Las clases le restan tiempo al uso libre de la tecnología
La mañana de este lunes 2 de septiembre del 2019 Maverick (15) y Madeline (17) se levantaron temprano para el regreso a clases en la región Sierra. Ambos hermanos viven en Guayllabamba y estudian en el Liceo San Agustín −de esa parroquia− y el Colegio Iberoamericano, de El Quinche.
Su madre, Ana Heredia, cuenta que en esos planteles no está permitido que ingresen con teléfonos celulares, por lo que al entrar cada estudiante los encarga hasta la hora de salida.
“Hay más peligro en dejarle un celular a un niño en las manos que en enviarlo a buscar el pan en una tienda”, dice el psiquiatra y filósofo Luis Arocha Mariño. “La Asociación Psiquiátrica Mundial ha reconocido el peligro inminente de adicción que ocasionan los celulares”.
Hay que usar la tecnología, no al revés, insiste el especialista en fenómenos como el estrés. Entre las alternativas frente a esto está la optimización en el uso de estos recursos, como las búsquedas dirigidas en Google que puedan complementar el aprendizaje.
El uso de vídeos en el sistema educativo sería otra opción porque, en la actualidad, el audiovisual tiene una estrecha relación con el conocimiento, explica Arocha. “El apoyo de imágenes en las aulas brinda, por ejemplo, detalles sobre el estudio de las células o galaxias, lo cual facilita el aprendizaje con métodos visuales, de representación, modelos a escala o fotografía a distancia”.
Las artes literarias, en cambio, requieren de la palabra escrita más que las plataformas que acaparan la atención de los más jóvenes.
Otra academia, ubicada en Calderón, no tiene lugares para que sus estudiantes secundarios dejen sus celulares, como las antes citadas, pero sus profesores los retiran si son usados durante las jornadas académicas.
En varios centros educativos, la “retención” de los teléfonos suele darse por periodos de hasta 24 horas y solo se los devuelven si los representantes de sus usuarios van a retirarlos.
Mientras Maverick y Madeline esperan la hora de salida de clases para volver a usar pantallas que no sean las de proyectores en las aulas, su hermano mayor, Óscar (22), se prepara para iniciar clases el 22 de septiembre en el Instituto Metropolitano de Diseño. En las universidades el uso de tecnología personal ya no está restringido y los estudiantes llegan a un acuerdo con sus docentes durante las horas de clases.
“Tenemos que incorporar la tecnología a nuestras vidas”, concluye Arocha Mariño, “no podemos dejarla de lado, pero tampoco se trata de dejarnos arrastrar por esta”. (I)