Publicidad

Ecuador, 07 de Febrero de 2025
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Publicidad

Comparte

Punto de vista

Carta abierta a Walter Spurrier

-

Mi nombre es Christian Palacios. Soy un becario retornado, llegué al país el 13 de octubre de 2015. Al día siguiente de haber aterrizado en la capital de la República, ya tenía tres (3) ofertas de trabajo, es decir, tardé más en asimilar la realidad de haber regresado a Ecuador, que en conseguir un lugar en donde laborar.

Sé que usted es un gran economista, y precisamente por esa razón cuestiono su artículo llamado ‘10.000 becarios’, publicado en el diario El Comercio. Le cuestiono sobre todo porque, al ser un académico, me cuesta creer que se permita realizar afirmaciones, y mucho menos aquellas que generan opinión pública, sin una base mínima de evidencia científica.

¿En qué investigación empírica se basa usted para afirmar que diez mil becarios son demasiados? Tal vez esté pensando al leer estas líneas que tampoco es científico cuestionar su afirmación por medio de un testimonio particular, pues es posible que mi caso sea uno entre diez mil, y que de esta manera no sea posible generalizar, si queremos apegarnos a la rigurosidad del razonamiento inductivo. Sin embargo, quiero compartirle desde la humildad de mi experiencia algunas ideas.

En primer lugar, un par de consideraciones cuantitativas bastante simples. Conocí a 5 becarios Senescyt en la Universidad Autónoma de Barcelona cuando hacía mis estudios de posgrado, quienes han retornado en tiempos similares a los míos al país. Hoy, todos, a excepción de uno, estamos trabajando; tanto en el sector público como en el privado.

Actualmente laboro en una unidad educativa privada de la ciudad de Quito como vicerrector, y hago explícito esto con dos intenciones: que no se deslegitime mi reflexión con argumentos politiqueros como: “Es un asalariado del Gobierno, no le queda más que defenderlo”, y además, con el propósito de sostener que la política de becas contribuye a mejorar las oportunidades laborales y de vida de los beneficiarios, pues hace años fui docente de este mismo centro educativo.
Por otro lado, sin ser economista, me tomé la molestia de preguntar a la voz oficial (Senescyt) acerca de los datos estadísticos y poder emitir así mi opinión con cierto criterio sobre la inserción laboral de los becarios retornados.

Allí encontré que el noventa y nueve por ciento (99%) estamos laborando actualmente. ¿Es posible que estos resultados puedan ser considerados eficientes desde su mirada económica? Por otro lado, algunas consideraciones cualitativas un poco más complejas sobre la política de becas, la misma que es parte de la dimensión educativa del país, lo cual sí es mi área de estudio. Usted afirma que “debieron dosificarse las becas de acuerdo a las necesidades del mercado”, con esto no hace otra cosa que poner en evidencia que para usted, a fin de cuentas, es el capital el que tiene supremacía por sobre los seres humanos, sus expectativas y su capacidad de agencia.

Detrás de esta afirmación suya está la premisa de un sistema educativo reproductor de inequidades, homogeneizador de la cultura y muy poco humano, porque el futuro de un país no puede estar supeditado a los intereses de los grandes capitales, que son los que controlan y crean las necesidades del mercado. Evaluar esta política de becas desde criterios monetarios de eficiencia es bastante irreal, en primer lugar, porque aún es muy temprano para ello, y en segundo, porque las transformaciones que se están dando en el país como consecuencia del retorno de los becarios son mucho más complejas, y en realidad no pueden ser cuantificables únicamente, pues afectan las historias de vida de los sujetos, de sus familias y de los colectivos. La historia, incluso económica de los pueblos, no puede seguir escribiéndose en números fríos y gruesos, es necesario construirla desde abajo, desde los relatos alternativos, de los ciudadanos y de los colectivos. Solo allí podemos encontrar que democratizar el conocimiento cambia la vida de los sujetos, e incluso la forma en la que estos comprenden el mundo y su rol dentro de él.

Finalizo estas palabras con un par de puntos conclusivos. Confieso que sentí alegría al leer en su artículo que la política de becas no se encuentra ajustada al mercado, porque precisamente eso a mí me parece positivo.

Esta reconoce la capacidad de agencia de los jóvenes becarios y del país en general, pues riñe con uno de los dogmas de los economistas más ortodoxos, que consideran al mercado como un semidiós que tiene predeterminado nuestro futuro, y al que tenemos que ajustarnos, nos guste o no. Este contexto me recuerda las palabras del gran pedagogo Paulo Freire, a las que pude acceder en el posgrado que ha sido financiado con el exceso de gasto público: “Solo el poder que renace de la debilidad de los oprimidos será lo suficientemente fuerte para liberar a oprimidos y opresores. La construcción de este camino de liberación se logra únicamente desde la educación irreverente, es decir, desde aquella que le permite al pueblo leer políticamente la realidad, y que no se ajusta a la lógica de los opresores” (Freire, 1970).

Como segundo y último punto a reflexionar, me preguntaba si usted ha leído las bases de postulación de las convocatorias Senescyt. En estas podrá encontrar que las becas solo se conceden en las áreas prioritarias para el país. Esto quiere decir que, antes de adjudicar las diez mil (10.000) becas, la Secretaría de Educación Superior se dio el trabajo de pensar y planificar a futuro la construcción del conocimiento y del país. ¿Esto se hizo antes? Y es también por esta razón por la que los becarios retornados nos incorporamos con facilidad al mundo laboral, pues entre las áreas priorizadas se encuentran: las ciencias de la vida y la salud, la educación, la ciencia y tecnología, ramas en las que el país carece de personal cualificado.

No sé si pensar que usted en verdad desconocía este particular o si lo pasó por alto con el fin de mostrarle al país, por medio de su artículo, otra costura del gobierno de turno, que por cierto, ha sido el único capaz de tomar decisiones soberanas, de devolvernos la confianza y las esperanzas a los ecuatorianos, especialmente a los más jóvenes. (O)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media