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El Telégrafo
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Bailoterapia une a la comunidad y refuerza la seguridad

Bailoterapia une a la comunidad y refuerza la seguridad
02 de enero de 2014 - 00:00

Cae la noche y en la ciudadela Montebello empieza el movimiento. Son las 20:00 y mientras en el resto de la ciudad las personas descansan y se preparan para dormir, los habitantes de este sector en el norte de Guayaquil se ponen ropa cómoda y se reúnen en las canchas para bailar, hacer ejercicio, sudar y compartir un momento de sano esparcimiento con sus vecinos.

Suena la música y bajo la orientación de José Bravo, estudiante de Licenciatura en Educación Física de la Universidad de Guayaquil, más de 50 personas se congregan para las sesiones de bailoterapia. Durante dos horas estas personas olvidan sus problemas y dejan a un lado el estrés cotidiano.

Ríen, se integran y, al terminar, se sienten más relajados y con mejor ánimo, pero lo más importante es que han aprendido a conocer a sus vecinos, con quienes -en algunos casos- no pasaban del saludo diario. Ahora ya saben sus nombres, sus ocupaciones y hasta sus teléfonos. Con esta integración buscan hacer más segura la ciudadela, pues pueden dar la alerta en caso de que haya alguien extraño merodeando.

El capitán de Policía Adalberto René Cañar Romero, jefe de la Policía Comunitaria del Distrito Pascuales, explicó a EL TELÉGRAFO que la bailoterapia la realizan hace ocho meses y nació como una iniciativa de la dependencia a su cargo.

Según el oficial, la idea nació por la necesidad de la institución de acercarse a la comunidad e involucrarla en su propia seguridad. Entonces decidió utilizar el ejercicio como herramienta de acercamiento.

El proyecto busca beneficiar a cerca de 10 mil personas que viven en el Distrito Pascuales.

“Yo toqué de puerta en puerta y no encontraba a las personas, porque la mayoría trabaja, por eso tratamos de ver cómo podíamos llegar a la gente. Y el tema actual, tanto para varones como para mujeres, es mantener un estado físico óptimo, porque la autoestima empieza por uno mismo”, comentó. “Les ofrecimos a las personas que no pueden pagarse un gimnasio que vinieran”.

Se eligió trabajar en la noche porque es cuando casi todos están en sus casas, tras la jornada laboral. “Los adultos mayores son nuestro público ‘estrella’. Ellos empezaron a venir, la gente comenzó a ver el trabajo que se hacía y se unió. Una señora llamada Yolanda, que tiene 73 años, no falla ni una noche”.

Inicialmente la clase era guiada por una policía, Gabriela Chalá, quien se había capacitado en el tema de la bailoterapia. “Gracias a ella y a otros policías comunitarios hicimos el llamado y logramos calar en la gente”, señaló el capitán Cañar.

Pero la acogida fue tal que, de 15 o 20 personas que llegaron al principio, el grupo creció hasta superar las 60 y 70 personas. “Ya pasó a otro nivel y tuvimos que buscar ayuda”, reconoció el uniformado.

Trabajo con la colectividad es un requisito

El licenciado Napoleón Gamboa Abril, decano de la facultad de Educación Física de la Universidad de Guayaquil, destacó el trabajo que hacen con la gente de Montebello, en convenio con la Policía. “Una de las tareas de la Universidad de Guayaquil es tener una activa vinculación con la colectividad. En ese sentido, la facultad está realizando prácticas docentes con los estudiantes de segundo año en escuelas y colegios fiscales; los de tercer año las deben hacer en colegios fiscales; en cuarto año hacen sus prácticas deportivas y prácticas de vinculación con la comunidad. Son estos alumnos los que realizan la bailoterapia en Montebello”, indicó. A cada aspirante a licenciado se le piden 120 horas de trabajo con la comunidad como requisito para graduarse. Según Gamboa, desde hace 4 o 5 años también trabajan con ancianatos. “Nuestros alumnos reciben una asignatura que se llama Cultura física terapéutica y profiláctica. Ahí aplican ejercicios para la tercera edad, para cardiópatas, para diabéticos, en coordinación con los médicos”.



La institución del orden firmó un convenio con la facultad de Educación Física de la Universidad de Guayaquil, cuyos alumnos -para graduarse como licenciados- deben cumplir cierta cantidad de horas de trabajo comunitario (ver subnota). Entonces se acordó que dicha labor la realicen con la comunidad de Montebello, por lo que cada cierto tiempo rotan.

Los adultos mayores  asistieron primero y gracias a ellos la bailoterapia fue ganando adeptos.Ángela Cedeño no refleja los 61 años que tiene. Ella vive en la ciudadela y es una infaltable practicante de la bailoterapia. “Ha sido una iniciativa muy buena. Uno se distrae y mantiene de buen ánimo”, espresó la sexagenaria.

Reconoció que antes de empezar no hacía ningún tipo de ejercicio. “Esto ha tenido una gran acogida. Siempre somos más de 70 personas las que nos reunimos para bailar. Además, esto nos ha servido para conocernos entre nosotros y a los policías de la UPC (Unidad de Policía Comunitaria)”.

Con ella coincidió José Dávila, de 33 años, quien reside hace 20 años en Montebello y a diario asiste a las clases. “Ya sabemos quiénes son los vecinos y nos damos cuenta cuando hay alguien extraño. Si vemos algo raro, lo comunicamos a la UPC”.

El éxito del proyecto ha llevado a la Policía a planear extenderlo por toda la ciudad, empezando por los demás circuitos que conforman el Distrito Pascuales.

“Mediante este proyecto estimamos llegar a unas 5.000 a 10.000 personas. Es un número bastante grande porque abarca todo el Distrito Pascuales, desde la avenida Casuarina, avanzando hasta la parte norte, que es Puente Lucía. Incluye lo que es Montebello, Mucho Lote, Bastión Sur, Bastión Norte, Orquídeas, Vergeles, Puente Lucía, San Francisco y Pascuales”, manifestó el capitán Cañar.

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