Danny Caicedo lucha por ser abogado
Vive solo y a sus 33 años tiene un solo objetivo: terminar la carrera de Derecho que cursa en la Universidad de Guayaquil y luego convertirse en juez o incursionar en la política. Danny Danniel Caicedo nació con ceguera progresiva y a los 10 años perdió la visión por completo. Cuenta que a esa edad se preguntaba por qué no podía ver. “Al principio no entendía , ahora sé que estar ciego no es ningún castigo sino una bendición, que me fortalece y me reconforta todos los días”, expresó.
Esta semana, como parte del Programa Nacional de Becas, Danny junto con otros 53 estudiantes de la provincia del Guayas recibieron un certificado como beneficiarios de una remuneración mensual que les permitirá continuar sus estudios.
La ayuda económica llega porque muchos estudiantes deben elegir entre estudiar o trabajar por falta de dinero. Según René Ramírez, titular de la Senescyt, esta realidad muestra que no es suficiente con la gratuidad en las instituciones superiores. También es necesario apoyar económicamente a las personas que reciben el Bono de Desarrollo Humano y que buscan estudiar.
Ramírez aseguró que el estudiante que mantenga un promedio de 8 sobre 10 recibirá $ 170 mensaules, mientras que aquellos con puntuajes de 9/10 recibirán $340 al mes.
El optimismo de Danny le ha permitido no solo tocar la guitarra y el rondador, sino también enfrentarse a las dificultades durante su educación, como el retraso al cursar la primaria. A los 10 años pisó por primera vez una escuela de no videntes y a los 23 años terminó la secundaria. Pasaron 10 años para que Danny retomara sus estudios superiores. Recuerda que en ese tiempo trabajó en la avenida 9 de Octubre (centro de Guayaquil) alquilando el servicio de teléfono. Debido a la regeneración urbana en el área tuvo que salir. “Ahora con la venta de manjar y yogurt y la ayuda de mis hermanos solvento mis gastos para ir a la universidad”, indicó.
María Isabel Cruz, gerenta del IECE, a cargo del programa desde 2012, explicó que la iniciativa trata de no poner al estudiante y a su familia en una situación difícil, de graduarse de bachiller y ganar un salario básico, sino dedicarse a estudiar y ser premiado por el esfuerzo. Para Ramírez, estos procesos buscan la excelencia y encontrar el equilibrio entre la meritocracia y la democratización. Agregó que sirven para demostrar que los pobres tienen igual capacidad que los ricos, “lo que les faltaba eran oportunidades”.
Otros beneficiados
Jefferson Montecé, de 19 años, fue el primero en recibir la beca de manos del titular de la Senescyt, a quien recibió en su estrecha casa de caña, ubicada en la cooperativa Balerio Estacio (noroeste de Guayaquil).
Dagne Quiñónez, madre del joven, contó que más de 10 años recibe el Bono de Desarrollo. Dijo que la beca representaba una recompensa para su hijo. “Mi Jeff dejó de estudiar la secundaria un año por cuidarme cuando caí enferma”, mencionó. Con la ayuda económica, Jefferson dijo que podrá costear los útiles y transporte necesarios para cursar la carrera de Ingeniería en Sistemas en la Universidad de Guayaquil.
Otra de las beneficiarias de la beca es Ketty Echeverría, quien a diario viaja desde Santa Rosa hasta la Estatal, donde estudia Psicología. La joven contó que desde los 16 años trabaja y así pudo pagar la secundaria. Ella, al igual que Danny y Jefferson ve en la beca una oportunidad para alcanzar sus retos profesionales.