Adrián Bonilla anunció su salida tras nueve meses en la Secretaría de Educación Superior Ciencia y Tecnología (Senescyt).

Su renuncia -dice- había sido pedida por el presidente de la República, Lenín Moreno, por una reorganización del Gabinete de Gobierno.
Ahora volverá a retomar su ocupación en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), donde mantenía una licencia. Allí es el profesor más antiguo. Volverá a la vida de siempre: dar clases, investigar y publicar.

¿Qué mejoró (en la educación superior) durante su gestión?
Hay aumento de cupos en las universidades. En 2017 estaba en 70.000 y nosotros lo ampliamos 63%. Ahora existen más de 100.000 plazas.

En la actualidad existen 5.972 nuevos estudiantes matriculados en los institutos tecnológicos superiores públicos, lo que representa un crecimiento del 34%.

Además tenemos 42.000 cupos adicionales para educación virtual.

Ecuador hoy cuenta con 62 redes de investigadores creadas desde el sector públicos y seis hubs de innovación articulada entre Universidades públicas y privadas.

53 proyectos de investigación financiados gracias a INÉDITA.

¿Qué deja pendiente?

Queda pendiente la construcción de un plan nacional de investigación e innovación que estaba previsto presentar en octubre.

La conclusión de los procesos de creación de las universidades Amawtay Wasi y Santo Domingo. También cuatro universidades Amazónicas en proceso de creación en coordinación con el Consejo de Planificación y Desarrollo de la Circunscripción Territorial Especial Amazónica (CTEA). Esto se debería dar en 2020.

También la terminación de los proyectos de repotenciación de 14 institutos nacionales que se construyen en el país para que así existan 44 institutos superior tecnológicos universitarios. Esto debe estar listo en el último semestre del próximo año.

¿Qué problemáticas encontró en la Senescyt?

Cuando llegamos a la Senescyt encontramos un divorcio, relación de hostilidad mutua entre las organizaciones de acompañamiento a la educación superior (Consejo de Educación Superior y el Aseguramiento a la Calidad) y la universidad. Había una profunda desconfianza.

Nos encontramos con un sistema de educación superior hiperregulado, que tenía una lógica autoritaria en la gestión y nos encontramos con unas reglas de calidad que asumían sin beneficio de inventario.

¿Qué necesita la educación superior de Ecuador?

Hay una necesidad de preservar, proteger, fortalecer y ampliar la educación superior pública, que es a la que acceden las personas que no tienen recursos. Hay dos que están en el ranking de las mejores del país.

Además, el sistema nacional de educación requiere de regulación con normas claras y transparente que garanticen el acceso y la calidad. Hay que ampliar la investigación para las necesidades del Estado y se debe invertir más en la formación de las personas y en la investigación. (I)