Publicidad
Bachilleres superaron la cárcel, el terremoto y la discapacidad
Javier estaba nervioso y sonriente. Vestía una camiseta blanca y jean, y sandalias. La toga, de color vino, lo cubría.
El joven, de 18 años, fue el primero que recibió el certificado de terminación del Programa de Bachillerato Intensivo del Ministerio de Educación (MinEduc). También encabezó la retirada del auditorio de la unidad educativa Vicente Rocafuerte (Guayaquil), donde se desarrolló la ceremonia.
Él se retiró temprano ayer porque debía presentarse a una audiencia de juzgamiento por un delito que cometió (robo) y por el que hace ocho meses está privado de la libertad en el Centro de Rehabilitación Social en Babahoyo. “Me llamaron por sorpresa. No sabía que hoy sería la ceremonia. Pensé que perdería el año cuando entré en el centro, pero allí hacía mis tareas. Ahora quiero estudiar Agronomía”.
Otro joven privado de la libertad que se convirtió oficialmente en bachiller es Kevin Q., de 19 años. Él acudió con terno y zapatos de cuero, en los que tenía marcado su nombre con letras blancas. “Si seguía en las calles no iba a cumplir esta meta. Estoy agradecido con el centro y los ministerios de Educación y de Justicia porque me ayudaron a facilitar la formación”. Él ahora aspira a estudiar ingeniería civil.
Ellos son parte de los 490 jóvenes con escolaridad inconclusa que se incorporaron con esta modalidad que implementó el MinEduc.
Érika Laínez, subsecretaria de Educación de la Zonal 8, indicó que desde el lanzamiento del programa se graduaron cuatro promociones. En total, 1.700 jóvenes se beneficiaron en el sector.
“Los estudiantes privados de la libertad reciben clases en los centros durante 15 meses. Ellos tienen a docentes que fueron capacitados y dictan clases en las aulas adaptadas. Hoy dos chicos más se vinculan a la sociedad”, dijo.
La funcionaria agregó que personas de cualquier edad pueden inscribirse, incluso adultos mayores.
“Hacemos un llamado a que terminen sus estudios. Queremos erradicar el analfabetismo”.
Rosa Paredes, de 24 años, volvió a las aulas hace dos. La joven, nacida en El Empalme, fue una de las tres mejores puntuadas de la cuarta promoción.
“Dejé de estudiar hace seis años porque me comprometí muy joven y luego me convertí en madre. Tuve complicaciones durante mi embarazo, pero por mi familia regresé y decidí prepararme. Quiero estudiar psicología”.
Adversidades no los detuvieron
Vanessa Rivera, quien es madre soltera, y Jayro Arroyo experimentaron los momentos difíciles de sus vidas. Ella perdió a su esposo y a uno de sus hijos en el terremoto del 16 de abril de 2016. Había viajado a Manta para disfrutar de sus vacaciones y el hotel en el que se hospedó se derrumbó.
Vanessa y sus otros dos niños lograron salir. “Decidí que debía continuar. Quiero encontrar un trabajo y estudiar electrónica”.
En 2007, Jayro, de 31, perdió la visión luego de un accidente en moto. Hace cuatro retomó las clases en un colegio de Esmeraldas, pero por su discapacidad física y problemas para movilizarse dentro de la institución no terminó el bachillerato. En Guayaquil estudió en una escuela para ciegos y se inscribió en el bachillerato inclusivo. Al final consiguió un trabajo. (I)