Chunchi recupera su escuela luego de 6 años
Flor Fajardo, de 65 años, recoge con sus dos manos un puñado de máchica. Lo lleva hasta una olla que hierve sobre dos troncos encendidos. Otras mujeres alistan, apresuradas, los bocadillos para los 32 niños que saldrán al recreo en la escuela Río Cenepa, que está en Chunchi (provincia de Chimborazo).
Ellas, cuyas edades oscilan entre los 25 y 60 años, son las madres y representantes de los estudiantes que se forman allí, de segundo a séptimo año de educación básica.
Esta institución será la primera escuela rural del país seleccionada por el actual Gobierno Nacional para su reapertura el jueves 7 de febrero.
Las mujeres que viven en el sector preparan los alimentos en un improvisado bar para elaborar manjares autóctonos para los chicos. “Les preparamos máchica, sánduches y choclos para que estén alimentados y aprendan”, explica Laura Moscoso, una de las madres de familia.
Para llegar al centro, localizado en la comunidad Tauri, de la parroquia rural Compud, hay que recorrer un camino de adoquines. En el trayecto asoman verdes prados y ganados, los cuales son arreados por los agricultores.
A un kilómetro, sobre la derecha, aparecen aulas de color naranja con techado gris. En el interior las madres y los padres limpian los ventanales y baldean el patio. Ellos preparan el lugar para “reestrenar” oficialmente la institución que fue cerrada, hace seis años, por el gobierno anterior.
Hace una semana los menores de edad ya asisten a las instalaciones para acoplarse. En el patio juegan a las canicas y a la rayuela. El sonido de la sirena del recreo y el correteo de los niños ahora son parte de la rutina del sector.
Los progenitores, que desarrollan actividades agrícolas, detienen sus labores de campo por un instante para asomarse entre las rejas y saludar a sus niños en el recreo. En cambio, otros llegan a las 12:30 para llevarlos a casa.
Padres de familia limpian los patios de la escuela rural Río Cenepa, donde los chicos ya reciben sus primeras clases. Foto: Elizabeth Maggi / El Telégrafo
El sacrificio de ir a clases
Las madres presentes comentan que están felices del ‘retorno’ de la escuela, la cual tiene más de 50 años.
Hasta hace poco Flor Fajardo, que está a cargo de su nieto -Jordy Molina (ocho años)- todos los días se levantaba a las 05:00 para que llegue a la escuela a las 07:00.
El estudiante desayunaba somnoliento, caminaba un kilómetro hasta la carretera, esperaba un bus y viajaba cinco kilómetros para ingresar hasta la Unidad Educativa Río Curaray, que está en la parte baja de Compud.
Eso ocurría cuando tenía suerte. Cuando el carro no pasaba, él caminaba. Por ello, llegaba sucio, cansado y atrasado. “Era un susto porque no sabíamos si llegó o no”, relata la mujer que reside a dos cuadras de Río Cenepa.
María Chuqui, quien reside en la comunidad Saguin, a medio kilómetro de Tauri, padeció igual. Ella, que cría a sus siete hijos sola, tenía que levantarse a las 04:00 para que dos de ellos (de cinco y siete años), lleguen a la Río Curaray.
Como la madre debía cuidar sus rebaños, el mayor tenía que encargarse de que salieran de la casa, caminaran un kilómetro y medio hasta la vía y tomaran el bus.
Pero en la primera semana ocurrió un accidente: “Como no había transporte, él se subió en una camioneta, pero se cayó y se lisió el brazo. Me daba miedo enviarlos, pero no tenía otra opción”.
A esta incertidumbre se sumaba la hora de regreso. Los niños debían caminar hasta encontrar un bus que los acercara a la E 35 (vía principal de Chunchi), para después caminar hasta sus viviendas.
A veces, sin comer, recién retornaban a las 15:00 o 16:00. Muchos enfermaron y otros no querían ir a clases. “Con qué ganas podían hacer los deberes”, recuerda Luis Puma, padre de familia.
Los adultos reconocen que la Unidad Educativa Río Curaray, que suplió a la Río Cenepa, es eficiente, pues cuenta con 23 profesores. Pero el problema está -coinciden- en que no garantiza la seguridad de sus niños.
Las clases
El Río Cenepa hoy luce un jardín al ingreso del plantel. La comunidad educativa sembró flores amarillas y rojas para decorar el portal. También se ha formado un mirador natural, desde el cual se aprecian sembríos de papa y acelga.
La institución cuenta con dos aulas, un laboratorio de computación, baterías sanitarias y una cocina. Hay ya dos profesores: uno se hará cargo de los niños de segundo a cuarto de básica y el otro hasta el séptimo de básica. Ambos impartirán todas las asignaturas.
La docente Viviana Quituizaca, que es oriunda de Chunchi, vive en la comunidad Piñancay (parroquia Capsol), a 20 minutos de Río Cenepa. Ella estará en una comunidad más cercana a su hogar. “Eso es parte del programa. Estamos seguros de que todos pondremos de nuestra parte para que los niños sean los más beneficiados”, aseguró. (I)