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El Telégrafo
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La historia del cacao manabita llega a Londres como chocolate

Las envolturas son de diseño realizadas por artesanos de varios sectores de Manabí. Hay desde cajas trabajadas en madera de teca.
Las envolturas son de diseño realizadas por artesanos de varios sectores de Manabí. Hay desde cajas trabajadas en madera de teca.
Fotos: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO
11 de enero de 2019 - 00:00 - Patricio Ramos

Cuando la periodista manabita Susana Cárdenas recogía -con tan solo 10 años- mazorcas de cacao en la finca familiar ubicada en Santa Ana (centro de la provincia de Manabí), nunca imaginó que esa vivencia marcaría su vida.

Ella recuerda con emoción los momentos que compartía con su padre cuando viajaban desde Manta hacia la comunidad de El Tillal.

“Después de un baño refrescante en el  río, nos íbamos a las plantaciones en la propiedad de 10 hectáreas”, comenta Susana.

Lo primero era recoger mazorcas de cacao. Desde entonces su relación con el grano de oro, como lo conocen en la zona, forma parte de su vida.

Susana muestra los chocolates que ha elaborado para enviar a Europa.

Una larga estancia en Londres (Inglaterra), de 10 años, permitió que esta manabita conozca a fondo el negocio del cacao. Primero fue contratada por un experto en cacao de Inglaterra para que le manejase un blog.

Después de varias investigaciones entre 2011 y 2017, se convirtió en catadora de cacao fino. Entonces decide ya no solo contar las historias de otros con relación al cacao y el chocolate.

“Había que llevar el cacao manabita hacia los paladares más exigentes de Europa que están en Londres y Francia especialmente”, reseña.

Su conocimiento en torno al cacao se agudizó después que terminó una maestría en negocios en Cambridge. Ella fue la única mujer latina entre 70 estudiantes de aquella maestría. De vuelta a casa decide empezar a estudiar los orígenes históricos y ancestrales del cacao manabita.

Así se concentra en llegar a los productores cercanos a la legendaria hacienda La Providencia, en el cantón Chone, noroeste de Manabí.

Encontró árboles de cacao con más de 100 años de vida. Selecciona el producto, antes busca información y luego trabaja intensamente en la técnica de la fermentación del grano.

Aunque son métodos ancestrales, Susana cuenta que busca en la pepa todo el tema de la herencia.

“No es nomás de hacer un chocolate, por así, hay que saber su historia, para que al degustar un chocolate se sienta todos los sabores y olores que llegan impregnados desde su origen y  la tierra donde se lo cosechó”.

El chocolate -dice- es más que llevar un pedazo de cacao a la boca, hay que sobrepasar los límites de la imaginación cuando se lo saborea. Con el chocolate creado por Susana, al que lo bautizó como “Cárdenas”, se ha ganado algunos premios en Europa.

 La selección de los chocolates es primordial para que los compradores se interesen por conocer la historia -en este caso- de las zonas cacaoteras de Manabí.

Sus barras se venden en Londres y llevan envolturas únicas de diseño en las que  se plasma la ancestralidad y todo el proceso desde que empieza a nacer la mazorca pegada al árbol.

El investigador e historiador manabita Eumeny Álava cuenta que la relación del agricultor y el campesino con la tierra y el cacao es ancestral. “Desde nuestros antepasados, quienes vivieron antes de la llegada de los españoles, la pepa de oro ya era apreciada y bocado especial para los habitantes precolombinos”.

Álava afirma que hay árboles con más de 150 años de vida que aún siguen en pie entre Chone, Calceta y los territorios de la zona norte de Manabí. Recuerda que había haciendas cacaoteras como La Providencia en Chone, donde se acopiaba en grandes cantidades, se secaba en extensos tendales y luego desde las zonas altas de la montaña el producto era llevado hacia Bahía. 

Todo era a través de una legendaria e histórica vía férrea cuyo trazado se iniciaba en Chone. (I)  

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