A 303 ascienden en Quito los árboles patrimoniales
Ser monumental, centenario, distintivo y único en su especie son las características para que un árbol sea declarado patrimonial.
La majestuosidad, belleza e historia se evidencian en los 303 árboles que fueron calificados como patrimoniales en Quito, tras ser rescatados del olvido por un proyecto público de intervención.
En el 2006, la Alcaldía quiteña delegó a la Fundación Botánica de los Andes el proceso de identificar, intervenir y declarar el arbolado patrimonial de la ciudad. Desde ese año la entidad trabaja en este proceso. Según su directora,
Carolina Jijón, ya cuentan con el primer catálogo, en donde se incluyen los primeros 303 árboles que reúnen las condiciones para ser declarados patrimonio.
En el análisis general se determinó el número de años con base en archivos fotográficos y referencias de familias. Con las palmeras, en cambio, se determinó por el número de anillos y en otras especies calculando el diámetro del tronco.
La mayoría de estos árboles se encuentran en los parques El Ejido y Alameda; calles tradicionales; los sectores de Guápulo,los valles de Cumbayá, Tumbaco y la parroquia de Puembo.
Varias especies se localizaron en jardines antiguos que formaron parte del diseño de parques y veredas de la ciudad. Tal es el caso de los árboles platanes de la calle Juan Rodríguez, ubicados en la zona La Mariscal, centro - norte de la urbe.
Algunos formaron, también, parte de hechos históricos o dieron identidad a una casa como, por ejemplo, el parqueadero público Cadisán o “Casa de la Magnolia”, ubicada en las calles Mejía y García Moreno del Centro Histórico.
Para Jijón, el tratamiento debe ser especializado ya que generalmente son árboles muy grandes que requieren de técnicos con capacidad para intervenirlos. Explicó que una vez que se los ha identificado como especies que forman parte del patrimonio cultural, ingresan a un listado para su cuidado.
Esto consiste en podarlos, someterlos a limpieza, desinfección, fumigación y agregar abono para su protección. Un 70% de estos árboles ha sido intervenido, al menos, una vez, destacó.
“Muchos de ellos jamás fueron protegidos, se los encontró en mal estado, golpeados, pintados, sucios, porque los usaban como servicios higiénicos, sobre todo en los espacios públicos, donde la gente no los respetaba”, relató Jijón.
A Quito se lo conoce como la ciudad de la “eterna primavera” porque su clima es una ventaja y ayuda a conservar especies con hojas que crecen y florecen todo el año, agrega, al precisar que en la capital se hallan árboles de todo el mundo, provenientes de Norteamérica, Asia, Australia, donativos del bosque andino, entre otros.
La directiva informó que hasta el momento se invirtieron cerca de 80 mil dólares en el proyecto. Sin embargo, dijo que hace falta un presupuesto de 50 mil para intervenir cien árboles más.
Se estima que el arbolado patrimonial puede llegar hasta mil ejemplares, pues lo que se ha catalogado hasta el momento es el 30%. Para este trabajo de distintas etapas, actualmente laboran 10 personas en los diferentes procesos de búsqueda, identificación, fichaje e intervención.
La ubicación
Sofía Paredes, coordinadora de la dirección Técnica de Arboricultura del Jardín Botánico, señala que existen 130 árboles en el parque El Ejido, 51 en la Alameda, 20 en el sector La Mariscal, 19 en Guápulo, 22 en Cumbayá, 24 en la avenida Pérez Guerrero, 10 en el parque El Arbolito, entre otros sitios.
Para la experta, apreciar uno de estos ejemplares, la mayoría monumentales, es “alucinante”. Acota que mucha gente se interesa en conocer las especies traídas de otras partes del mundo. Por ejemplo, un “secoya” ubicado en el interior del parque El Ejido es un atractivo pues se trata del árbol más grande del mundo. En estos casos, son los técnicos en escalada de árboles los que se encargan de su mantenimiento.