Las clases en la universidad de la amazonía empezarán en septiembre
Colonso, un laboratorio único (Infografía, Galería y Video)
Botas de caucho, un pantalón jean holgado, una camiseta y una mochila con víveres es todo lo que alista Milton Grefa para recorrer el entorno del Bosque Protector Colonso-Chalupas, localizado en el cantón Tena (provincia de Napo).
Es jueves al mediodía y el sol quema. Las enormes ramas de los árboles de ‘cabo de hacha’ brindan sombra a quienes se animan a recorrer los senderos del lugar.
Grefa es oriundo del Alto Tena y pertenece al Departamento de Control y Vigilancia del Ministerio del Ambiente (MAE). Han transcurrido 7 meses desde que trabaja como guardaparques en esta unidad. Dice que su labor lo apasiona tanto, al punto que su piel trigueña y su cuerpo huesudo se adaptaron rápido al entorno húmedo y cálido.
Las palmas de sus manos están amarillas de tantas chontas (frutos secos de la región) que comió, para saciar el hambre durante sus largas caminatas, en la temporada de abril.
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La reserva Colonso, reconocida como un área de alta riqueza por su flora y fauna, será el espacio de investigación y de desarrollo científico de los estudiantes de la futura Universidad Amazónica Ikiam (selva viva en lengua shuar). Desde septiembre, que iniciarán las clases, unos 150 estudiantes aprenderán sobre Biotecnología, Bioproductos, Ecosistemas, Agua, Geología y Minas. Un gran porcentaje de los alumnos obtuvo las mejores calificaciones en el pasado Examen Nacional para la Educación Superior (ENES).
La construcción de la Ikiam es sencilla. Una serie de casas, divididas en bloques, guardan armonía con la naturaleza. Cada aula tiene el piso elevado, porque los animales (boas, insectos) transitan con libertad por el lugar.
El campus ocupa 264,16 hectáreas y está a 4 horas de Quito. Desde la Ikiam se llega en 20 minutos por auto hasta el Bosque Protector Colonso, que fue declarado Reserva Biológica el 6 de marzo de este año.
En el entorno se estima que hay al menos 25.000 especies de plantas, 4.000 variedades de orquídeas, 320 ejemplares de mamíferos, 1.663 tipos de pájaros y 1.500 clases de reptiles, peces y anfibios.
Nadie mejor que Grefa conoce el Bosque Protector Colonso y por eso dice confiado que el lugar será el aula natural perfecta para los jóvenes de la Ikiam.
Asegura que en la selva se consigue todo. Cuenta que cuando tiene bajas las energías consume una machitona (fruta de temporada) o prefiere comer cacao de monte parecido al maní. Con estos alimentos está listo para continuar con la travesía, que en un día podría ser de hasta 15 kilómetros.
La espesa maleza de la imponente selva no lo intimida. Dice conocer el lugar casi “al dedillo”. Tanto es así que solo usa un palo para abrirse paso entre la naturaleza. Las extenuantes caminatas duran entre 8 y 12 horas. No usa bloqueador, pues considera que su piel ya está acostumbrada a la temperatura que oscila entre 19°C y 24°C. Siempre hay humedad, pero es absorbida por las hojas de los árboles ornamentales, como chunchos, cedro, guayacán, corcho, sangre de gallina o cedrillo. “El bosque es mi oficina”, comenta entusiasmado ante los visitantes que llegan a la reserva para conocer las especies que se ocultan entre las gigantescas hojas de los árboles de pambil.
Los pasos de Grefa son fuertes. Camina por los estrechos senderos y nunca se tropieza, incluso se da tiempo para ayudar a los visitantes que se resbalan o caen en el espeso lodo. También tranquiliza a quienes se asustan por alguna picadura de insectos. Para él, esa convivencia es natural. Con la declaratoria, el MAE vigila y asegura la protección de los ecosistemas naturales.
El guardián del bosque, de 37 años, y 4 compañeros son los encargados de cumplir esa tarea. Son quienes vigilan que no talen la madera del lugar o no cacen ilegalmente a los animales endémicos de la zona.
Transcurre una hora de caminata y Pedro Grefa, técnico del MAE, no pierde el paso rápido. Durante el camino se detiene a recoger semillas, hojas y también a tocar los arbustos. Al rozarlos reconoce su energía.
Aún los técnicos del MAE estudian la delimitación de 2 zonas: una se destinará a estudio y exploración científica de los estudiantes y otra a la conservación.
Un bosque natural
Para los futuros universitarios de la Ikiam, Colonso será un laboratorio de estudio por las diversas especies que nacen y se reproducen en el área. Hay quienes consideran que la selva es una surtida farmacia llena de “plantas sabias” capaces de curar muchos malestares y enfermedades propias de la zona. Eso constató Rodolfo Dirzo, ecólogo de la Universidad de Stanford, en California (EE.UU.), quien recorrió el lugar, junto a los guías comunitarios.
“Ecuador tiene un sistema natural apabullante. Hay plantas que tienen una inteligencia natural y he visto que en Colonso se concentra un gran número de especies”, dice, Dirzo, quien no esperaba encontrar tanta biodiversidad en un solo lugar. El académico solo recorrió la zona conocida como Chincho 1, que es uno de los 3 senderos. Espera conocer el Chincho 2 y el Sendero de los Monos, cuando la Ikiam empiece a operar.
Los guías comunitarios calculan que en la zona hay 8.000 tipos de plantas medicinales. Entre las más conocidas están la sangre de drago, que se extrae del árbol del mismo nombre. La familia de Grefa usa esta planta para curar heridas. No es la única, pues, cuenta, la curanina pamga permite una poderosa depuración en especial a nivel abdominal. Otra medicina natural en Colonso es la copal para padecimientos de las vías respiratorias.
Según David Veintimilla, miembro de la Dirección Nacional de Diversidad del MAE, es fundamental que la comunidad participe en la conservación de las áreas protegidas. En el lugar viven 7 comunidades shuar, como Tiwintza, Alto Paro, Alto Tena, Ichillaqui, Libertad, Manduro Yacu y San Francisco. Los otros llamados a conservar el bosque son los futuros estudiantes de la Ikiam. “Ellos son ya los guardianes de la reserva”, dice Grefa.
SOBRE LA DECLARATORIA
La categoría de área protegida se otorga a las zonas silvestres que se destacan por su valor científico, escénico, educacional, turístico, además por su flora y fauna.
La mención se destina a los ecosistemas que contribuyen a mantener el equilibrio del medio ambiente. Los técnicos del MAE efectuaron un estudio de alternativas de manejo para justificar la categoría.
Para entregar la condecoración a la zona, los técnicos también realizaron un diagnóstico de ecosistemas, flora y fauna. Además, se analizaron los factores socioeconómicos y culturales de la zona.
En Ecuador hay cerca de 40 reservas patrimoniales que están registradas en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador (SNAP), creado en 1976. Su propósito es conservar la biodiversidad vestigios, yacimientos y asentamientos arqueológicos del país.