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El Telégrafo
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Bandas de pueblo preservan la música nacional en Manabí

En el enclave marino de Machalilla, en el suroeste del cantón Puerto López, en Manabí, la banda de pueblo de los Hermanos Gutiérrez toca en las fiestas de San Pedro y San Pablo, a bordo de un barco de casco de madera.
En el enclave marino de Machalilla, en el suroeste del cantón Puerto López, en Manabí, la banda de pueblo de los Hermanos Gutiérrez toca en las fiestas de San Pedro y San Pablo, a bordo de un barco de casco de madera.
Fotos: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
25 de julio de 2018 - 00:00 - Patricio Ramos

Las fiestas ancestrales en Manabí desde las zonas de playa hacia el interior de la provincia tienen un factor común: son animadas y musicalizadas por las bandas de pueblo. Estos grupos de músicos, en su mayoría conformados por hombres, a más de animar las fiestas por aniversario de comunidades, cumpleaños y sobre todo las conmemoraciones religiosas,  preservan el legado de la música nacional.

Ese es el caso de la “Banda musical de los hermanos Gutiérrez”, originarios de la parroquia Manglaralto, provincia de Santa Elena, tocan desde 1906, comenta Nelson Gutiérrez, quien forma parte de la quinta generación del grupo. Hace un mes animaron las fiestas de San Pedro y San Pablo en el enclave marino de Machalilla del cantón Puerto López.

Al son de pasacalles, sanjuanitos y hasta melodías como cumbias y vallenatos dejan fluir su arte a través de los saxos, trombones, trompetas, platillos, güiros y timbales. Tras animar la caminata de los santos Pedro y Pablo en la playa, los músicos se embarcaron en una lancha de fibra de vidrio y fueron conducidos a un barco.

La fiesta pasó de la tierra al mar. Los integrantes del grupo están acostumbrados al bamboleo de las embarcaciones por los oleajes moderados que se registran en el borde costero. Al son de la música nacional los feligreses honran a los santos y además bailan cobijados por los acordes de los legendarios instrumentos musicales.

Mario Lucas, un pescador artesanal de la zona, participó en el festejo.

“Desde que me acuerdo, o sea desde niño, cuando iba junto con mi padre, he visto a los músicos, he crecido escuchando sanjuanitos y pasacalles; es nuestra música y estoy orgulloso de que en nuestras fiestas se entonen estas melodías de antaño”.

Los manabitas festejan de norte a sur de la provincia.

Solo en Manglaralto, según Gutiérrez, existen seis bandas de pueblo. “De mayo a octubre trabajan en las fiestas de Pedro y Pablo a lo largo de la región. El resto del año son  contratados para animar las fiestas de los recintos y hasta en barrios populares de las zonas urbanas de Manta y Portoviejo”.

Pero el repertorio de las bandas de pueblo además incluye melodías fúnebres. Se los contrata para que acompañen los cortejos luctuosos. Así es el gusto, dicen muchos, de los finados cuando están en vida, asegura Gutiérrez.

El activista cultural e investigador de las costumbres ancestrales de Manabí, Eumeny Álava, cuenta que la característica principal de las bandas de pueblo es poner  alegría popular en las fiestas.

“Ellos solo entonan, no cantan, parece que están hechos para este tipo de trabajo, les gusta, pues se la pasan horas de horas tocando sus instrumentos mientras la gente se deleita. Son únicos”.

Muchas de las melodías se entonaban hace más de 80 años en las fiestas de cosecha en toda la campiña manabita, recuerda. Son gente sencilla y sobre todo  muy religiosa.

Los acordes de las bandas de pueblo manabitas también se escuchan en provincias de la Sierra.

Los Gutiérrez han tocado incluso en las fiestas de Quito y cuentan que les ha ido muy bien, sobre todo en las conmemoraciones religiosas. Los contratan por fiestas, pero el diario de una banda de pueblo va de los $ 400 a los $ 600, todo depende de las horas de trabajo. A veces tocan hasta 12 horas. (I)  

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