América Latina, la región de “moda” en el mundo
Cuando se pregunta a los turistas de América Latina lo que aprecian del continente, las respuestas son múltiples: paisajes de ensueño, biodiversidad, apertura y generosidad de la gente, economía en progreso, cultura llena de recursos, autenticidad. A veces, incluso, se idealiza el continente.
“Es una región dinámica que vive ahora, no en el pasado. Hay muchísimos cambios, proyectos originales así como un potencial económico; el territorio está en búsqueda de su propia forma de ser”, nos cuenta Eva, originaria de República Checa que vino al continente a escribir su tesis.
Esa opinión la comparte Clémence, estudiante de intercambio en Ecuador que admira el movimiento del continente: “La maestría América Latina que estudio en Francia me atrajo por los desafíos presentes en el continente, tanto al nivel social, por lo que hay que construir, como al nivel del medio ambiente, con lo que representan la protección de la selva de la deforestación y el tema del petróleo. Poder responder, a mi nivel, a esos retos me cautivó”.
En 2012 América Central registró un crecimiento del 6% de ingreso de turistas con respecto al año anterior, en el Caribe y América del Sur el aumento fue del 4% cada uno, de acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de Turismo.
En cuanto a Ecuador, la Cámara de Turismo de Pichincha mostró que, en marzo, los visitantes aumentaron en un 16,90% con respecto al mismo mes del año pasado, con un total de 113.361 extranjeros llegados al país. Aunque hay que considerar esas cifras en un contexto de aumento global del turismo, el país formó parte de este proceso e incluso fue recomendado por los viajeros.
En primera línea de los turistas en Ecuador están los colombianos (el 28,49% de los visitantes) y los peruanos (11,59%), de tal manera que el turismo intra-continente es predominante. La heterogeneidad es una de las riquezas de América Latina, tanto que cada país tiene su rasgo específico y causa curiosidad en sus vecinos. En cuanto a los viajeros de otros continentes, acuden en primer lugar los estadounidenses (17,23%), y le siguen los españoles (4,26%). El 16,58% proviene de “otros países”.
En el marco del XXXIV Congreso de la Asociación Chilena de Empresas de Turismo (Achet) de 2012, se anticipó un crecimiento de los viajes internos así como un aumento de turistas provenientes de países emergentes. También se estimó que hacia el 2030 el número de turistas se triplicaría y que el continente recibiría a unos 60 millones de viajeros anuales.
En tanto el peligro asociado al continente parece decrecer. Recientemente se informó que una avenida de Senegal llevaría el nombre de Hugo Chávez. ¿Qué decir, también del mito del Machu Picchu, de la Amazonía y sus plantas medicinales, o del éxito de los camarones ecuatorianos? Eso no es todo: la toma en cuenta no solo es personal sino que se hace a nivel institucional.
Para Michel Levi, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales en la Universidad Andina Simón Bolívar, las características económicas, políticas e históricas hacen de América Latina un continente atractivo: “El crecimiento de la región en los últimos años es importante y puede ser una puerta de entrada para las empresas así como los negocios públicos y privados de Europa. América Latina tiene una capacidad de compra, de negociación y de gestión que le permiten potenciar la economía europea, que necesita recursos, así como interactuar de una forma muy activa con el territorio. Económicamente y políticamente empieza a tomar fuerza al nivel global, al convertirse en un actor internacional importante”.
“Es bueno tener a países como Brasil, México, Colombia, Argentina y Ecuador que ahora cuentan con una capacidad más importante de acción a nivel de las relaciones internacionales. Históricamente siempre han habido relaciones entre América Latina y Europa; siempre la cultura europea ha influenciado a la sudamericana. En este contexto de globalización es primordial que Europa vuelva a retomar esa relación que durante varios siglos fue muy importante”, comenta el profesional.
La mundialización, que cada vez más facilita los intercambios y la comunicación, ayudó a desarrollar los vínculos entre ambos continentes. También se mostró que la integración de España y Portugal a la Unión Europea favorecieron la visibilización regional y mundial de Iberoamérica. Sin embargo, las relaciones estrechas con Europa son un poco más débiles con los otros continentes.
“Algunos países de América Latina tienen más vínculos con otros continentes; por ejemplo Brasil con África, por el tema del esclavismo y por la geopolítica actual. Con Asia es un poco diferente, porque su población ha llegado a la Costa Pacífica, a Perú, a Chile, y porque China tiene potencia como productor y como exportador de capitales, de divisas. Pero en general las relaciones con otros continentes son marginales. Tanto África, Medio Oriente como América Latina han sido sumergidos por sus problemas cotidianos y sufrieron distancia”, explica Michel Levi. Pero los vínculos tampoco son nulos y las oportunidades de cooperación son cada vez mayores.
Desde un punto de vista turístico, según las estadísticas, las Américas no son el destino privilegiado de todos. En 2011, mientras América Latina recibió al 15,8% de los turistas mundiales, la cifra alcanzó alrededor del 51% en Europa y el 22% en la región Asia y el Pacífico, según el Ministerio de Turismo ecuatoriano.
Luis A. Moreno, en un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, del que es presidente, afirma que es necesario “poner énfasis en sus fortalezas sin desatender sus debilidades”.
Disparidades económicas, desigualdades sociales o falta de cohesión son tantos males que afectan a América Latina. El territorio tiene concurrentes fuertes y debe seguir adelante, para que cada país progrese, para que “el jaguar” crezca.
Michel Levi, en base a su experiencia personal, aclara: “Cuando viví en Europa a finales de los años 90, vi que había una distancia de unos 50 años entre este continente y América Latina. Ahora ese alejamiento se acorta y, sobre todo, los países toman un camino diferente en función de sus propias dinámicas de desarrollo; crean los propios valores de la región como los de permitir a la gente tener un nivel de desarrollo adecuado, responsable, sostenible y de consumo moderado de energía”.