Cuatro jóvenes están en el Cosplay Idol
Arturo Pozo tiene una maleta repleta de maquillaje y 52 trajes de animaciones japonesas en su clóset. A sus 24 años ve al cosplay como una expresión artística que le permite representar a los personajes, se maquilla y confecciona sus trajes por dos razones: con ciertas animaciones de carácter mágico se identifica, en otras ve características estéticas que quiere imitar por placer.
“Estamos compitiendo para ser finalistas en el Cosplay Idol, allí participan cosplayers de toda Latinoamérica, se escoge a un representante de la región y este va a la final, somos cuatro personas que estamos participando por Ecuador”, comenta el joven que realiza sus propios trajes y espadas.
Los personajes de anime, manga y cómic, han creado su espacio en las convenciones anuales de cómics y en otros eventos, como el VB2, que se efectúan en Guayaquil y Quito.
Estos tres jóvenes que esperan los votos de las personas para convertirse en los mejores cosplayers de América Latina , crecieron viendo animes como Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon y otros, que les agradan porque representan una mayor complejidad en las atribuladas vidas de sus héroes.
“Me gustan los personajes delgados y con facciones finas, también disfruto con los personajes ambiguos, muchas veces la gente me confunde con una chica”, confiesa Arturo.
También representa a Ecuador en esta cita, Fabo Herrera.
Con un gorro de marinera, blusa a rayas color azul o un traje de bruja, Belén Navia representa a sus personajes de anime predilectos, ella también fue seleccionada en el concurso internacional. Tiene 16 años y empezó en el mundo del cosplay desde los 14.
“Fui a una convención y decidí disfrazarme, antes le mandaba a hacer los trajes a la costurera, pero resulta muy costoso, así que ahora yo corto los patrones y mi mamá los cose”, comenta la estudiante de quinto año de bachillerato. “Lo haré hasta que me alcance el tiempo para prepararme”, cuenta Belén.
Para Ana Jiménez, convertirse en los personajes que admira es todo un ritual que inicia extrayendo de su bolso un kit completo de maquillaje. Primero se coloca sus lentes de contacto de un celeste intenso, un accesorio costoso y difícil de conseguir que compra en línea. También participa en el Cosplay Idol.
Ana representa a Stoking, un personaje vestido de blanco y celeste, con una minifalda sexy y mallas. “No se trata solamente de parecerme a un dibujo animado, quiero sacar la personalidad del personaje, sentirlo, parecerme en todo”, explica.
Empezó en este mundo de disfraces con Rukia, un personaje de la serie Bleach, esa historia llena de espíritus y poderes que se absorben. “Hay algunos trajes que son difíciles de armar. Ahí entra el ingenio y también la capacidad de creación”, comenta. Ella en la universidad estudió Diseño de Modas y uso de materiales.
Guillermo Guevara, su pareja, se graduó de Diseñador Industrial y también es un cosplayer que tiene cierta predilección por los trajes que salen de los cómics, como Iron Man. Para crear dicha armadura trabajaron durante dos meses. Utilizaron fibra de vidrio y varios arneses para que las piezas se muevan con facilidad cuando se use el traje.
Para ellos, el cosplay también se ha convertido en una herramienta de trabajo. La pareja vende trajes para otras personas que quieren vivir también el encanto de la animación japonesa.