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Ecuador, 23 de Febrero de 2025
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Angie y Diana comparten sus sueños y discapacidad

Diana Goyes (izquierda) y su hija Angie Indacochea (derecha) conversan, a través del lenguaje de señas, sobre la prueba Ser Bachiller.
Diana Goyes (izquierda) y su hija Angie Indacochea (derecha) conversan, a través del lenguaje de señas, sobre la prueba Ser Bachiller.
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Angie Indacochea empuña tres dedos de su mano derecha y presiona el pulgar e índice. Los movimientos los hace para comunicarse con Diana Goyes. Platican sobre el examen unificado Ser Bachiller.

La relación que mantienen va más allá de hija a madre. Ambas tienen discapacidad auditiva.

Angie, de 18, no usa prótesis auditiva por la falta de dinero, por ello su sordera pasa imperceptible. No escucha a menos de un metro y medio o si se sienta lejos.  

Ella nació con hipoacusia (disminución de la sensibilidad auditiva) del lado izquierdo de su oído.  “Sentí miedo cuando no escuché”.

A los seis aprendió lenguaje de señas en una iglesia de los Testigos de Jehová. Es la única de la familia que se comunica de ese modo.

En la escuela -donde fue escolta del estandarte nacional- aprendió a  leer los labios de los profesores que no conocían el lenguaje de señas. “En ocasiones no comprendía porqué movían rápido la boca. Pasaba lo mismo con los compañeros de curso, pero hablaban más lento”.

En la secundaria, donde se sentó en la primera fila, no dijo que sufría una discapacidad. Luego explicó su problema a los profesores: “Ellos me trataron como a mis demás compañeras y me entendieron”.

Hace dos semanas terminó las clases en el Colegio Guayaquil, donde acudía acompañada de su hermana, un año menor.

Ambas rindieron el Ser Bachiller, que sirve para graduarse y obtener un cupo en la universidad. En total 137 estudiantes con discapacidad auditiva de instituciones ordinarias y especializadas rindieron la prueba, según el Ministerio de Educación (MinEduc). A partir del 20 de marzo se esperan  los resultados y Angie conocerá si va a la U.

Ella quiere convertirse en diseñadora gráfica. En el establecimiento descubrió sus habilidades en dibujo y pintura.

Para el docente Carlos Loor, de Educación Artística, ella fue una excelente estudiante. “Me parece la carrera indicada para desarrollar su talento”. También aprendió a tocar el piano y la guitarra que en casa practica en sus tiempos libres.

Su gusto por las artes lo heredó de su mamá, quien en su adolescencia también dibujaba. Diana desde los tres no habla ni escucha. Por ello, quiere que su hija se supere. “Es muy inteligente”, expresa con señas a su primogénita, que hace de intérprete. Diana mueve sus manos, brazos y hasta abre su boca para que Angie la entienda. Desde que la representa en el colegio ambas se comunican así. (I)

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