Solo el 7,4% de empresas ecuatorianas introducen nuevos productos al mercado nacional. Mientras que el 0,19% es destinado al exterior. Así lo afirmó René Ramírez, secretario de Educación Superior, Ciencia Tecnología e Innovación (Senescyt), durante la presentación de la propuesta del Código de Economía Social del Conocimiento y la Innovación (COESC+i).

Ramírez insistió en que el país debe dar un salto cualitativo hacia una sociedad del conocimiento, de la producción científica y la innovación. Por ejemplo, explicó que Ecuador, al ser un país bananero, no debe dedicarse únicamente a la venta de sus productos derivados, sino que podría aprovechar el bagazo del fruto para crear energía.

La propuesta del COESC+i busca ese impulso hacia la investigación. El documento tiene tres capítulos que, en conjunto, pretenden revalorizar el rol del investigador, promover los emprendimientos, impulsar la libertad de investigar e incentivar a la economía social del conocimiento para que no sea un bien privado, entre otros temas.

La idea es que esta propuesta, pionera en el país, sea debatida por la ciudadanía a través del WikiCOESC+i, una plataforma virtual que receptará opiniones, sugerencias, críticas y propuestas del proyecto inicial. La herramienta estará habilitada en los próximos días.

En el país solo 2% de patentes son nacionales, frente a 98% que son transnacionales. En el sistema universitario también hay dificultades porque se produce un promedio de 1,3 patentes por año.

“Claramente es insuficiente lo que estamos haciendo como país en términos de investigación y desarrollo. La última cifra de inversión es el 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB)... Si este año las universidades cumplen con el requisito de invertir el 6% del presupuesto en investigación, más la inversión del Estado, duplicaríamos hasta el 0,78% del PIB”, aseguró Ramírez.

Como ‘innovadora’ tilda a la propuesta Alejandro Espín, de 24 años, egresado de Ingeniería en Biotecnología de la Escuela Politécnica del Ejército.

Asegura que existen muchas restricciones en cuanto a la generación de conocimiento, incluso con la propia legislación. “Con el código se rompe la concepción de que el conocimiento es un bien privado y que la investigación solo se genera en círculos cerrados. Hay que abrir las esferas del saber”, concluyó Espín.