La leyenda amistosa sobre el mono y el patrono de Chongón
“Besar la cola del ‘mono’ de piedra se convirtió en un hábito de quienes visitaban Chongón. Esto aseguraba buena suerte y solucionaba problemas como evitar algún accidente en el retorno a la ciudad”, manifiesta Guillermo Cirino Preciado, habitante de esta parroquia urbana de Guayaquil, en la vía a la Costa.
Preciado nació en Chongón hace 76 años y relata que creció entre historias mitológicas en torno a los poderes de la imagen del primate. Sin embargo, la leyenda más popular une paradójicamente a este ídolo de piedra con otro de madera: el patrono de Chongón, San Jerónimo.
“Un grupo católico edificó su iglesia, pero le incomodaba que los pobladores que escuchaban la misa -en honor a San Jerónimo- salían directo a besar la cola del mono. La gente lo hacía porque era una costumbre”, detalló Preciado.
Guillermo Cirino Preciado, de 67 años, señala la cola de la imagen de piedra del mono de Chongón. La efigie era idolatrada por los turistas y propios para pedir favores por sembríos y pesca. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
En el libro Leyendas y tradiciones y páginas de historia de Guayaquil, del historiador José Gabriel Pino Roca (+), se describió la historia del “mono fiero” de Chongón en 1930.
El historiador coincide con el relato de Preciado y detalla que a los padres dominicos les costó mucho cristianizar a esta comunidad, pues mantenía una tradición de culto a muchos ídolos tallados en piedra. Sin embargo, es Pino Roca quien atribuye a fray Baltazar de la Cava la desaparición de la imagen de piedra y el inicio de “una gran amistad” entre ambas efigies.
“Un día el cura, cansado de la idolatría al mono, lo mandó a enterrar, pero esa noche también desapareció San Jerónimo de la iglesia (se dice que fue una rebelión de los comuneros contra el sacerdote). Después de varios días encontraron a las dos imágenes juntas”, explica Preciado.
De acuerdo con el historiador guayaquileño, desde ahí el fray consideró dejar ambas imágenes y que convivan en esta comunidad como “símbolo de amistad”.
Actualmente la figura de madera de San Jerónimo está en la iglesia del centro y a pocos metros al frente se visibiliza la del animal, colocada en el parque central. Preciado agrega que desde entonces ambas figuras siempre han estado juntas.
Los favores del mono
José Mejía, de 67 años, se mudó hace más de 20 años a Chongón junto con su esposa, una mujer nativa de la parroquia, quien le relató que la figura del mono tiene más de 500 años en esta parroquia.
“Los primeros relatos que se registran del mono constan en la hacienda de los Burgos, a una hora de distancia. Después fue colocado cerca del río, años después lo trajeron acá porque había una gran plaza y después construyeron la iglesia al frente”, manifiesta Mejía, quien reproduce la versión de sus suegros.
No obstante, su esposa le indica que es una creyente de los “favores del mono”, pues considera que ha ayudado a los chongoneños durante todas sus épocas.
“Los nativos de más de 400 años le encomendaban los sembríos, pescas y cazas. Es decir, los favores del mono fueron fundamentales para el desarrollo económico de esta zona. Hace como 50 años las peticiones son en el área de salud, ahora ya casi nadie se acuerda de visitar la imagen”, según Mejía.
El jubilado explica que a diferencia de hace 100 años, cuando todos los turistas o visitantes de Chongón se dirigían al mono, ahora van directo a la iglesia por San Jerónimo y casi nadie sabe sobre los mitos que se tejieron sobre la figura del primate.
“Hay varios factores. Durante la regeneración urbana, la figura fue colocada muy alto y ya no se la puede besar, además con el paso del tiempo va perdiendo su forma. A esto se le suma que hay otras generaciones que ya no creen en mitos”.
Mejía dice que la escuela local se preocupa por mantener la leyenda. (I)
Durante la regenaración urbana, la efigie del primate fue colocada muy alto. Los visitantes locales y turistas ya no la pueden besar. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo