Como un paraíso arqueológico definen los expertos al cantón Riobamba, sitio en el cual hasta el momento se han documentado 6 hallazgos que podrían dar indicios claros de las costumbres, tradiciones y saberes de la cultura puruhá.

El trabajo de investigación cumplirá con dos objetivos: el primero de estos, reconstruir la sociedad puruhá, y el segundo, concebir rutas turísticas y centros de interpretación que sean custodiados por las comunidades en las cuales se hacen los hallazgos.

Con esto se pretende evitar la migración de los campesinos y que abandonen las tierras, a su vez que los habitantes de las zonas tengan ingresos económicos, lo que les permitirá sustentar a sus familias mediante la visita controlada de personas.

Pedro Carretero, docente y a la vez director del grupo de investigación de la cultura Puruhá de la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach), resaltó la importancia de recabar información sobre este aspecto debido a que los últimos datos que fueron recogidos arqueológicamente fueron presentados en el año 1927.

En estos estudios, que son atribuidos a Jijón y Caamaño, se hace alusión al territorio puruhá, dando mayor énfasis a la provincia de Chimborazo, cuyos pueblos principales de residencia de esta cultura eran Calpi, San Andrés, Guano, Penipe, El Molino, Pungalá, Ilapo, Guanando, entre otros.

Para el recabamiento de información tanto el docente como 13 estudiantes que participan en la investigación se han desplegado por distintas zonas rurales del cantón Riobamba y han realizado intervenciones arqueológicas superficiales en 6 lugares.

“Entre ellos tenemos el cerro Collai, en la parroquia Yaruquíes, en el cual se encontró una gran variedad de piezas y los fragmentos de obsidiana, una piedra volcánica que no existe aquí sino que viene del norte y que sirve para hacer cuchillos y objetos que se usan en rituales”, manifestó Carretero.

El profesional resaltó que durante estas intervenciones es imposible recoger varios fragmentos debido a que no todos les arrojan datos importantes, “solo en un espacio obtuvimos 2.100 pedazos, pero había más de 5 mil, por lo que escogemos los que tienen decorados o piedras talladas, lo que nos informe más sobre los puruhaes”.

Otro de los hallazgos se hizo en la parroquia San Juan, en donde se encontró una piedra de hilandera que servía para que los padres tejedores llevasen a sus hijos y estos tocaran la piedra con el fin de que tuvieran la virtud de ser tejedores.

La investigación les llevó también hasta la parroquia Flores, en donde hallaron chaquiñanes grabados en roca, pero lo que más llamó la atención de los participantes fueron los fragmentos de la cultura Panzaleo, lo que puede indicar que en ese tiempo ya había tratos comerciales entre ellos, con un posible trueque.

Muchos jóvenes son parte de esta investigación. Ellos son muy observadores al momento de investigar y evaluar las piezas encontradas.

Nuevo hallazgo

Mientras que la última de ellas, que empezó hace dos años, abarca hectáreas de un territorio que por seguridad no puede publicarse.

“Esto es para mantener a salvo las piezas de huaqueros (saqueadores de yacimientos arqueológicos); cuando nosotros encontramos zonas arqueológicas solo un área puede darnos años de investigación, por eso tratamos de protegerlas”, acotó Carretero.

En este lugar (sitio protegido) se hallaron tres puntos arqueológicos: el primero es un ritual, debido a que está mirando al nevado Chimborazo; el segundo es una necrópolis (palabra griega que quiere decir ciudad de los muertos), la cual abarca cerca de 2 hectáreas.

Estas tumbas, que son en forma circular, tienen 1,80 m de profundidad y 2,50 m de ancho, pero no son de caciques debido a que en su interior se encontraron cerámicas que llevaban comida, a diferencia de aquellas destinadas a los caciques que contenían objetos preciosos y de valor.

Y el tercero es una zona de habitación que los comuneros del sector denominaron Ingapirca debido a que se asemeja a un muro, pero de menos extensión que el que se ubica en Cañar.

Para la investigación de este hallazgo se utilizó un dron (aparato volador que puede ser controlado de forma remota), un software exclusivo para el ingreso de datos y una computadora en la cual se clasifica la información tomada desde el aire, lo que ha permitido identificar cómo fue la organización territorial de los puruhaes.

Los expertos esperan crear una especie de metodología para aplicarla en otros sitios de Chimborazo.

“Es la primera vez que utilizamos este tipo de mecanismos de investigación en Riobamba; lo hicimos en base a una inversión personal que supera los $ 5.000 porque consideramos que es nuestro aporte a las comunidades”, señaló Danilo Mejía, miembro del grupo de investigación puruhá.

Datos adicionales

Una intervención arqueológica puede llegar a costar más de $ 10.000 mensualmente debido a los altos costos de la tecnología y el recurso humano que se necesita para estos trabajos.

Al hallarse una pieza esta debe ser documentada y posteriormente entregada al Instituto de Patrimonio Cultural (INPC). (I)

Los investigadores se han desplegado por distintas zonas rurales del cantón Riobamba y han realizado intervenciones arqueológicas.