Cerca de 4 mil cristianos del norte participaron en dos procesiones
Al menos 4 mil feligreses del norte de la ciudad participaron ayer por la mañana de las procesiones convocadas por la Iglesia de Nuestra Señora de la Alborada y por la de Nuestra Señora de Czestochowa para recordar la muerte de Jesucristo.
Los intensos rayos solares y la humedad sobre la urbe no afectaron la fe de los cristianos que, portando sombrillas, gorras y botellas de agua, caminaron por las principales calles de la ciudadela La Alborada, La Garzota, Acuarela del Río y algunas etapas de Sauces.
Desde las 07:30, cientos de católicos de esta zona, familias enteras, parejas y grupos de jóvenes, se tomaron algunas vías portando cruces, rosarios, imágenes de Jesús y objetos similares. Los cánticos y rezos se dieron cada vez que se detuvieron en las estaciones.
La procesión de Nuestra Señora de Czestochowa dramatizó con un grupo de creyentes todo el camino de Cristo con la cruz en hombros y custodiado por los romanos. El ciudadano que cumplió el rol del Hijo de Dios vistió un traje de la época, aparentemente ensangrentado y varias veces se lanzó al piso.
En medio de esa caminata se encontraban Carlos Gutiérrez, de 62 años, quien llevó a su madre, Marianita Delgado, de 89 años, en una silla de ruedas protegida con una sombrilla.
Comenta que hace 6 años participa en esta jornada de Viernes Santo, junto con su progenitora y que antes lo hacían en la Catedral, cuando vivían en sus inmediaciones.
En cambio, los cristianos convocados por la Iglesia de Nuestra Señora de La Alborada solo cargaron la enorme cruz de madera del templo.
Aquí también estaban los feligreses de las iglesias Mística y la de San Miguel Arcángel, que se encuentran en la zona. En la estación 12 estuvieron Olga Laborda y Teresa de Castro, quienes participan desde hace más de una década en este rito.
Ambas afirman haber recibido milagros por enfermedades que padecieron. Teresa atribuye a Jesús y a la Virgen María la recuperación en la salud de su hija Laura, tras un derrame sufrido hace varios meses.
En las dos caminatas, el silencio, en señal de respeto por la crucifixión de Cristo, fue el denominador común. Los rezos y cánticos se dieron solo al momento que los respectivos sacerdotes lo indicaban en las distintas estaciones. Al final cada una de las procesiones llegó a su templo y la masa de cristianos se dirigió a su hogar.