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Ecuador, 12 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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Ecuador suma 98 especies de anfibios descubiertas en 10 años

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Los descubrimientos de anfibios en el país se ha vuelto más frecuentes en la última década.

La cantidad de especies hallada en Ecuador, en 10 años, es el doble del total de la población existente en Chile y Canadá (que tienen territorios más extensos).

En El Oro, ayer se anunció el encuentro de 3 nuevas especies de ranas terrestres del género Pristimantis. Según Darwin González, director de Gestión Ambiental del Gobierno Provincial, la investigación comenzó en 2013 y se extendió hasta julio del presente año.

Dos variedades fueron encontradas en El Guabo —kuri y allpapuyu— y la otra fue localizada en Piñas —hampatusam—. Las primeras habitan en los bosques, al pie de las montañas, y la última, en la parte alta. “La megadiversidad de la provincia nos sigue sorprendiendo”.

¿Por qué en Ecuador se repiten los descubrimientos?

Juan Manuel Guayasamín, biólogo evolutivo de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que el territorio nacional es megadiverso. Y dicha biodiversidad es producto de la alta variación climática y topográfica.

“Esas características facilitan que las especies cambien, se adapten y se dividan”, agrega.

El científico, quien es autor y colaborador en la descripción de otras 24 especies, detalla que Ecuador tiene más riquezas. “No solo en anfibios, también en otros grupos.

En nuestro país ya se ha creado una escuela de científicos (batrachólogos) especializados en el estudio de ranas y sapos”.

A eso se suma la disponibilidad de técnicas moleculares de laboratorio.

El biólogo aclara que cada especie tiene una historia única e irrepetible de miles de millones de años de evolución. “En el país aún quedan nuevas especies por describir”.

De su lado, Santiago Ron, descubridor de 27 especies, añade que los anfibios tienen rangos de distribución muy pequeños. “Cuando vas a zonas en las que no se han hecho colectas, puedes encontrar especies nuevas”.

Mientras camina por las instalaciones de la Balsa de los Sapos (proyecto de conservación que inició en 2006), el curador de anfibios del Museo de Zoología sostiene entre las manos un ejemplar de la rana cohete de Quito —nombre común—, catalogada como en peligro crítico de extinción (ver foto).

La extinción de las especies

A pesar de que Ecuador no cuenta con una estadística sobre anfibios, pues se necesita un estudio riguroso para determinar el declive, de las 95 especies nuevas, 25 están amenazadas y 7 fueron catalogadas en peligro crítico de extinción (según Fauna Web Ecuador).

Ron no descarta que del último grupo ya no exista un porcentaje. “El problema es que no es comprobado, pues algunas especies vuelven a aparecer, incluso cuando ya se las dio por desaparecidas”.

Ron da una primicia: en estos últimos meses se encontraron 2 especies de ranas que consideraban que se habían extinguido en el país. El biólogo prefiere aún no dar detalles del hallazgo (nombres o zonas). La noticia comprueba su teoría.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) calcula, a escala mundial, que un tercio de las 2.500 especies de ranas, sapos y salamandras descritas están en peligro de desaparecer y 168 ya no existen.

La organización ambiental, que tiene una oficina en Quito, indica que los últimos 20 años han sido considerados los más críticos en cuanto a la disminución de estas especies.

Ron añade que de las especies evaluadas el 45% está amenazado.

Por su parte, el experto en conservación, Carlos Hidalgo, sostiene que este grupo de animales lucha contra 3 fuertes amenazas: el cambio climático, la pérdida de hábitat (deforestación) y las afecciones (hongos devastadores, como el chytrid y otros tipos de parásitos).

Ron considera que la importación de mascotas exóticas trae enfermedades. “La gente adquiere una salamandra de otro país, y cuando se cansa de ella la bota en un bosque. Ese ejemplar puede ser transmisor de enfermedades”.

A esto se suman las especies depredadoras introducidas, como la trucha que devora renacuajos.

Su rol en la naturaleza

Guayasamín indica que las interacciones ecológicas de las especies y defensas químicas resultan fundamentales para el ser humano, pues los anfibios. Por ejemplo, son indicadores de la salud de los ecosistemas, porque son sensibles a los cambios ambientales y a la contaminación, de ahí que son los primeros que desaparecen de un lugar afectado.

Hidalgo recuerda que años atrás, en las minas de carbón, utilizaban canarios para saber si en el ambiente había gases tóxicos. Cuando el ave moría asfixiada, los mineros salían inmediatamente.

Actualmente, los anfibios son considerados como los nuevos canarios porque ayudan a determinar el deterioro del planeta.

También estos animales, al consumir todo tipo de insectos —incluido el mosquito transmisor del dengue, zika y chikunguña— evitan que se propaguen las plagas y la destrucción de los cultivos.

A su vez son devorados por otras especies, lo que completa la cadena alimenticia y mantiene el equilibrio de la naturaleza. (I)

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