“Creemos que puede existir un dios distinto...”
Aunque existen en Ecuador desde hace un año, en 11 países de Latinoamérica, como Perú, México, Chile, Brasil, entre otros, trabajan desde -aproximadamente- 24.
Según el sitio web catolicasporeldechoadecidir.net, se definen como “un movimiento autónomo de personas católicas, comprometidas con la búsqueda de justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestras sociedades”, promoviendo los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Cristina Rosero, vocera de la extensión ecuatoriana de la organización, afirmó que nace sobre la base de la expectativa de personas que se reconocen como católicas, pero que no encuentran una relación coherente entre las prácticas de vida, las necesidades y los dogmas de la institución jerárquica de la Iglesia.
¿Como nació la organización en el Ecuador?
Los primeros acercamientos los realizó una de las integrantes, que estuvo conectada con los espacios de católicos por el derecho civil en Latinoamérica. Juntas trabajamos como activistas desde hace algunos años. Yo, por ejemplo, tengo cinco años de activismo por lo derechos sexuales, y antes ya he trabajado en espacios similares.
Al definirse como católicas practicantes, ¿qué abarca su catolicismo?
Yo creo que sí podemos hablar de una diversidad en cuanto a las personas que practican la religión católica... Hay personas que se reconocen y practican los sacramentos y todas las actividades que la jerarquía de la Iglesia indica. Y hay personas que nos reconocemos como católicas desde nuestros orígenes, desde nuestras tradiciones, desde nuestra familia, es decir, reconocemos elementos del catolicismo en nuestra vida diaria.
Es difícil hablar sobre los derechos sexuales y reproductivos, de temas como el aborto, y conectarlos con una religiosidad que está como en posiciones opuestas, entonces es cuando uno empieza a investigar, a darse cuenta de que hay que hacer una clara distinción del catolicismo desde la jerarquía y el catolicismo de la personas. Es importante que hagamos esta división. Desde la jerarquía, a lo largo de la historia, la posición frente al aborto ha ido cambiando dependiendo de los intereses de la Iglesia católica.
Ustedes defienden los derechos sexuales y reproductivos desde una perspectiva católica y teológica, ¿cómo se realiza eso?
En primer lugar, con información. Dentro de la misma teología hay estas corrientes, que te dicen que puedes tener una práctica de vida distinta sin dejar de lado tus creencias. Esta es la teología feminista, que es en la que nos basamos. Hay monjas, como Ivonne Guevara, que es un fuerte referente en teología feminista y habla del derecho a decidir, de los contextos y de ver más allá del tema de la moral. Pero en primer lugar, nosotros nos fundamentamos en nuestras nuevas visiones, pero también en lo católico porque tiene cosas muy importantes, como la búsqueda de la solidaridad, tener ciertos valores de vida. La Iglesia dentro de la religiosidad se refiere a ese derecho de conciencia, de decidir, al libre albedrío.
¿Cómo es la experiencia de ser católica y cuestionar aspectos de la Iglesia al mismo tiempo?
Para mí ha sido más bien un acercamiento a una visión que me estaba negada. Ha sido muy satisfactorio porque hay la posibilidad de hacer una conciliación. Es tan irónico que muchas mujeres, cuando van a abortar, lo primero que hacen es encomendarse a la Virgen, mientras la jerarquía te está diciendo que no, que eres pecadora.
¿Consideran que, al abortar, la mujer incurre en una especie de delito o “pecado” dentro de la Iglesia, atentando contra sus reglas?
No, de ninguna manera. Yo creo que hay que ver más allá los efectos de la jerarquía. Dentro de la Biblia, que es libro base, no hay nada sobre el aborto, y también es importante que hagamos un análisis de la información que hay y contextualizarla. Por ejemplo, la Biblia dice “no matarás”, pero no se hace un análisis contextualizado de que, cuando dice eso, se refiere a los hombres adultos israelitas. En una parte te dicen que no mates, pero más adelante te muestra cómo en nombre de Dios se hacen matanzas terribles y es contradictorio, pero de lo que sí nosotras estamos convencidas es de que existe la posibilidad de un dios distinto, hay un dios misericordioso y que de ninguna manera puede utilizar ese amor para afectarse a sí mismo.
¿Tienen amigos sacerdotes que apoyan su gestión? ¿Qué reacciones han tenido de la Iglesia católica?
Aquí en el país, específicamente, que nos haya llegado alguna carta o algo, en realidad no. Hemos tenido reacciones de personas católicas que de ninguna manera comparten nuestra visión, y nosotros comprendemos eso y su derecho de pensar así, pero lo que no compartimos es la necesidad de imponer que otros piensen como ellos.