Cardenales provienen de países como Irak y Japón
El papa Francisco nombró a 14 nuevos cardenales, once de ellos electores en un posible cónclave, algunos de lugares donde no había purpurados y les recordó que su máxima condecoración es servir y que nunca deben mirar “por encima del hombro a nadie”.
En una ceremonia en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, Francisco celebró, el 28 de junio, que es el quinto Consistorio, la ceremonia para la designación de nuevos cardenales, de su pontificado y que como en los anteriores estuvo marcado por querer dar al colegio cardenalicio una mayor representación de Iglesias más alejadas.
Por ello juraron obediencia y fidelidad al Papa y a sus sucesores, el patriarca de Babilonia de los Caldeos, en Irak, Louis Raphael I Sako, en lo que se interpreta como un gesto de cercanía ante la situación de los cristianos perseguidos en la región y Joseph Coutts, arzobispo de Karachi, Pakistán, otro lugar donde los cristianos son una minoría.
Tras este Consistorio habrá en el futuro cónclave un japonés Thomas Aquino Manyo Maeda, arzobispo de Osaka y un purpurado de Madagascar, Désiré Tsarahazana, arzobispo de Toamasina.
También se nombró cardenal a un jesuita, como el papa, al arzobispo de Huancayo, Pedro Ricardo Barreto, gran defensor de la Amazonía y del pueblo indígena.
El resto son nombramientos vinculados con la Curia como el español Luis Ladaria Ferrer, también jesuita y que desde el 1 de julio de 2017 es Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el exsustituto de la Secretaría de Estado y ahora prefecto para La Causa de los Santos, Giovanni Angelo Becciu.
También el Limosnero pontificio, Konrad Krajewsky, que será cardenal entre los pobres ya que ha asegurado que continuará con su labor de salir a la calle a asistir a las personas sin hogar.
Completan los 14, el vicario de Roma, Angelo De Donatis y el obispo de Leiria-Fátima, Antonio dos Santos.
Y los tres que ya han cumplido los ochenta años y no podrán formar parte de un cónclave: el mexicano Sergio Obeso Rivera, el boliviano Toribio Ticona Porco y el español Aquilino Bocos Merino.
A los que antes llamaban los “príncipes de la Iglesia”, el Papa les recordó que hay que huir de las “envidias” y de las “intrigas palaciegas”.
Les subrayó que “la máxima condecoración” y la “mayor promoción” que pueden obtener es “servir a Cristo en el pueblo. (I)