Betania y Mafer: "Si no fuera en Ecuador (casarse) sería en cualquier lugar"
Uno de los logros de la lucha por la reivindicación de derechos a favor de la comunidad GLBTI ocurrió el pasado 12 de junio, cuando la Corte Constitucional (CC) aceptó dos causas por matrimonio igualitario.
Esa decisión abrió la puerta para que parejas del mismo sexo contraigan matrimonio a través de la vía civil. El derecho fue aprobado a solo 16 días de conmemorarse el Día del Orgullo Gay: 28 de junio.
Una pareja guayaquileña que mantiene un recurso en la Corte Constitucional nos cuenta su historia de amor, lucha y sueños.
Cuando Betania y María Fernanda se conocieron en Quito hicieron "clic". Era un feriado. Amigos las presentaron, conversaron y desde entonces están juntas. Mantuvieron una relación a distancia por un mes y medio en que se veían al menos una vez por semana.
Pero todo se dio para que a 'Mafer' le saliera un trabajo en la capital donde Betania residía. Esto les permitió continuar con su relación y "que todo florezca". Al cabo de unos meses se mudaron juntas a Guayaquil y desde entonces viven en unión de hecho.
María Fernanda se considera bisexual. Fue durante su adolescencia en que se comenzó a cuestionar sobre su orientación sexual. Con el pasar de los años se dio cuenta que no se trataba de una fase. Reconoce que fue difícil aceptarse, "porque uno sabe todo lo que se viene y al mundo que se enfrenta".
"Me dije: si el amor de mi vida resulta ser mujer, entonces voy a contarles a mis papás. Y resultó que sí, que el amor de mi vida es una mujer", relata.
Aunque ahora tiene una relación "linda" y "pacífica" con su familia, tampoco es algo que se dio de la noche a la mañana. Cuando le contó a su papá- de quien pensaba era más "pegado a la iglesia"- ocurrió que le recibió con un abrazo, mientras que su madre no lo tomó tan bien. "Pensé que iba a ser al revés".
De a poco fueron cediendo. La joven cuenta que siempre trató de informarlos, proveerles de material que les permitiera tener otra perspectiva del asunto, aprender a ser más tolerantes, aceptar a su hija que, finalmente, no va a dejar de serlo. "Tampoco es que he cambiado mi personalidad. No robo, no mato, no soy una persona mala. Entonces, con el tiempo se dieron cuenta que este cuco que ha pintado la sociedad no es tan así".
También reflexiona sobre el hecho de que más allá de unas cuantas miradas y murmuraciones, no ha tenido problemas de rechazo mayores. "Siempre he estado rodeada de gente más joven, de mente abierta".
Para Betania la situación fue más complicada. Primero, aceptarse como lesbiana fue proceso que demoró "un montón de años". Y, segundo, poder comunicarlo. "La palabra lesbiana como que era una mala palabra para mi familia. Cuando salí del closet sí hubo un rechazo muy grande que todavía está, siete años después".
En cuatro años de relación, María Fernanda ha visto a los padres de Betania tan solo tres veces. "Mis padres son más religiosos (que los de Mafer) todavía. Solo no lo aceptan, no quieren eso para su familia. Pero con mis cuatro hermanos nos llevamos súper bien, la quieren mucho a Mafer".
Betania se siente afortunada, porque tiende a olvidar los episodios de discriminación o rechazo. No olvida, sin embargo, cuando un acosador amenazó con matarla unas seis veces.
Pese a las dificultades, la pareja ha salido adelante. Su pequeño, pero acogedor departamento, está lleno de detalles que reflejan su amor. También acoge el lugar donde combinan sus habilidades de fotografía y diseño. Viven con Olivia, la mascota a la que consideran como su hija. Pegada a ellas en todo momento. Tranquila, no le molesta las visitas, se deja mimar.
Olivia llegó a sus vidas cuando ya habían formalizado su unión de hecho en el Registro Civil. Recuerdan que fue un 13 de febrero del 2017. "Había decoraciones de San Valentín. Pero nos demoramos dos días, no nos querían inscribir la unión, nos dieron problemas, hasta que fuimos con una cámara y ahí nos aceptaron".
Pero ellas sueñan con casarse en la playa, rodeadas de sus amigos y seres queridos. Y si no fuera en Ecuador, sería en cualquier lugar. Ahora están felices, sorprendidas porque el fallo de la Corte Constitucional se dio, a su criterio, rápido. "Pensamos que demoraría unos tres años".
Cuando lo supieron fueron a celebrar a la Víctor Emilio Estrada (avenida en el norte de Guayaquil). Estaban alegres, pero en shock. Mafer acota que ellas son una de las parejas que interpusieron un recurso en la Corte para casarse. Tenían miedo, aunque querían "ayudar a la causa". No accedieron de inmediato, pero finalmente se arriesgaron. Al abogado que les contactó le pidieron mantener en reserva su identidad, "porque hay mucho odio y mucha gente que está dispuesta a hacer daño sin empatizar con la situación, y simplemente quería escudarme de cualquier tipo de violencia".
"Bernie (su abogado) nos dijo que si la Corte nos decía que no, entonces nos íbamos a Washington. Ahora, con esta resolución, "tenemos que conversar con él para saber qué vamos a hacer".
La pareja se siente ahora más empoderada. Ya no esconde su identidad. Las jóvenes dicen que quieren ser parte del cambio, parte activa de la lucha y "darle a las próximas generaciones un país más tolerante e inclusivo".
"Es una cuestión de voluntad, de querer aceptar, de ser un poco abiertos. No tengo nada en contra de la religión y de que las personas vivan de acuerdo a su fe, sin embargo considero que hay que tomar las buenas enseñanzas, reflexionar un poco (...) predicar amor y luego no tener reacciones contrarias a lo que se profesa".
Betania ya prepara el playlist para su matrimonio civil, que podría ser por septiembre del próximo año. Durante unas vacaciones, antes de que se supiera la resolución de la Corte, le propuso a su pareja dar el siguiente paso. "Queremos hacer algo lindo", expresa. Y "qué bueno que pueda ser con el amor de mi vida y en mi país", complementa Mafer. (I)