El Chocó andino de Ecuador continúa amenazado pese a protección
La contaminación, la minería, las hidroeléctricas, la basura o la cacería son algunas de las amenazas a las que se sigue enfrentando el área del Chocó andino de Ecuador a pesar de su declaración como Reserva de la Biosfera en julio de 2018.
La mayoría de las concesiones mineras que el Gobierno prometió erradicar del espacio protegido continúan funcionando hoy en día, mientras que sigue en marcha un proyecto para construir una nueva planta hidroeléctrica en la parroquia de Nanegal, dentro de la Reserva.
Decenas de personas reclamaron el viernes 1 de febrero, durante un acto en el que la Unesco entregó a las autoridades locales la Declaratoria de Reserva de la Biosfera, luchar contra las amenazas que se ciernen sobre esa zona y que afectan también a las comunidades que lo habitan.
Saadia Sánchez, Directora de @UNESCOQuito entrega a prefecta subrogante @MarcelaCostales placa de reconocimiento de Chocó Andino de Pichincha como #ReservaDeBiósfera. @UNESCO_es @ONUecuador @Ambiente_Ec @UNESCO_MAB @GADMPuertoQuito @PichinchaGob @CongopeEcuador #ReservaDeBiósfera pic.twitter.com/fDwa1Y4y1G
— UNESCO Quito (@UNESCOQuito) February 1, 2019
El proyecto (aun sobre papel) pretende construir una hidroeléctrica hacia el final de la mencionada parroquia, por la que transcurre uno de los ríos más importantes del Chocó andino, el Alambi, para acompañar a la que ya existe al inicio del pueblo.
"Nos preocupa como comunidad por todo el impacto ambiental que va a ocasionar, al llevarse el 90 por ciento de nuestro caudal de agua", denunció a a la agencia Efe la representante del Frente de Defensa de los Ríos del Chocó andino y natural de Nanegal, Yuly Tenorio.
De acuerdo al proyecto, la capacidad energética que produciría la nueva central sería de nueve megavatios por hora, que se irían hacia la vecina provincia de Imbabura, lo que ha generado malestar entre los habitantes de la parroquia ya que ni siquiera podrán disfrutar de la energía que su río produzca.
De algo menos de 3.000 kilómetros cuadrados, el Chocó andino se encuentra en el norte de la provincia de Pichincha, de la que Quito es su capital, y sus bosques nublados están considerados a nivel mundial un lugar excepcional para la observación de más de 700 especies de aves.
Es también hogar del emblemático oso de anteojos, el zamarrito pechinegro, el gallo de la peña, olingos, tigrillos, cinco tipos de felinos, así como multitud de variedades de orquídeas y otras especies endémicas de flora y fauna.
Hasta la fecha, los esfuerzos de los gobiernos provincial y estatal han sido escasos y sus habitantes se quejan de que es el Estado ecuatoriano el que está amenazando la supervivencia del Chocó, por lo que esperan que esta declaratoria sirva para que se reconozca su labor como guardianes de los ecosistemas que alberga.
Y es que sus pobladores, unos 880.000 según el Ministerio de Turismo, se esmeran cada día por proteger el bosque a partir de la actividad privada, creando refugios para la fauna del lugar o viveros y huertos orgánicos que ayuden a restaurar la flora de los bosques.
Tenorio advierte en ese sentido que la planta hidroeléctrica provocará que muchas de las actividades productivas del pueblo, como el turismo y la agricultura, se vean seriamente afectadas, comprometiendo la economía de sus habitantes y acabando con sus emprendimientos y planes de vida.
Por su parte, la portavoz del comité de comunicación del Corredor del Oso Andino, Teolinda Calle, agregó en declaraciones a Efe que el río Pichán sigue contaminado por los químicos que vierten a sus aguas las industrias de la parroquia de Calacali, al este, y que las carreteras siguen atestadas de basura.
Pero lo que más preocupa es "la cacería, el tráfico de especies y el abandono de animales domésticos por aquí, que constituye un peligro para la fauna silvestre".
El vocal del Gobierno Parroquial de Mindo, Santos Patiño apunta a la necesidad de que guardabosques vigilen las zonas protegidas y que, entre otras tareas, luchen contra los cazadores furtivos y traficantes de especies.
Mindo es uno de los pocos lugares de Ecuador donde "el bosque cada vez se va acercando más a la población, porque las personas se están dedicando ahora al turismo -dejando la ganadería de lado- y están reforestando sus fincas", recordó el vocal.
Estas ideas sostenibles y sustentables son las que persiguen los órganos locales del Chocó andino, que tratan de concienciar y sensibilizar a sus habitantes de que el turismo ecológico y la producción orgánica son las idóneas para superar las amenazas a las que se enfrentan en su día a día. (I)