postulados de Francisco son bastante cercanos a la Teología de la Liberación. (I)

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