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Existen 25.000 hectáreas en conservación

Copataza es la pionera en conciencia ambiental

Tres miembros de la comunidad achuar de Copataza comparten un pilche de chicha preparado por las mujeres del lugar. Esa bebida fermentada la consumen a diario. Foto: Cortesía| Octavo Arte.
Tres miembros de la comunidad achuar de Copataza comparten un pilche de chicha preparado por las mujeres del lugar. Esa bebida fermentada la consumen a diario. Foto: Cortesía| Octavo Arte.
16 de marzo de 2014 - 00:00 - Por Miguel Suárez

“¡Salve oh Patria, mil veces! ¡Oh Patria! ¡Gloria a ti!...” se escuchaba por los parlantes al momento que 4 avionetas Cessna aterrizaban en la corta pista de hierba de la comunidad Copataza en la provincia de Pastaza, para recibir a los visitantes el pasado miércoles.

Periodistas, camarógrafos, miembros del Ministerio del Ambiente y de su programa Socio Bosque, fueron acogidos por 30 alumnos de la escuela José Mejía Lequerica, quienes formaron un pasillo de honor con palos de madera.

Tras cruzar por él, 9 mujeres achuar los esperaban con vasijas que contenían chicha de yuca preparada los días previos. Cada una con un diferente grado de fermentación, que las volvía más o menos amargas. Todos los 20 visitantes debían tomarla en los pilches (platos) ofrecidos. No aceptar esta bebida es considerado una ofensa.

Los maridos son celosos con sus esposas, por ello cuando se les presentaba la bebida de yuca a los hombres, estos tenían que bajar la cabeza, beberla y no mirar directamente a los rostros de las mujeres. El calor de la selva volvía apetecido este líquido, que los indígenas amazónicos consumen a diario.

La música es parte fundamental de la cultura achuar. Es una herramienta de conquista.

Con una población de 180 personas, Copataza, enclavada en la Amazonía ecuatoriana, es la primera agrupación achuar que se integra al Plan Nacional de Incentivos del Ministerio del Ambiente, a cargo del programa Socio Bosque.

Este proyecto engloba en todo el país 1’227.000 hectáreas de bosques y páramos que se conservan para evitar la deforestación y tala indiscriminada de árboles. En total se benefician 159.000 personas con 2.348 convenios suscritos.

Max Lascano, director de Socio Bosque, dijo que el Programa Nacional de Incentivos tiene una vigencia de 20 años y apunta a una intervención integral. “Las personas naturales o comunidades y colectivos que poseen bosques, pueden afiliarse voluntariamente al programa. La gente se compromete a evitar la deforestación y a cambio reciben dinero para financiar obras prioritarias en sus sectores”.

Un año y medio atrás, Copataza se sumó a esta iniciativa de Socio Bosque que desde 2008 hasta 2013 invirtió $ 31,5 millones. Solo el año pasado pagó $ 8,6 millones en incentivos por el cuidado del ecosistema nacional.

Un kilómetro adentro de la selva desde Copataza, tras cruzar en pequeñas embarcaciones de madera el río del mismo nombre, el sonido de los insectos y animales proporcionaba un ambiente acogedor para los nativos y amenazante para los visitantes, que no se acostumbraban a la humedad de la Amazonía y ‘bañaban’ sus cuerpos con repelente y protector solar.

Los periodistas ahuyentaban los mosquitos con sus brazos y limpiaban su sudor con sus camisetas, rodeados de un verde espeso que bloqueaba el sol del mediodía. En medio del incesante zumbido de los insectos, Julian Illanes explicaba los beneficios que ha traído esta unión con el programa Socio Bosque. El síndico y dirigente del lugar anunciaba a los miembros de la comunidad, asiduos bebedores de chicha, que con el dinero recibido se han construido escuelas, puentes y casas comunales, no solo en Copataza sino en otras congregaciones achuar como Iwia, Chumbí o Santiak.

“Antes del vínculo con Socio Bosque, nosotros ya cuidábamos la selva amazónica. Tenemos 25.000 hectáreas en el área de conservación. Ahora recibimos $ 73.000 anuales para los proyectos de progreso. Buscamos que el bosque y los animales continúen existiendo, porque son nuestro sustento”, relató.

Una comunidad diversificada
El principal alimento en Copataza es la chicha. Las mujeres recogen la yuca de la chacra (huerto), se la pela y cocina hasta que esté blanda. Es masticada y se la deja fermentar en ollas grandes al menos un día. Mientras más tiempo pase, más fuerte es su sabor y grado alcohólico.

En medio del recibimiento a la comitiva, Jaime Vargas, exsíndico del conglomerado de 180 personas, señaló que ésta es una comunidad dedicada a la caza y pesca.

“Entre los peces que tenemos están el bagre, cachama y bocachico. Cerca de nosotros ya no hay animales, tenemos que adentrarnos en la selva para encontrar tigres, jaguares, jabalíes, boas y monos. El jabalí es una carne muy apetecida en nuestra cultura”, afirmó con una sonrisa que delató su admiración por este suculento platillo silvestre.

En una de las chozas cercanas a la casa comunal, Dominga Wampanqui dialogaba en achuar con un grupo de amigas, mientras pintaba el rostro de una pequeña niña con achiote. Ella también tenía diseñados símbolos tradicionales en su rostro. “Nos pintamos para quedar bonitas. Nuestros padres y abuelos nos pasaron esta costumbre”.

Durante el almuerzo, un fuerte aguacero preocupó a los viajeros que debían regresar a Shell para emprender su viaje de retorno a Quito. “Con lluvia la pista se enloda y las avionetas no aterrizan; creo que tendremos que dormir aquí”, adelantó Max Lascano a todos los visitantes de Copataza. Y las nubes grises en el horizonte no reconfortaban.

El agua mermó, las 4 avionetas Cessna aterrizaron y los viajeros abandonaron el lugar. En los 40 minutos del vuelo de regreso a Shell, el agua fue un invitado molestoso; pero a pesar de la turbulencia y poca visibilidad, la pericia de los pilotos amazónicos se impuso para culminar la visita al pueblo achuar precursor en conservación forestal.

Datos

La única forma de acceso a Copataza en la provincia de Pastaza es mediante avioneta. En el lugar habitan 180 personas de la étnia achuar.

Los hombres se dedican a la caza y pesca mientras que las mujeres preparan la comida y la chicha de yuca.
La población achuar del Ecuador es de 7.000 personas, divididas en 64 comunidades y 7 asociaciones. Ocupan 470.000 kilómetros de territorio.

Las viviendas achuar tradicionales tienen un techo de ‘chapi’ (paja toquilla) y no poseen paredes. Las columnas son de chonta.

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