Publicidad
Casa Matilde da refugio a las mujeres violentadas en Quito
Desde hace 28 años llegan a la Casa de refugio Matilde mujeres en busca de ayuda para superar la violencia de género que viven.
Hoy el espacio edificado en el sector de Chillogallo, al sur de la Capital, alberga a 12 madres y sus hijos. En total el espacio es para 30 personas.
Lorena (nombre protegido) es parte de la historia de esta institución, que por seguridad no se puede visitar por cualquiera.
Ella ingresó a la institución hace 7 años, tras huir de los maltratos de su esposo. Llegó junto a sus 3 hijos y lo primero que entendió fue que los golpes no son amor.
“Cuando mi marido se emborrachaba, llegaba enojado a la casa y me golpeaba con sus puños hasta dejarme sangrando la nariz. Me dio también patadas, las que me provocaron un aborto”.
Tras cada episodio de violencia venía el arrepentimiento y luego la reconciliación con la promesa de que los golpes no se repetirían.
Sin embargo, nada se cumplió y la agresión siguió hasta que escuchó las recomendaciones de una amiga que experimentó una situación similar.
Llegó a la casa de refugio y encontró un espacio de tranquilidad para pensar y conocer que tiene recursos personales internos importantes, que los debe poner en funcionamiento para su bienestar y el de sus hijos.
La cofundadora de Casa Matilde, Rosario Gómez, cuenta que en esta institución laica las mujeres reciben herramientas para pensar y entender la situación que viven dentro de una sociedad machista.
En estas instalaciones se dan charlas para que las internas conozcan cómo se desarrolla el ciclo de la violencia y sepan en qué momento están y actúen en defensa de sus vidas.
Existen dos vías básicas de ingreso a este espacio: referidas desde los hospitales públicos -sobre todo del Enrique Garcés- y a través del boca a boca de vecinas o familiares que recomiendan este espacio gratuito.
“Cuando la casa de salud recibe casos y deben egresar, pero aún necesitan apoyo, las envían a nosotros”.
Una vez dentro la primera labor es entender que deben colaborar para que la casa funcione correctamente distribuyéndose tareas domésticas entre todas.
La elaboración de alimentos saludables, por medio de una capacitación nutricional, es el primer paso en el menú que a diario preparan.
“Según las necesidades de cada mujer y los convenios que tengamos con otras instituciones, podemos darles capacitación en temas como computación”.
Si bien, esta casa de refugio tiene guías de atención a las mujeres, el proceso con cada fémina es individual, pero depende del compromiso que cada una tenga.
“Cuando ella está decidida a poner fin a una situación de violencia, lo hace y sale adelante; pero si no, el círculo continúa presente”.
La institución recibe fondos del Ministerio de Justicia y también del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para su funcionamiento.
En el país, 6 de cada 10 experimentaron alguna forma de violencia en sus vidas, 2 de cada 5 sufrieron agresión física y una de cada 2 recibe ataques psicológicos.
Por ello, desde febrero de este año, el país cuenta con una normativa especializada para prevenir y erradicar la violencia de género.
Para Bibiana Aído, representante de ONU Mujeres Ecuador, es importante que los Estados reconozcan la violencia como un fenómeno social que afecta al colectivo femenino, a sus familias y a las comunidades. “Es necesario que la legislación guarde consistencia con los planes nacionales y políticas”. (I)