Adultos con educación inconclusa buscan el título de bachiller
“Si hubiera aprendido en esa época, otra hubiera sido mi vida, pero solo terminé la escuela. De ahí me dediqué a trabajar, a criar a mis hijos, a estar con mi familia. Ahora que todos tienen sus propios hogares, tengo tiempo para cumplir esta meta”, expresó con voz trémula Lidia Rodríguez.
La mujer de 78 años asiste los sábados al Centro de Primaria Popular (Cepripol) que dirige el Colegio Politécnico (Copol) como uno de los proyectos de servicio a la comunidad que realizan sus estudiantes.
Rodríguez señaló que fue la “Miss” Mónica Laso, quien vive a unas cuadras de su casa, quien la llevó , en el 2010, para que reciba la instrucción.“Como tengo que ir a mis clases, mis hijos me ayudan con cualquier cosa dentro de la casa. Ahora ya estoy en tercer año de Cepripol”, indicó Lidia.
“La dificultad no solo la tuve por la timidez de mis alumnos sino porque no tenía ninguna guía”Desde el punto de vista de las estudiantes, también ha sido una experiencia interesante y de aprendizaje. Así opinan las brigadistas de lenguaje Daniela Martínez, Debbie Zambrano y Leyleen Avila, y Melissa Hinostroza, quienes cursan el tercer año de bachillerato del Copol. “Lo que más me agrada de mi labor como maestra de lenguaje de sexto y séptimo de educación básica es que aprendo a ponerme en los zapatos de la otra persona y conozco la forma de ver y pensar las cosas de parte de otros ciudadanos”, sostuvo Daniela Martínez.
Mientras que para Melissa Hinostroza, la experiencia de ser docente de personas adultas ha sido un reto. “Soy la primera profesora de inglés en Cepripol. La dificultad no solo la tuve por la timidez de mis alumnos sino porque no tenía ninguna guía de alumnos de años anteriores”, explicó.
La joven mencionó que tuvo que buscar en Internet material pedagógico para enseñar la segunda lengua, adaptándola a sus alumnos. “Lo que hice para que aprendan poco a poco es crear unas tarjetas gráficas que en la parte inferior venía la palabra en inglés, para que asocien la imagen con el término. También les suelo escribir en español la palabra en inglés, pero de forma fonética”, dijo Hinostrosa.
María Rosa Pin, coordinadora general del Centro de Estudios para Adultos “Robert Allan Reed”, destacó que esta es la primera institución que dio este servicio a las personas que no habían podido finalizar sus años escolares o de bachillerato.
“Hace 31 años el director de este plantel y fundador del centro se dio cuenta de que los moradores de sectores cercanos al colegio, como Mapasingue, Prosperina y otros asentamientos más, tenían falencias educativas, no sabían leer ni escribir. Por eso empezó con el Centro de Alfabetización, que luego se convirtió en Centro de Estudios para Adultos”, indicó Pin.
La coordinadora señaló que en ese lugar, los maestros son los alumnos de segundo de bachillerato y que ha notado lo gratificante que es esta experiencia para los estudiantes. “Actualmente tenemos 350 matriculados entre los cuatro módulos de educación primaria hasta los que están en tercero de bachillerato. A estos últimos se los capacita para que obtengan, mediante convenio con otros planteles de la ciudad, su título de bachiller”, señaló la docente.
La “Señora Lidia” dice sentirse bien al aprender cosas nuevas con las alumnas del CopolRespecto a la educación escolarizada y no escolarizada, la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) indica en el artículo 38 que las personas con educación inconclusa recibirán educación general básica que incluirá alfabetización y bachillerato escolarizado o no. Asimismo se refiere en el artículo 50 de la Ley de la materia, sobre la educación inconclusa, que este es un servicio educativo al que pueden acceder los jóvenes y adultos que no terminaron sus estudios dentro de la edad que les correspondía.
Aparte del Colegio Politécnico y del Colegio Americano, que por ser parte del Bachillerato Internacional y estar obligados a cumplir con este tipo de actividades, también se da esta enseñanza para personas con educación inconclusa en los planteles de Las Mercedarias y en el Santo Domingo de Guzmán.
La “Señora Lidia”, como la llaman los alumnos de Cepripol, dice sentirse bien al aprender cosas nuevas, como las tablas de multiplicar y las restas. “Mi memoria no es como la de los niños, ellos tienen la mente fresca y pura, mientras que una ya ha vivido tanto, pero quiero aprender”, aseguró.