La debacle económica, la pérdida de seres queridos, el abandono por parte de la pareja, ser expulsado del trabajo o perder una posición de privilegio pueden ser algunos factores vinculados al suicidio.

El subdirector del Instituto de Neurociencias en Guayaquil, Carlos Orellana, advierte que la desesperanza “es el gatillo disparador que lleva a la persona a matarse, más que la depresión”.

El informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ‘Prevención del suicidio, un imperativo global’, señala que en algunos países las tasas de estos casos son más elevadas entre jóvenes, y a nivel mundial es la segunda causa principal de muerte en el grupo de 15 a 29 años.

La ingestión de plaguicidas, el ahorcamiento y el uso de armas de fuego se encuentran entre los medios más utilizados para el suicidio, según el documento.

El psiquiatra Orellana indica que el tiempo en que una persona tarda en tomar la decisión de quitarse la vida depende de las características de la edad. “Mientras más edad tiene una persona, posiblemente más delibera el suicidio. De allí que la mayoría de casos -que son los más peligrosos- ocurre en adolescentes y niños, porque actúan de manera impulsiva y el tiempo para matarse es mucho más corto”.

Expresa que en la mayoría de los casos se presentan alertas, aunque los familiares piensen que se trata de una actuación teatral  con el fin de manipular.

En ello coincide Magdalena Pérez, presidenta la organización española de la salud emocional Teléfono de la Esperanza, quien indica que de cada 10 personas que se suicidan, 9 han dado señales.

Según la OMS, cada 40 segundos una persona se quita la vida en algún lugar del mundo mientras que  alrededor de 900 mil suicidios se producen en personas entre 15 y 44 años.

Ecuador ocupa el cuarto lugar en tasas de suicidios, con el 13,1 por cada 100 mil habitantes; a 2012 la tasa de suicidios femeninos disminuyó 8 puntos, mientras que los suicidios masculinos aumentaron 9%.

En el Día Mundial de Prevención de esta problemática, celebrado hoy, la OMS enfatiza que se debe poner en marcha planes integrales en cada Gobierno, porque los suicidios son prevenibles.

Orellana considera que en el país hay que implementar centros de ayuda para pacientes suicidas en hospitales generales, además de crear una cobertura legal que permita ayudar a los pacientes con posibles rasgos suicidas, que se niegan a someterse a un tratamiento.

El especialista enfatiza que no hay un fármaco contra el suicidio, por lo que el tratamiento más importante es el psicológico, que debe realizarse de manera individual (con internamiento), grupal (con las personas más allegadas) y familiar (con padres, hermanos y otros miembros de la familia).

“Cuando una persona intenta suicidarse le quedan secuelas en su personalidad y no solamente a él o ella, sino también a sus descendientes. Incluso queda el estigma de: ‘tu abuelo intentó suicidarse’, por ejemplo”, agrega el jefe del Instituto de Neurociencias.

Es la segunda causa principal de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, porque esta edad es más vulnerable a un comportamiento impulsivo. Cada 40 segundos una persona decide quitarse la vida.