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Cementerios rurales, entre el abandono y lo curioso

Cementerios rurales, entre el abandono y lo curioso
03 de julio de 2011 - 00:00

Eran cerca de las 18:00. Los acordes de una guitarra, las voces desentonadas  de un grupo de hombres interrumpían el silencio y la tranquilidad del Cementerio General de Daule.

“...no hay distancia ni tiempo, ni santo en ningún templo, que impida que te diga: te quiero, te quiero”, decía la letra melancólica de un pasillo del cantante Segundo Rosero, que Víctor Méndez, junto con sus amigos, entonaba  al pie de la tumba de su esposa, Teresa Zambrano,  quien cumplía dos años de fallecida. “Era apenas dos años mayor que yo, no llegaba a los 40. Empezó con asma, luego la llevamos a Guayaquil y le diagnosticaron cáncer. Murió en un hospital”, relata Méndez mientras observa nostálgico la bóveda de su mujer, pintada con motivos religiosos.

Unos 10 hombres, entre vecinos y familiares, lo acompañaban, y el guitarrista Ever Barrén que tiene varios años de experiencia en este tipo de eventos, en la serenata romántica post mórtem, al calor de la caña manabita. El olor a alcohol era parte del pintoresco momento, entre lágrimas, cruces y personajes extintos.

El sepulcro de Teresa Zambrano es uno de los 4.000 que forman parte del cementerio de  Daule, localidad ubicada a solo una hora de Guayaquil. El camposanto está conformado por mausoleos familiares y tumbas individuales. Según   Yahaira Pachay, la administradora, no hay información suficiente sobre el origen del cementerio.

3-7-11-guayaquil-recorrido-por-cementerioSin embargo, un registro de 1941 indica que las cenizas del ex gobernador de la provincia en el gobierno de Gabriel García Moreno, Vicente Piedrahíta Carbo, reposan en este panteón. “El dato da una idea de su antigüedad”, explica Pachay, quien administra el cementerio desde  2005.

Pese a sus años de creación, el lugar se ha renovado poco a poco con el transcurso del tiempo. Tiene una moderna fachada y un sistema, por medio del que - indica la funcionaria municipal- se puede ubicar una tumba. “Los deudos vienen a mi oficina y con el nombre del difunto se puede averiguar la etapa y bloque en que se encuentra, para que los familiares puedan hallarlo rápidamente”, sostiene.

El camposanto cuenta además con una sala de velación, guardianía e iluminación, una realidad distinta y esperanzadora, con respecto a la de otros cementerios de la provincia.

“La muerte no es apagar la luz; es apagar la lámpara, porque ha llegado el amanecer”, es la frase de Rabindranath Tagore, que reza en la parte frontal del mausoleo en el que reposan los restos de Carlos Fernández Martínez y de Marina Rueda de Fernández, en el Cementerio General Sabino Torbay Zahul, del cantón Playas. 

Las tumbas se encuentran en un mausoleo de color azul gris, rodeado por una reja blanca, que destaca porque es uno de los más elegantes dentro del lugar. Enterrados en estructuras similares están integrantes de las familias Mite-Orrala, Jordan-Lindao, Suárez-Muñoz y otros 600 más, aproximadamente.

Pero este cementerio, que tiene cerca de 70 años de antigüedad, un terreno de construcción de aproximadamente 65 mil metros cuadrados y que posee, además, 300 tumbas sueltas y 2.500 fosas en tierra, registra problemas por la falta de recursos para realizar mejoras.

Explica Arnulfo Cruz, administrador e integrante del Comité Promejoras del Cementerio, que ellos están a cargo de su dirección desde el año 2005, a partir del cual han logrado realizar algunas obras para el camposanto.

“Hemos adoquinado el ingreso, cambiamos la puerta principal por una mejor y construimos una parte del cerramiento, pero nos hace falta dinero para hacer adecuaciones que sabemos que hacen falta”, explica Cruz.

Tumbas en mal estado, con estructuras caídas o rotas, iluminación nocturna y la falta de guardianía permanente, así como la  pavimentación del interior del cementerio son parte de los problemas.

Cruz indica que el camposanto es privado y que reciben ayuda municipal en la exoneración de parte de los impuestos.
“Queremos hacer un convenio con el Cabildo de Playas y donarles un espacio para construir la morgue y la sala de velaciones y que ellos nos ayuden a concluir con nuestras obras pendientes, como la construcción del 50% restante del cerramiento y la capilla”, afirma Cruz.

Pese a los problemas, este camposanto aún tiene mucho espacio disponible para la edificación de nuevas bóvedas en su parte delantera, un escenario que contrasta con el Cementerio General del cantón Durán, ubicado casi al ingreso. 

Su administrador, Manuel Montero, afirma que hay en total 30.836 tumbas y que su capacidad se encuentra al límite. “Las tumbas aún pueden extenderse hacia el cerro, pero abajo ya no hay espacio. Está colapsado”, manifiesta.

Por esto, la creación de los panteones privados “Jardines de Durán” y “Parque de la Paz” han tenido buena acogida, asegura.

A la falta de espacio, se suman también, al igual que en otros cementerios, los problemas de iluminación, seguridad, poco personal y la alta de una sala de velación. “Para la Municipalidad, este cementerio representa más egresos que ingresos”, asegura Montero.

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