El cambio de estereotipo podría notarse en las próximas generaciones
Barbie se adapta a cuerpos más reales
Una Barbie blanca, rubia y delgada fue presentada por primera vez en 1959 durante un comercial de televisión en Estados Unidos. El estereotipo de mujer delgada, vinculado con la perfección, ha sido cuestionado debido a los imposibles estándares de belleza. Sin embargo, la muñeca seguía siendo el juguete más vendido hasta 2014, cuando las ventas cayeron y Mattel se vio obligada a realizar un cambio.
En enero pasado la compañía juguetera encargada de estas figuras, presentó la línea Barbie 2016 Fashionistas, que incluye 4 tipos de cuerpo: una más alta que la muñeca tradicional, otra más baja, más ‘rellenita’ y curvilínea; en 7 tonos de piel, 22 tipos de color de ojos, 24 peinados y un sinnúmero de accesorios a la moda.
Según la revista Time, el motivo por el que Mattel se decidió a hacer esto es porque las ventas de la mítica muñeca se veían flaquear ante la aparición de juguetes electrónicos y muñecas como las Bratz, e incluso Elsa de la película Frozen.
La empresa manifestó que los cambios en la muñeca son una respuesta a las ‘millenials’, mujeres que piensan en el significado de lo que compran, madres empoderadas que promueven la aceptación y chicas que quieren ser mucho más que una cara bonita.
El director principal de diseño de la muñeca, Robert Best, considera que “al introducir una mayor variedad en la línea, Barbie está ofreciendo opciones a niñas que son más reflexivas del mundo que ven en la actualidad”.
A partir de los cambios presentados en la mítica muñeca se ha puesto en debate si las nuevas versiones constituyen una forma de inclusión de los diferentes tipos de personas o si su transformación obedece a un asunto monetario.
La psicóloga Lizbeth Solís señala que es un mal intento de concienciación porque el objetivo de las empresas es vender. “Pueden entrar con más modelos y ampliar la opción de mercado, incluso el hecho de agregarle cosas nuevas es generar otra líneas de consumo, pero si quisieran concientizar regalaran las muñecas”.
Hace algunos años la muñeca vende otros modelos con distintos tonos de piel, pero las niñas eligen con mayor demanda a las rubias. Precisamente, estas son las que llaman la atención en las jugueterías porque a diferencia de los otros modelos, en las perchas predominan las Barbies tradicionales.
Solís considera que hasta hace poco había una diferencia marcada, la principal es que las Barbies blancas usan vestidos rosados mientras que las morenas usan prendas de color celeste.
En un experimento social difundido en internet se muestra a niñas que aceptan a los diversos modelos de la muñeca, pero al preguntarles a quién se parecen lo relacionaron directamente con alguien cercano a ellas, como a un familiar o una amiga, pero no se sintieron identificadas con ellas mismas.
Entre otros estudios a los que la muñeca ha sido sometida, destaca además un informe publicado en 2006, por la Sociedad Británica de Psicología Developmental Psychology, que analizó un total de 162 niñas, en una edad de 5 a 8 años de las que algunas habían sido expuestas a la imagen de la Barbie y otras no.
Los resultados revelaron que aquellas que habían jugado con la muñeca presentaban una más baja estima corporal y unos mayores deseos de tener un cuerpo delgado.
Solís menciona que los cambios del estereotipo marcado por el juguete se podrían ver a muy largo plazo, al menos en las siguientes dos generaciones, porque la actual tiene a la mamá que creció con Barbie.
Sin embargo, agrega que “sacando a la venta muñecas con diferentes modelos, las niñas se darán cuenta de cómo es un cuerpo, pero es solo eso. ¿De qué les vale cambiar a Barbie si todos los constructos sociales como ‘chichobelo’ siguen ahí?”.
Tras los cambios presentados en Barbie, muchos se preguntaron qué pasará con el novio de la muñeca, Ken, y aunque aún no hay señales oficiales de cambio por parte de Mattel, varios usuarios en las redes sociales se cuestionaron si la medida se replicará en el muñeco.
Según ellos, es necesario que exista un Ken con algo de peso extra, para aliviar la presión en los hombres y mostrarles a los niños figuras reales en sus juguetes. (I)