El capital social como el arma contra el bullying
Los estudiantes esperan que su institución educativa sea un lugar en el que puedan aprender y disfrutar entre amigos. Pero para los niños que sufren bullying este espacio puede convertirse en la casa del terror.
Afortunadamente, en este escenario de víctimas y agresores, se han puesto en marcha iniciativas que a nivel mundial promueven con éxito un principio básico del capital social: un simple gesto podría contribuir a mejorar la vida de las personas.
El objetivo es aumentar la concienciación acerca de los casos de acoso escolar e incentivar a que las víctimas y los testigos denuncien este tipo de maltrato y no se callen.
Un caso ejemplar es Natalie Hampton. Esta adolescente estadounidense de 16 años, residente en California, creó una aplicación que lucha contra la marginación en las aulas.
En concreto, la desarrolló a partir de su experiencia personal, ya que durante el primer curso de secundaria fue víctima de agresiones verbales y físicas por parte de sus compañeros. En el comedor era objeto de burlas y comía sola. Una situación que le causó ansiedad y vergüenza.
Cambió de colegio y con ello su vida dio un giro, ya que desde el primer día de clases alguien le ofreció su ayuda y amistad. Fue entonces cuando Natalie descubrió que todo lo que alguien necesita para detener el bullying es un amigo real, recoge la BBC.
Desarrolló una estrategia. Cada vez que veía a alguien comiendo solo se acercaba para decirle tres palabras: “Siéntate con nosotros”.
Para la doctora Pamela B. Paresky, esta actitud denota la aplicación del capital social en su más pura esencia: con un simple gesto, Natalie logró crear una red de apoyo para que nadie más comiese solo en la escuela y fuese víctima de ataques o burlas.
Hoy, Natalie es popular por haber creado Sit With Us (Siéntate con nosotros), la aplicación antiacoso que ayuda a los niños a encontrar un lugar acogedor en el comedor de su colegio.
Otro caso relevante es el de Kheris Rogers. Esta niña afroamericana sufría bullying en un colegio en Los Ángeles (EE.UU.) por su piel oscura, y un día decidió tomar una idea de su abuela para sacar su propia marca de ropa Flexin’ In My Complexion (Presumiendo de mi color de piel, en español).
El punto de inflexión de Kheris llegó el día que le pidió a su hermana Taylor quedarse más tiempo en la bañera; esperaba que le aclarase la piel. Entonces Taylor se dio cuenta de que sufría acoso escolar y subió un tuit donde declaraba que su hermana era hermosa.
El mensaje se hizo viral y la joven de 10 años abandonó su actitud pasiva para luchar contra el bullying y el racismo. Y lo hizo a través de su línea de ropa. Varias celebridades publicaron fotos con las camisetas Flexin de Kheris, como la actriz Lupita Nyong’o y la cantante Alicia Keys.
Para el analista Germán Rozas, estos ejemplos de éxito son posibles cuando “una sociedad, una comunidad, una familia, un barrio, tiene capital social”.
Rozas señala a la BBC que una actitud que abogue por el capital social “puede llevar a sociedades más sanas, equitativas, beneficiosas y participativas”. Y esto es lo que hacen Natalie y Kheris.
En su origen, este concepto de capital social buscaba la mejora del nivel económico de la sociedad, pero los sociólogos Pierre Bourdieu y James Samuel Coleman lo llevaron a un aspecto emocional. Bajo su perspectiva, cada individuo puede ayudar a tejer una red de apoyo que beneficie a una comunidad. (I)
Apoyo estatal
El éxito de KiVa
El programa KiVa arrancó en Finlandia en un momento de emergencia nacional. En 2007 un joven armado irrumpió en su escuela de Jokela y mató a 6 estudiantes, la directora y la enfermera; luego se suicidó. Había padecido acoso escolar.
3 años le tomó al Estado finlandés crear y evaluar su efectividad. Luego se implantó en 234 colegios.
Participación de la sociedad
La sociedad estaba traumatizada por los ataques en los colegios y se tomó muy en serio la aplicación del programa KiVa, en el que participan alumnos, profesores y padres de familia. El acoso se redujo 80%.
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Programa finlandés KiVa se aplica en América
Finlandia -un país líder en temas de educación- también es un ejemplo en programas contra el acoso escolar.
Desde 2009 el acoso en las escuelas de ese país ha disminuido drásticamente, gracias a un método revolucionario para combatir estas situaciones en las que un estudiante o un grupo de ellos hostiga de forma sistemática a un compañero.
Según un estudio en el que participaron 30.000 estudiantes de entre 7 y 15 años, este sistema desarrollado en la Universidad de Turku, en el suroeste de Finlandia, logró eliminar el acoso en cerca del 80% de las escuelas y lo redujo en el otro 20%.
El éxito de este programa bautizado KiVa (acrónimo de Kiusaamista Vastaan, que en finés significa “En contra del bullying”) no pasó desapercibido en Europa, donde cerca de 20 países decidieron implementarlo.
Y ahora varias instituciones educativas en países de América Latina -entre ellos Argentina, Chile, Colombia y Perú- están empezando a usarlo.
“La clave de KiVa es que, a diferencia de las metodologías tradicionales, además de trabajar con las víctimas y los acosadores, incorpora a los testigos”, señala Francisca Isasmendi, encargada del programa en el colegio Santa María de Salta, en Argentina. (I)