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Alambi preserva el bosque andino y al colibrí zamarrito

Existen 3.000 plantas cultivadas en el vivero de la comunidad de Alambi (Nono). Las mujeres de la localidad se encargan de mantener en buen estado el lugar. Allí se realizan constantes estudios.
Existen 3.000 plantas cultivadas en el vivero de la comunidad de Alambi (Nono). Las mujeres de la localidad se encargan de mantener en buen estado el lugar. Allí se realizan constantes estudios.
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
17 de abril de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

La comunidad de Alambi se encuentra en la parroquia de Nono, al noroccidente de Quito. El poblado es parte del proyecto piloto de conservación de 19 plantas endémicas que son alimento del zamarrito pechinegro, un colibrí en peligro de extinción.

Actualmente se calcula que existe una población menor a los 1.000 zamarritos.

La expansión agrícola y la tala de bosque nativo son las razones principales para que el ejemplar se encuentre en peligro crítico de extinción y alerta máxima de amenaza. 

El zamarrito es un ave que habita en zonas ubicadas entre los 2.300 y 3.000 metros de altura y se alimenta del néctar de flores endémicas: aretes, gualicones, zagalita, salvia pichinchense, pucuneros y bromelias. Todas son típicas del bosque andino.

La Fundación Aves y Conservación, con el objetivo de preservar el bosque primario y al zamarrito, trabaja en el proyecto de conservación con la comunidad de Alambi.

Para ello construyeron un vivero en el que se cultivan 19  especies de plantas del bosque nativo que son parte de la alimentación del zamarrito, ave declarada emblemática de Quito en 2005.

El proyecto es financiado por el Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos (CEPF). La inversión asciende a $ 90.000.

Tatiana Santander, bióloga y ornitóloga, explicó que la propuesta es el resultado del estudio científico efectuado desde 2014 y que observó la interacción que existe entre el ave y la flora.

“Colocamos cámaras al frente de las flores de las que se alimenta el zamarrito. De esa manera identificamos los tipos de plantas y de los colibríes”.

Así se instalaron 12 cámaras para vigilar el hábitat y al ave.

La investigación se realiza en 16 rutas o transectos que se hallan desde los 1.200 hasta 3.000 metros de altura, en las zonas de Pichincha e Imbabura.

“En Nono registramos 60 especies de plantas aptas para  colibríes. Ya sabemos cuáles son las que efectivamente consumen”.

La bióloga recordó que antes del estudio se desconocían las preferencias alimenticias del ave. Ahora con certeza se sabe que las flores son básicas en su dieta.

 Las plantas son cultivadas en el vivero con el fin de generar un plan de reforestación y preservación.

El zamarrito es un ave que prefiere el bosque, pues depende de estos remanentes naturales para sobrevivir.

Parte de la gestión también se realiza en la comunidad de Piñán. El proyecto cuenta con el apoyo del Cabildo de Cotacachi (provincia de Imbabura).

Las mujeres impulsan plan
El vivero es cuidadosamente mantenido y desarrollado por  las mujeres de Alambi.

Los siete días a la semana, Manuela, Susana, Julia y Merci se encargan de la preservación de esa zona. 

Riegan las macetas, mantienen limpio el lugar y colocan abono para nutrir cada una de las especies. 

Con sus propias manos siembran las semillas y los tallos de los árboles provenientes del páramo de Nono.

Manuela Ambas expresó que cuidar el espacio es una forma de desarrollo económico para las mujeres de la comunidad. “Tenemos manos para trabajar, con el vivero ya no dependemos totalmente de nuestros esposos. Es una manera de mejorar nuestra economía”.  

Al momento, los resultados son satisfactorios. En seis meses el vivero se pinta de múltiples colores, pues las plantas florecieron y otras alcanzan más de los 10 centímetros de altura.

La propuesta
Francisco Tobar, biólogo de la fundación, indicó que es la primera vez que se realiza un proyecto donde se cultivan ejemplares endémicos.

El experto adelantó que existe la posibilidad de que los cultivos en el vivero puedan ser plantados en los jardines locales. “Buscamos promover la siembra de las plantas en jardines urbanos”.

De igual manera, Juan Valarezo, coordinador de la propuesta,  recalcó que el fin es reforestar. “En los próximos meses verificaremos zonas idóneas para la siembra de las plantas escogidas”.

Otro grupo de flora se quedará con la comunidad. Allí se creará un jardín-sendero natural para que sea visitado por los turistas y demostrar que las plantas pueden ser parte de las casas. 

Esta es la primera vez que Alambi se involucra en proyectos de conservación.

Rolando Hipo, dirigente comunitario, comentó que les toca impulsar estos procesos,  para salir adelante. 

"Los jóvenes decidimos quedarnos en la comunidad, trabajar por la conservación del medio ambiente y optar por otra forma de desarrollo económico". (I) 

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