El concepto de adultez tiene una connotación especial en la Amazonía
En la región amazónica, al igual que en el resto del país, la adultez marca un hito en el desarrollo y realización de hombres y mujeres de las diferentes nacionalidades.
Sabiduría temprana, mayoría de edad y madurez primaria, definen a esta época de la existencia humana en la cual la persona es capaz de defenderse y mantenerse sola, además de aportar a su entorno.
No obstante, en la Amazonía la iniciación de esta etapa y la forma de concebirla, así como las responsabilidades que con ella se adquieren, son diferentes a las de otras partes de la nación.
Inicio de adultez indígena
Una de las grandes variaciones en la concepción de la madurez primaria en los pueblos aborígenes es la edad. Si bien hay etnias contactadas que la reconocen a los 18 años, en la mayoría se la alcanza a los 16.
Losyachak (hombres sabios) y matronas de las comunas supervisan las tareas impuestas.
“La mayoría de edad es considerada un galardón que otorga un consejo de ancianos (hombres sabios) de cada comunidad y se la demuestra en virtud de la fuerza, habilidades, sabiduría, responsabilidades y disciplina, de cada adolescente”, indicó Jacobo Zanzíbar, antropólogo de Ambato.
Las ceremonias de iniciación a la vida adulta en varias tribus amazónicas, entre ellas las huaorani, achwar y cofán, han sido documentadas por televisoras y medios de comunicación locales y extranjeros.
“Cada nacionalidad y a su vez cada subetnia conciben de diferente manera esta etapa de la vida. Por ejemplo, en Brasil hay pueblos medianamente contactados que la admiten a los 16 años y otros a los 14, debido a los rasgos físicos muy desarrollados de las recientes generaciones”, aseguró Genaro Núñez, encargado del Museo Etnológico Pacha Mama, de Puyo.
Rituales para la adultez
La demostración de fuerza es un requisito indispensable para superar el peldaño de la adolescencia en la Amazonía.
En comunas de Pastaza, como San Jacinto, los ancianos inician a los jóvenes a la adultez con una serie de rituales.
Uno de ellos consiste en medir el grado de vigor que un chico tiene a fin de garantizar a la sociedad un padre de familia capaz de cazar, pescar, sembrar, cosechar y defender a su esposa e hijos.
El consejo de ancianos impone una serie de retos a los varones mediante los cuales deben conseguir y acumular varias preseas (junchi, en idioma precolombino).
El primer desafío es ir a la selva, en los días más calurosos del año, en meses como agosto y septiembre, y cazar una especie más grande que ellos, tales como el tapir.
“Es una práctica muy arriesgada, ya que este animal puede matar a una persona joven, fácilmente de una sola embestida. O, en vez de esto, los ancianos solicitan que el adolescente pesque un paiche, pez que mide tres metros de largo y es muy pesado”, añadió Zanzíbar.
En el caso de las mujeres, las ancianas imponen tareas como cargar grandes vasijas con agua de pantanos limpios o preparar platillos un tanto especiales.
“Entre ellos, las hormigas fritas. Estos insectos pican y producen un intenso dolor, todo ello tiene que soportar y prepararlas en aceite de coco y de achiote”, destacó Grimanesa Tsaran, anciana de la comuna Pomona, en Puyo.
En la mayoría de casos, las pruebas son superadas. De lo contrario, los adolescentes, sean hombres o mujeres, deben esperar y prepararse durante un año.
Un último paso se debe cumplir para concretar el paso a la adultez, en el caso de parejas que desean contraer nupcias.
“En culturas indoeuropeas antiguas, cuando dos familias acordaban un matrimonio, los padres del muchacho entregaban a la novia una dote, que consistía en un patrimonio monetario o a su vez oro. Esta garantizaba la manutención de la mujer y sus hijos, algo similar se hace en la Amazonía junto con los retos”, dijo Genaro Núñez, quien el próximo mes iniciará a dos de sus ocho hijos. (I)