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Deporte ancestral tiene menos seguidores
Lo que más distingue a los jugadores del ‘tenis de gigantes’ andino es su antebrazo, digno de ‘Popeye’.
“¡Mira!”, exclama en una cancha en el norte de Quito el veterano jugador Hipólito Mejía, mientras se palpa orgulloso los músculos de debajo del codo, extremadamente desarrollados. “Aquí todos tenemos un brazo más grande que el otro”.
Todo es exagerado en este centenario deporte tradicional que a duras penas sobrevive en el centro-norte de Ecuador, también conocido como pelota nacional, y con algunas variantes en el sur de Colombia, bajo el nombre de chaza.
La raqueta de madera que empuña Mejía pesa cinco kilos, y en lugar de cuerdas tiene enormes pinchos cónicos de caucho para golpear una pelota del tamaño de un melón, de casi un kilo, hecha de caucho o de pelo de cola de caballo.
La cancha es de tierra, mide 100 metros de largo por 9 de ancho y la red es una línea trazada en el suelo con un palo. Juegan cinco contra cinco y la pelota se puede devolver dejando o no un bote.
El puntaje es similar al del tenis: 15, 30, 40 y juego. Para ganar una mesa (set) se necesitan tres juegos. “Lo llamamos ‘tenis de gigantes’, por el lanzamiento de la bola. En el tenis, la raqueta y la bola son pequeñas, y si se sale de la cancha es falta. Aquí entre más largo se lance es mejor”, expresa Mejía, de 51.
Las raíces de este exótico deporte se remontan a más de cinco siglos, en la época incaica, entre los pueblos indígenas de la actual frontera colombo-ecuatoriana.
Los aborígenes fabricaban pelotas con cabuya (fibra natural) o con pieles de animales, y para golpearlas usaban las herramientas de madera con las que trabajaban la tierra, forradas con cuero de borrego.
De ahí fue evolucionando hasta lo que es ahora, con normas adoptadas de otras modalidades de pelota a mano de influencia colonial, como la pelota vasca, que se juega contra una pared, o la pelota valenciana, en una cancha larga.
Hoy, el partido “amistoso” es entre el Cotocollao y el Calacalí, dos parroquias populares al norte de la capital. Se disputa en un terreno baldío que hay en la parte posterior del graderío de un campo de fútbol, una cancha de ecuavóley y un parque infantil.
En Ecuador no hay más de 2.000 jugadores, sobre todo entre los 30 y 60 años, porque los jóvenes se dedican al fútbol y el baloncesto. Antes la Federación Ecuatoriana de Pelota Nacional, que reúne a todas las modalidades de pelota, organizaba torneos, con equipos de Colombia, pero ahora son escasos. (I)